Existe el dilema de si la IA puede ser reconocida como autora de propiedad intelectual o solo es un vehículo con el cual los humanos consiguen innovar de forma más rápida.
La inteligencia artificial (IA) está transformando y acelerando la forma en que las organizaciones llevan a cabo sus procesos de innovación, pero ¿puede esta tecnología considerarse inventora y registrar patentes “bajo su nombre” o únicamente depende de quienes son los responsables de programarla y entrenarla?
Actualmente la IA es capaz de descubrir principios naturales y generar conocimiento fundamental en todas las áreas en las que se involucre, por lo que no es descabellado preguntarse si puede considerarse autora o creadora de algo. Bajo este panorama, se incrementa la necesidad de proteger las invenciones que lleve a cabo.
No reconocerle a la inteligencia artificial la capacidad de crear nuevos productos o soluciones, actuando de forma autónoma, como ya ha pasado en innumerables ocasiones, genera incertidumbre de si realmente es conveniente invertir en esta tecnología para desarrollar innovación.
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Con lo anterior se podría estar perdiendo el potencial de la IA para llegar a nuevas soluciones y generar cambios en las diferentes industrias.
Por ejemplo, está el caso de Siemens que en 2019 fue incapaz de obtener una patente para una suspensión de automóvil desarrollada por la IA1, esto después de que sus ingenieros no pudieron comprobar la autoría al no tener documentado el proceso para desarrollar la innovación.
La razón de la negativa por parte de los jueces fue que esta tecnología no podía ser considerada como creadora por sí sola. A esto se suma que las autoridades de Estados Unidos tienen sanciones penales si la información registrada en la solicitud es incorrecta.
Esto representa un desafío para las empresas que están en la disyuntiva de si fomentar en sus equipos de innovación entre generar innovación o desarrollar herramientas para que realicen por sí mismas las invenciones2.
No es de extrañar que ante esta problemática exista el debate de si la IA cuente con la oportunidad de considerarse creadora, de forma totalmente independiente a las personas.
¿Puede la inteligencia artificial ser inventora y registrar patentes?
A medida que evoluciona la tecnología, las máquinas tienen mayor poder para procesar y analizar grandes cantidades de datos de forma más veloz. De esta manera aprenden, siendo capaces de solucionar problemas por sí mismas sin la intervención de seres humanos.
Existe una tendencia global para incorporar las soluciones técnicas creadas por la IA bajo el paraguas legal. Sin embargo, hay diferentes aspectos que ponen en duda este proceso. Uno de las más importantes es si esta tecnología podría tener las características y facultades para ser elegible como inventora. La polémica ya lleva alrededor de tres años.
En 2019, el profesor e investigador Stephen Thaler y su equipo de la Universidad de Surrey, en Inglaterra, registraron dos aplicaciones en la Oficina de Propiedad Oficina de Patentes y Marcas Registradas de Estados Unidos (USPTO en inglés), así como en otros países de la Unión Europea.
Lo anterior con la finalidad de proteger las creaciones de un sistema denominado Device for Autonomous Bootingstraiming of Unified Sentience (DABUS), traducido sería algo así como un dispositivo para el arranque autónomo de sensibilidad unificada.
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En su esencia, DABUS es un sistema computacional programado para inventar por sí mismo. Se conforma por redes neurales independientes que continuamente generan ‘procesos de pensamiento’ y ‘memoria’, con el paso del tiempo produce nuevos y novedosos resultados.
De acuerdo con Thaler, la supercomputadora fue capaz de presentar un diseño para un contenedor basado en ‘geometría fractal’, ideal para ser almacenado junto con otros y manejado con facilidad por brazos robóticos.
El segundo invento fue un dispositivo y método para mejorar la atención, caracterizado por una luz que parpadea de forma rítmica en un patrón específico a fin de emular la actividad neuronal humana.
La Oficina Europea de Patentes (EPO, en inglés), la Oficina de Propiedad Intelectual de Reino Unido (UKIPO, en inglés) y la USTPO rechazaron las peticiones. Esta última a pesar de que las invenciones cumplían con las características de ser útiles y novedosas.
Los argumentos para negar a DABUS como autor y creador se deben a cuestiones legales. En EE. UU., las leyes de patentes no dejan lugar a dudas, el término de ‘inventor’ se define como un individuo o varios que conciben o descubren algo.
Lo mismo sucede con los marcos regulatorios de Reino Unido, la Unión Europea, así como de otras naciones. En estos países, solo se considera otorgar patentes cuando hay más involucramiento de personas, quienes desarrollan y entrenan a los sistemas de inteligencia artificial. Son a ellas a las que se les reconoce la autoría.
El sur del mundo reconoce a la IA
Como si se tratara de una actitud desafiante en pleno 2021, Sudáfrica ha sido el primer país por conceder una patente a inteligencia artificial DABUS. No obstante, esto no debe tomarse como un gran avance, al menos no desde cierta óptica.
Los detractores afirman que en este caso las autoridades regulatorias en esta materia no se dieron a la tarea de examinar con detenimiento las aplicaciones y las aprueban con facilidad debido a que tampoco hay una gran cantidad de casos sometidos a evaluación. Adicionalmente, el proceso de análisis no se realizó con profundidad y simplemente se conceden los permisos sin altos niveles de rigurosidad.
En cambio, en Australia, DABUS ha sido reconocido como autor de propiedad intelectual. El juez Jonathan Beach falló a favor del sistema creado por Thaler, asegurando que un inventor puede ser cualquier dispositivo o sistema basado en IA.
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Entre las principales observaciones de Beach destaca que en las leyes no hay evidencia de que se refute a la inteligencia artificial como creadora. Además, a diferencia del copyright, las normas sobre patentes no requieren de la existencia un autor humano o de leyes morales3.
Por otro lado, desde el punto de vista del juez, la palabra “inventor” es un sustantivo que puede aplicar a una persona o cosa. En consecuencia, la IA puede considerase como tal.
Más allá de la intención de Beach, queda algo por considerar: ¿la inteligencia artificial seguirá siendo creada, entrenada y administrada por seres humanos? ¿Son ellos los que deben asumir el crédito de lo que el sistema haga? ¿La IA llegará a ser consciente e independiente sujeta derechos y acreditaciones?
A medida que la inteligencia artificial sea más capaz de innovar, será necesario contar con mecanismos que protejan la propiedad intelectual, pero ¿se le garantizará su reconocimiento como dueña de patentes?
Referencias: 1,2 ABC (Australia), 3IP Watchdog