La inteligencia artificial promete un futuro más eficiente, desafortunadamente los centros de datos que impulsan esta tecnología representan una seria amenaza para el medio ambiente, ¿qué se puede hacer para mitigar el impacto ecológico de la IA?
En los últimos dos años, la inteligencia artificial ha experimentado un desarrollo acelerado con la llegada de herramientas como ChatGPT, Gemini y otros miles de chatbots y soluciones de IA que están transformando la vida cotidiana de las personas e impulsando importantes avances en diversos sectores incluyendo salud, logística, educación y finanzas, entre muchos otros.
No obstante, detrás de los grandes beneficios que han traído los avances en materia de inteligencia artificial se oculta un desafío ambiental muy serio del que no muchas personas son conscientes: el enorme consumo de energía y las emisiones de carbono que generan los centros de datos que impulsan esta tecnología.
Debido a lo anterior, es fundamental comprender el verdadero costo ecológico e impacto ambiental de la IA, para así poder impulsar el desarrollo de estrategias que ayuden a mitigar sus efectos negativos en la naturaleza y garanticen un futuro más sostenible.
El problema medioambiental de la inteligencia artificial recae en los centros de datos
Para dimensionar el verdadero impacto medioambiental de la inteligencia artificial primero es importante comprender cómo funciona esta tecnología. Los modelos de IA son programas diseñados para detectar patrones específicos utilizando una recopilación de conjuntos de datos masivos, lo que les permite recibir entradas de información y extraer conclusiones o realizar acciones en función de esta.
En otras palabras, estas soluciones son entrenadas con una gran cantidad de datos previamente etiquetados para ser capaces de predecir la siguiente palabra que debe escribir de forma natural. Sin embargo, tanto su entrenamiento como su ejecución representan una amenaza para el medio ambiente.
Según un estudio del MIT, el entrenamiento de un solo modelo de IA puede generar hasta 284 toneladas de dióxido de carbono, lo que equivale a las emisiones que generan cinco automóviles durante toda su vida útil.
Además de lo anterior, de acuerdo con una investigación del Foro Económico Mundial, algunos centros de datos promedio pueden llegar a consumir en un año la misma cantidad de electricidad que una ciudad pequeña en el mismo periodo, lo que agrava la crisis energética en diversas partes del mundo.
De hecho, algunos ecologistas aseguran que la huella de carbono de los centros de datos ya es comparable a la de la industria de la aviación, una de las más contaminantes históricamente hablando, lo que subraya la urgencia de abordar su impacto ecológico.
¿Por qué los centros de datos son una amenaza para el medio ambiente?
El problema medioambiental de la inteligencia artificial recae en que los centros de datos que almacenan y procesan la información necesaria para el funcionamiento de esta tecnología requieren de una cantidad masiva de energía para el procesamiento y almacenamiento de la información, además de que necesitan sistemas de enfriamiento avanzados para evitar el sobrecalentamiento de los servidores, los cuales están en funcionamiento de forma permanente.
Se estima que hoy en día esta clase de instalaciones consumen entre el 1% y el 3% de la energía mundial y representan cerca del 2% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Adicionalmente, hay estudios que proyectan que el consumo energético de la IA podría duplicarse en los próximos años, tomando en cuenta la proliferación de modelos de lenguaje avanzados y otros sistemas que requieren cálculos intensivos. De acuerdo con algunos expertos los centros de datos podrían consumir hasta el 8% de la electricidad mundial para 2030 si no se implementan medidas de eficiencia energética. Esto convertiría a la IA en una de las industrias más contaminantes del planeta.

Por si fuera poco, el problema no solo radica en su consumo energético, sino también en el uso excesivo de agua para la refrigeración de los equipos. Muchas instalaciones requieren millones de litros de agua al año para mantener una temperatura óptima, lo que puede afectar la disponibilidad de este recurso en regiones con escasez hídrica.
Debido a lo anterior, diversos actores políticos y tecnológicos en el mundo coinciden en que, si no se gestionan adecuadamente, las emisiones asociadas a la IA podrían contrarrestar los beneficios ambientales que se han logrado con otras tecnologías sostenibles, como las energías renovables y los vehículos eléctricos.
Un problema que se comienza a materializar
Desde el año pasado, varias empresas tecnológicas comenzaron a registrar un aumento sin precedentes en sus emisiones de carbono debido al consumo energético de sus infraestructuras de IA y lo peor es que se prevé que la situación siga empeorando si no se toman medidas pronto.
Tal es el caso de Google, que informó que sus emisiones de gases de efecto invernadero alcanzaron las 14.3 millones de toneladas de CO2 en el último año, lo que representa un incremento del 16% respecto al 2023 y del 48% en comparación con el 2020. Satya Nadella confirmó que este aumento se debe en gran parte a la creciente demanda de servicios de IA y la expansión de sus centros de datos. Además, el CEO de Google aseguró que la compañía ya está tomando medidas al respecto.
¿Qué se está haciendo para mitigar el impacto ecológico de la IA?
Ante la creciente preocupación por la contaminación generada por la IA, las grandes empresas tecnológicas han comenzado a implementar estrategias para reducir el impacto ambiental de sus centros de datos.
Una de las principales iniciativas ha sido el desarrollo de modelos de IA más eficientes, diseñados para consumir menos energía tanto en su entrenamiento como en su operación diaria. Empresas como OpenAI, Google y Microsoft están invirtiendo en la optimización de sus algoritmos para mejorar la eficiencia computacional y por ende reducir la demanda energética de sus sistemas.
Por otro lado, las compañías también están comenzando a explorar alternativas energéticas para impulsar sus centros de datos con el fin de mitigar su impacto ambiental, adoptando fuentes de energía solar, eólica e hidroeléctrica para alimentar sus centros de datos y reducir su dependencia de combustibles fósiles. En algunos casos, se han establecido colaboraciones con proveedores de energía nuclear para construir centros de datos más sostenibles y con menor impacto en la red eléctrica.
Adicionalmente, varias empresas tecnológicas están recurriendo a la energía nuclear para reducir su huella de carbono y garantizar un suministro eléctrico confiable. Google, Amazon y Microsoft, por ejemplo, recientemente firmaron acuerdos con distintas empresas en el sector para desarrollar reactores modulares que sirvan para alimentar sus centros de datos de IA.
Estas iniciativas reflejan una tendencia creciente entre los gigantes tecnológicos hacia la adopción de fuentes renovables de energía para satisfacer las demandas energéticas de su oferta de IA y al mismo tiempo minimizar el impacto ambiental de sus operaciones.
No cabe duda que la inteligencia artificial está revolucionando al mundo como lo conocemos, sin embargo, su crecimiento exponencial plantea una problemática ecológica que ya no puede ser ignorada. Es por eso que los pesos pesados de la industria tienen la responsabilidad de encontrar la manera de desarrollar modelos más eficientes y adoptar energía limpia y optimizar el consumo de recursos.
La demanda energética de los centros de datos está alcanzando niveles críticos y si no se toman medidas, los especialistas coinciden en que la huella ecológica que está generando la IA podría encender las alarmas medioambientales muy pronto.
La clave para un futuro donde la tecnología y el medio ambiente coexistan de manera armoniosa recae en la innovación responsable.