La cultura de no comprar, pero sí compartir ha impulsado nuevos modelos de negocio, en donde lo más importante es que unos usen como producto o servicio, lo que otros tienen.
Por Brigitte Seumenicht Notholt
¿Cuántas veces has usado el taladro que tienes en tu casa? Sabías que en promedio lo utilizamos unos 12 minutos durante toda nuestra vida. ¿Has escuchado sobre vestidos de novia carísimos que permanecen guardados en el armario? ¿Podrías calcular el tiempo que pasa tu coche estacionado y el valor de depreciación que eso implica?
Gastamos, compramos y acumulamos sin parar; desde autos, ropa, zapatos, juguetes y un sinfín de cosas más. Tristemente el uso que les damos a muchas de éstas es mínimo y no equivale al precio que pagamos por ellas. Entre tanto consumismo, aunado a la incorporación de plataformas digitales y una crisis económica mundial, surgen nuevas propuestas y modelos de negocio que se suman a la llamada economía colaborativa.
Se trata de aprovechar el poder de internet y las redes peer to peer para reinventar cómo compartir, alquilar, intercambiar o comercializar bienes y servicios.
Esta tendencia se genera debido a que la gente empieza a despertar con “resaca” del hiperconsumismo actual y busca nuevas alternativas para gestionar la optimización de recursos, la eficiencia, el ahorro, la democratización, el acceso y el empoderamiento.
Una de las premisas de la economía colaborativa es que no se refiere a que no compres nada, sino que no tengas que adquirirlo todo. Recordando que comprar significa usar, no tener.
Dos ejemplos representativos de ésta son Airbnb y Uber. En el primer caso, uno puede elegir publicar su vivienda para ofrecer una recámara o la casa completa en renta por noche. Todo se gestiona a través de la aplicación móvil o la computadora sin ningún intermediario entre el que publica y quien desea alquilar. El segundo modelo es similar, uno puede solicitar el automóvil de alguien que ha decidido utilizarlo para dar el servicio, aunque también puedes ser proveedor del mismo.
En varios países se ha discutido la regulación de su operación, es un caso aún polémico y de difícil solución que requerirá de diálogo y comprensión por ambas partes. La economía colaborativa no viene a reemplazar por completo el sistema actual, sino a complementarlo.
Así como Airbnb y Uber, existen una infinidad de propuestas interesantes de modelos de negocio en este sistema económico. Por ejemplo: Eatwith, plataforma en la que puedes disfrutar de una experiencia gastronómica de algún particular que te prepara y sirve un menú en su casa; Pley, que invita a los usuarios a rentar juguetes y devolverlos durante un término de tiempo; Udemy, sitio educativo en el que adquieres y compartes conocimiento académico; así como Taskrabbit, que conjunta demanda local de trabajo y mano de obra, entre otros.
Hoy en día todo lo que a uno le pertenece o tiene, puede ser un potencial producto o servicio a ofrecer. Existen modelos en los que puedes alquilar un perro durante el fin de semana; un espacio en el armario de otra persona; los servicios de mantenimiento de tu casa o de consultores especializados; lavado de coche a domicilio, etc.
Le economía colaborativa sin lugar a duda no es para todos; todavía tiene mucho campo de estudio, análisis y gestión regulatoria, sin embargo es una de las grandes tendencias en los nuevos modelos de negocio y está avanzando a pasos agigantados.
Tu valor personal te abrirá las puertas
Un aspecto relevante dentro de este tipo de plataformas es la reputación de la persona y la empresa, ya que después de accesar a los servicios o de otorgarlos, vendrán las evaluaciones bidireccionales, es decir, uno califica al prestador de servicio y éste al usuario.
Hablamos de una nueva moneda llamada reputación. Por ejemplo, si pierdes tu buena fama, aunque tengas todo el dinero del mundo, nadie querrá hospedarte con Airbnb. Esto es un cambio trascendental y revolucionario en la forma en que nos comportamos, interactuamos y formamos comunidades con “desconocidos” en la era actual.
De pronto comienzas a generar confianza con una persona a la que no conoces. Evidentemente en las primeras interacciones hay cierta desconfianza por estar tratando con un “desconocido”, pero gracias a la forma en que se gestionan estos modelos, puedes tener acceso a un perfil completo, que incluye su fotografía, email, teléfono, redes de amigos y sobre todo, comentarios positivos, lo que genera cercanía y seguridad. Esta información nos da acceso a tener más conocimiento del sujeto (incluso más que de nuestros vecinos que vemos a diario).
También, en la economía colaborativa se detona algo que los que han participado en estos negocios reconocen como parte fundamental: “el efecto sorpresa”.
Esa sensación de pronto sentirte parte de una comunidad de gente bien intencionada (también hay historias oscuras, pero de acuerdo a estadísticas son las menos), de creer que puedes estrechar la mano de un desconocido con buena voluntad, que hay una expectativa al no saber a quién conocer y qué es lo que te espera.
Empresa: ¿cómo sumarte?
Ante el cambio radical en el uso del automóvil y la forma de transportarse, en la actualidad plataformas como Blablacar permiten compartir un viaje o trayecto, minimizando los costos e intercambiando experiencias.
Así, el reto que tienen las empresas automotrices y de movilidad es grandísimo. Empresas como Daimler o BMW, se están sumando a la economía colaborativa buscando alianzas con otras compañías o creando sus propias propuestas de proyectos como Car2go y DriveNow. También, algunos hoteles, sobre todo Bed & Breakfast y Boutique, están explorando oportunidades con Airbnb. Poder sumar a tu empresa a este sistema depende de muchos factores. No todas las industrias y organizaciones están listas para operar en este sentido ni a todas les interesa.
Sin embargo, algunas comienzan a presentar una competencia directa con estos modelos de negocio y deberán buscar alternativas de solución que puedan ser beneficiosas para ambos. Esto requiere de:
• Un análisis de oportunidades en relación al producto y servicio para buscar posibilidades de inmersión en los modelos colaborativos.
• Identificar la forma de entrar a mercados ofreciendo la posibilidad de intercambio, alquiler, reúso, préstamo o comercialización.
• Proveer de las plataformas digitales correctas, bien diseñadas, amigables y con buen alcance que permitan la interacción entre usuarios.
“En algún lugar alguien necesita lo que tienes o cuenta con lo que necesitas, facilitar esta conexión es la base de la economía colaborativa”… esto sin lugar a duda, es un parte aguas en la forma en cómo volvemos a confiar entre nosotros, lo que abre la puerta a la colaboración y a nuevas oportunidades de negocio.
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