Un problema de crecimiento en las empresas es que sus líderes se enfocan solamente en obtener buenos resultados, en lugar de prestar atención a las decisiones que los generaron.
Por Jaime Bárcenas Ramos
Cuando pensamos en tomar decisiones de negocio, lo hacemos basados en algo abstracto y momentáneo; por eso quiero empezar esta reflexión con una frase del libro: “Los siete hábitos de las personas altamente efectivas”, escrito por Stephen Covey, reconocido profesor y conferencista que habla sobre la perdurabilidad de la cultura corporativa:
“La única ventaja competitiva sostenible que perdura, es aquella que nace de una cultura organizacional de alta confianza, centrada en principios, con personas comprometidas y alineadas a una visión común”.
Así como la estrategia de una empresa es la que determina el camino a su éxito, la cultura organizacional es la que le da una coherencia holística a la compañía para cumplir con estas tácticas.
Ajustando prioridades
Con frecuencia, se ignora el rol protagónico que la cultura organizacional ejerce como responsable de la creación de hábitos en los miembros de una empresa. Los directivos, líderes y profesionales subestiman el poder de los atributos culturales y los valores empresariales en la toma de decisiones diarias, porque están ofuscados tratando de concretar sus resultados sin analizar el proceso.
No hay asuntos más importantes dentro de las empresas que los que tienen que ver con su personal, desempeño, estímulos e incentivos. Lamentablemente, durante años, todas estas acciones sólo han estado centradas en recompensar la rentabilidad y premiar los resultados, pero… ¿será ésta una forma de crecimiento sostenible y perdurable?
Definitivamente no es así, no es sostenible un crecimiento mayúsculo si no hay retos, motivación, incentivos y compromiso por parte de los colaboradores, y es ahí donde se suele culpar a la cultura organizacional como la causa raíz de un fallido desarrollo empresarial.
De la teoría a la práctica
No basta con tener artificios, atributos y valores culturales colgados en la página web, o decirle a cada individuo que debe responsabilizarse de sus acciones. Es necesario hacer de esto, un motor armónico entre crecimiento del personal y la organización.
Los valores dentro de la cultura organizacional deben influenciar constantemente la toma de decisiones en el negocio, pues finalmente son éstos los que determinarán los hábitos y comportamientos del día a día.
Debe haber atributos que incentiven a los líderes a tomar decisiones de negocio de cualquier tipo y que así puedan influenciar positivamente la motivación y compromiso de los demás empleados, así que siempre debe reconocerse este comportamiento en los directivos, para garantizar el crecimiento sostenible en la empresa.
Entre los atributos que deben adoptar los líderes, se destacan: la agilidad, adaptabilidad al cambio, cohesión de equipo para la acción, fundamentación de sus decisiones, entre otras, sin embargo lamentablemente, no es común en las empresas que se premien este tipo de habilidades.
Un ejemplo práctico de cómo una sólida cultura permite un buen apoyo a la toma de decisiones, puede ser el siguiente:
En la promoción de un empleado, siempre se tienen en cuenta los números que ha logrado incrementar, disminuir o mantener constantes durante el año, pero si además se considera su adaptabilidad al cambio (una cualidad que debe incentivarse), le permitirá tomar mejores decisiones para hacer frente de manera atinada a las circunstancias y llevar a cabo las acciones pertinentes.
La adaptabilidad requiere una voluntad de experimentar, sin embargo, muchas empresas la evitan en entornos cambiantes, porque temen las consecuencias del fracaso.
En cambio, en una organización enfocada a apoyar y motivar a sus empleados, la toma de decisiones de adaptabilidad al cambio se vuelve una cualidad atractiva, pues aunque implica un riesgo, a la vez, genera madurez y oportunidades de crecer dentro de la organización.
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