Por Redacción TNE
No te conviertas en un mal líder; evita actitudes que frenen el trabajo en equipo y el éxito de una organización.
El liderazgo es una actividad que no todas las personas llegan a desempeñar porque exige un nivel de compromiso y tener actitudes que inspiren a otros para hacer las cosas bien. Sin embargo, aquellos que sí juegan este rol deben evitar ciertos comportamientos que pueden poner en riesgo su tarea y afectar a todo el equipo.
Tener conocimientos, pero no carácter
Un buen líder es aquel que tiene los conocimientos esenciales sobre su trabajo y sobre quienes conforman su equipo, sin embargo en muchas ocasiones la información no se transmite de la manera correcta a todos, porque no se habla bien, no se tiene la fuerza para dirigir un diálogo o se permite que las inseguridades “apaguen” el espíritu de guía que se debe tener.
No dar retroalimentación a tu equipo de trabajo
Cuando la cabeza de un grupo da indicaciones de las tareas que se deben realizar, los integrantes de éste esperan una correcta retroalimentación de cómo están haciendo las cosas, no basta decir “vas bien” o “cámbiale”, un equipo para que funcione correctamente requiere comentarios a detalle, porque además al hacerlo se sabrá que realmente estás interesado y al tanto de lo que se está llevando a cabo.
Nunca estar disponible para atender a tus colaboradores
El líder no es aquel que ordena y se va. Es necesario que como dirigente de un departamento estés ahí, siempre al pendiente de las necesidades y requerimientos de las personas. Escúchalos, diles qué están haciendo bien y qué no. Eso los hará sentir que trabajan en un lugar en donde son valorados y en el que pueden confiar.
No definir metas
El establecimiento de objetivos para saber hasta dónde se quiere llegar y en qué tiempo es un aspecto indispensable en todo equipo de trabajo, pues de eso depende que se labore a buen ritmo y con los niveles de productividad que se requieren. Cuando inicies un proyecto define para qué es, cuándo debe estar concluido y, especialmente, qué beneficios traerá a la organización.
No delegar o hacer de forma incorrecta
El papel del líder es muy importante como guía, pero no debe ser el responsable de todo, hay que delegar y se debe hacer de la forma correcta, es decir dar responsabilidades a otros dependiendo sus conocimientos y nivel de responsabilidad para que no se pierda el control de las actividades y se puedan cumplir la metas.
Olvidarse de la calidad humana
El equipo de trabajo que diriges está formado por gente que tiene sentimientos y necesidades, no son robots. Esta premisa debe estar presente en todo momento para que la confianza y respeto de las personas que están en el equipo no se pierda, ya que cuando un grupo se fractura se pierde eficiencia. Escucha a tus colaboradores y si está en tus manos, ayúdalos a resolver sus problemas para que éstos no dañen su ritmo de trabajo.
Trabajar sin principios
De nada sirve cumplir metas, objetivos, tener muchos clientes y ganancias si no se actúa con transparencia y principios éticos. El guía tiene la responsabilidad de hacer las cosas bien y dar un buen ejemplo al resto del equipo para que éste lo imite y entre todos se mantenga la calidad dentro de una organización.
Conviértete en un buen líder, ese que todos admiran y respetan. Al conseguirlo las cosas fluirán dentro de la organización y todos como equipo destacarán.