Por Noticias TNE
Tras 10 años de investigación, logran desarrollar proyecto con la flexibilidad similar al órgano natural.
La inteligencia artificial sigue ayudando a la ciencia a dar pasos agigantados en desarrollo de nuevas tecnologías en el área de medicina. Ahora investigadores de la Universidad de Stanford presentaron una “piel” de plástico que detecta la presión ejercida en ella.
Zhenan Bao, profesora del área de Ingeniería Química de la casa de estudios, fue la responsable del proyecto que tuvo unos 10 años de investigación para desarrollar un material con la misma flexibilidad que la piel humana, pero que también tuviera los suficientes sensores para percibir el tacto.
En esta ocasión, el trabajo de Bao se acercó mucho a su objetivo de crear un órgano sensible al crear un tacto similar con un mecanismo sensorial que permitirá distinguir la diferencia de presión entre, por ejemplo un apretón de manos débil y un agarre firme.
“Esta es la primera vez que un material flexible, similar a la piel, ha sido capaz de detectar la presión y también transmitir una señal a un componente del sistema nervioso”, dijo la investigadora, quien dirigió a un equipo de 17 personas.
¿Cómo se hizo?
La técnica que se usó para la fabricación de esta “piel” fue construir dos capas de plástico: la superior brinda un mecanismo de detección y la inferior actúa como el circuito para transportar señales eléctricas y traducirlas en estímulos bioquímicos compatibles con las células nerviosas. Además, la primera cuenta con un sensor para detectar la fuerza que se ejerce.
Para hacer este proceso más preciso, el equipo colocó millones de nanotubos de carbono a lo largo del plástico, por lo que al presionar el mismo, éstos se aprietan entre sí y conducen electricidad; posteriormente se transmite la información al cerebro en forma de pulsos cortos similares al código Morse.
Hace cinco años, Bao y su equipo presentaron el primer avance sobre cómo usar plásticos y cauchos como transmisores de presión mediante la medición de la elasticidad natural de sus estructuras moleculares.
Otro reto que alcanzó Bao fue haber desarrollado una electrónica flexible que puede doblarse sin romperse. Para este proyecto, los miembros del equipo trabajaron con investigadores de Parc, una compañía de Xerox que utiliza una impresora de inyección de tinta para depositar circuitos flexibles en plástico, lo que permitió cubrir toda la superficie con la piel artificial que se imprimió.
Los investigadores prevén desarrollar nuevos sensores que permitan darle más sensibilidad a la “piel”, para que tenga la capacidad de distinguir la pana frente a la seda (textura), o un vaso de agua fría de una taza de café caliente (temperatura).
“Tenemos mucho trabajo para llevar esto desde lo experimental a las aplicaciones prácticas, pero después de pasar muchos años con este trabajo, ahora veo un camino claro para llegar a nuestra piel artificial”, afirmó la investigadora.