Un fracaso cuando es bien canalizado, fortalece. Quién no esté dispuesto a pasar por la posibilidad de fracasar al emprender, es mejor que abandone su idea de iniciar un negocio.
Nos cuesta reconocer cuando no es posible alcanzar o concretar una meta o proyecto que se tenía planeado. La razón es porque, de manera común, vemos al fracaso como algo “impensable” o “imperdonable” que, en ningún sentido, puede permitirse que ocurra.
En el emprendimiento pasa algo parecido: cuando se inicia un negocio, es raro considerar la posibilidad de un descalabro que lleve a su cierre definitivo; hacerlo sería, según la mayoría, tomar una actitud “pesimista”, “fatalista” o “negativa”. Pero, ¿realmente lo es?
Antes de abordar este punto, es importante primero conocer los dos principales motivos que pueden llevar a una Micro, Pequeña o Mediana empresa (MiPyME) a fracasar:
- Factor externo: Un claro ejemplo de esta condición es lo que ocurrió, recientemente, con la pandemia y el paro obligado de operaciones. Entre 2019 y 2020 cerraron, definitivamente, 20.8% de las empresas en el país, de acuerdo con el Estudio de la Demografía de los Negocios (EDN), elaborado por el Instituto de Geografía y Estadística (INEGI). Además, según la misma fuente, se perdieron 19.7% de los empleos que estas unidades económicas generaban.
Al respecto, nuestro reciente estudio “Digitalización de las PyMEs y el emprendimiento en México: hallazgos, retos y alcances en 2021”, en el que participaron 400 negocios a nivel nacional, reveló que tres de cada 10 de estas unidades económicas consideró cerrar -definitivamente- a causa del confinamiento que provocó la contingencia.
- Problemas internos: En este caso es importante reconocer, por ejemplo, factores como la poca capacitación para dueños y personal, falta de financiamiento, poca inversión en tecnología, malas prácticas en su administración o contabilidad, así como de fallas en su promoción y, por supuesto, bajas en sus ventas. Sobre ello, también el INEGI menciona que, derivado de los Censos Económicos 2019, se llegó a concluir que en México la esperanza de vida de los negocios es de -aproximadamente- 7.8 años.
A su vez, nuestra encuesta preguntó a estas unidades económicas cuáles fueron las principales consecuencias de -casi- haber cerrado por la pandemia. Entre las respuestas más relevantes están:
- Baja en sus ventas 72%
- Recorte de personal 25%
- Incumplimiento fiscal 14%
- Cierre de sucursales 9%
¿Significa, entonces, que aquél emprendedor que considera -en algún momento- la posibilidad de cerrar su negocio por alguna mala racha, falta de experiencia u oportunidad para crecer, puede considerarse “pesimista” o “negativo”? Por supuesto que no y hay que considerar por qué.
Fracasar no está mal
Iniciar y mantener un negocio implica un riesgo. Y, como ya lo vimos, existen situaciones que incrementan la posibilidad de un cierre definitivo.
Por ello, hay que reconocer, del mismo modo, a los que lograron hacer sobrevivir a sus negocios y a los que no. Ambos, desde mi perspectiva, enfrentaron una etapa durísima para mantenerse en el mercado y lograr sortear las dificultades para operar, vender, cumplir con sus obligaciones fiscales y pagar a tiempo a su personal. Eso, sin duda, es loable y habla del gran espíritu emprendedor que existe en México.
Sí se perdieron muchas empresas pero, conforme han avanzado los meses, han ido reapareciendo. Al respecto, uno de los puntos que quisimos conocer en nuestro estudio fue el de los nuevos negocios que surgieron luego de la pandemia. Sorprendentemente, 5% de la muestra total (que catalogamos como MiPyMEs emergentes), nació después de la contingencia sanitaria.
Ex-empleados recién egresados y amas de casa son algunos de los nuevos emprendedores en México. Pero también, están los que no se rindieron y, luego de fracasar y cerrar su anterior empresa, decidieron volverlo a intentar. Precisamente, al preguntarles, a todos ellos, cuáles fueron sus motivaciones para emprender respondieron:
- 60% generar una oportunidad de negocio
- 15% porque su modelo de operación funciona durante la pandemia.
- 15% para crear fuentes de trabajo
- 10% para tener muchas ventas
- 5% para tener un empleo
- 5% por la innovación de su producto o servicio
De todo ello, la principal lección es: las segundas oportunidades sí existen. La clave está en entender que, actualmente, la adaptación y la reinvención son elementos fundamentales para mantener un negocio en el mercado; y aunque haya tropiezos o malas rachas en el camino siempre existirá la posibilidad de volver a intentarlo. Porque fracasar también es parte de emprender.