El inminente regreso a trabajar físicamente ha provocado cuestionar distintas creencias sobre el home office. ¿Cuáles son los retos para el presente y futuro de las organizaciones?
Tras un largo periodo de estar todos trabajando remotamente, la mayoría de las empresas, por no decir todas, comienzan su retorno a la oficina o esperan hacerlo pronto. A nivel de infraestructura tecnológica y sanitaria, están muy claras las condiciones a seguir para lograrlo. Sin embargo, esta operación para regresar a los lugares de trabajo puede ser útil con el fin de probar posibles tendencias en capital humano que parecen, vienen para quedarse.
Desde antes de la pandemia, algunas organizaciones exploraban distintos esquemas laborales, proponiendo espacios abiertos, dando un mayor impulso al teletrabajo o incluso creando instalaciones amigables con las mascotas. No obstante, hoy en día estas opciones cada vez son más viables e incluso necesarias, dejando de ser proyectos a largo plazo, para volverse en necesidades a corto.
No se ha logrado salir de esta crisis sanitaria y parece que aún falta algo de tiempo. A pesar de ello, una de las tendencias que ha venido para quedarse es la de los esquemas laborales híbridos.
Se ha comprobado que es factible el trabajo remoto y flexible, en cuanto a tiempos y lugares.
También se ha visto que, la mayoría de los colaboradores quieren seguir disfrutando de algunas de las ventajas de estar en casa, pero valorando positivamente la presencia en las oficinas. Estos nuevos planteamientos presentan retos para Recursos Humanos, directivos y la organización en general, relacionados con las personas, los espacios y la cultura.
Del retorno a la oficina hacia un entorno laboral híbrido
En lo referente a la cultura, toda esta situación cuestiona nuestras creencias y presunciones básicas acerca del trabajo, del liderazgo o de la manera de ser productivos. Se ha visto que sigue siendo posible liderar en la distancia a los equipos remotos y que continúen siendo productivos.
Por lo anterior, si se quieren mantener algunas de las ventajas que han llegado con la pandemia, se deberá revaluar lo que hasta ahora se creía sobre esas cuestiones. Esto implica redefinir la manera de ejercer el liderazgo, la forma en la que se mide el desempeño, además de fomentar la colaboración.
Todos estos cambios van alineados con un concepto que existe desde hace tiempo: el propósito; es decir, la razón de ser y existir de la organización. Al tenerlo claro, se buscan las mejores formas de alcanzarlo. No podemos adecuarlo a la cultura o creencias fijas, sino que debe guiar la cultura organizacional, en un primer momento.
Por otro lado, un propósito claro ayuda a crear un sentido de pertenencia e identidad aún y cuando no estén todos los miembros juntos físicamente, sintiéndose parte de toda la empresa. Asimismo, contribuye a alinear los objetivos laborales de las distintas personas que la conforman.
Igualmente, esa cultura se va a expresar en diferentes formas, entre ellas, a través del uso y diseño de los espacios de trabajo, cuyo fin no va a ser la productividad pura y dura, sino que deben concebirse para la socialización, comunicación y colaboración.
Por lo tanto, es importante codiseñar entre todos esos espacios, partiendo del propósito tanto de la empresa como del espacio para definir el uso de este. Finalmente, la distribución de lugares o, el tipo de ambientes físicos que se creen, tienen que contribuir, sin mezclar, al objetivo por el cual son desarrollados.
Un entorno de trabajo colaborativo no puede ser simultáneamente uno de concentración. Se deben pensar bien formas, colores, recursos, materiales o paredes, entre otros, con base a las funciones, metas y usos de esos espacios. Igualmente, es importante que todos participen en la conformación de las políticas.
Lo que ha traído también esta pandemia es el hacernos conscientes de la importancia del vínculo y contacto humano cara a cara, por lo que muchos empiezan su retorno a la oficina. Gran cantidad de cosas se pueden hacer de forma remota y virtual; en situaciones como la vivida, por seguridad así tiene que ser.
Sin embargo, se observa la necesidad de conexión personal como una parte intrínseca del ser humano. En un futuro contexto de modelos de trabajo híbridos, los espacios colaborativos ayudan a satisfacer esa necesidad de relación interpersonal, lo que afianza los vínculos y el sentido de pertenencia.
Los espacios laborales a largo plazo van encaminados a generar valor a través de la colaboración y el conocimiento compartido. Por otro lado, buscan promover los vínculos de unos con otros, además de contribuir a esa pertenencia compartida en torno a un propósito común.
Esto impacta en otra tendencia que ya venía apareciendo y que consiste en ofrecer una experiencia a los empleados. Una de las tareas que tiene hoy en día Recursos Humanos es lograr que cada colaborador se sienta satisfecho.
Así como se le ofrece una experiencia positiva al cliente para que siga siendo fiel a la marca o al producto/servicio, se habla también de trabajar en la misma línea para generar una experiencia laboral favorable a los colaboradores, especialmente en momentos donde la atracción y sobre todo la retención del talento, cada vez es más complicada.
Lo anterior conecta con un desafío particular: las personas. Los procesos de digitalización que se viven y se han acelerado con motivo de la crisis sanitaria han favorecido el poner mayor énfasis en la fuerza laboral sobre otras cosas.
Los avances tecnológicos favorecen a tener un talento deslocalizado, lo que representa una oportunidad para la organización, pero también una ventaja para aquellas personas que quieran desarrollarse.
Por lo tanto, el atraer a colaboradores implica una mayor exigencia para la empresa al crear una ventaja competitiva que la haga atractiva para los posibles candidatos.
El modelo de flexibilidad laboral, el liderazgo o la cultura de trabajo en equipo que se implementen puede atraer y retener o todo lo contrario. Lo importante es la coherencia y congruencia entre el propósito, el decir y el hacer de la organización.
En palabras de…UDEM