Tal vez en el planeta de El Principito los baobabs eran terribles, pero en el continente africano son majestuosos.
Con aproximadamente 30 metros de altura, albergando hasta cinco mil litros de agua y presentes por más de 800 años, se encuentran los árboles “al revés” en la Avenida de los Baobabs.
Se trata de una carretera entre Morondava y Belon’i Tsiribihina al oeste de Madagascar, un país formado por numerosas islas que albergan a distintas especies de animales que son únicas en el mundo.
A pesar de la vasta biodiversidad con la que cuenta la región, a lo largo de los años y con la tala ilegal de la flora, por la avenida ahora sólo pueden observarse entre matorrales secos, los baobabs. Estos son conocidos localmente como “renala” que quiere decir madre de la selva, mismos que guardan un gran significado como legado de los densos bosques tropicales que alguna vez tuvo Madagascar.
Sus imponentes árboles lo convierten en el primer monumento nacional y en uno de los lugares más mágicos para visitar. A lo largo del camino pueden observarse 30 ejemplares pertenecientes a seis de las ocho distintas especies de baobabs que existen en el mundo.
Una historia centenaria
Cuenta la leyenda que cuando Dios creó el mundo, los baobabs corrían para escaparse por lo que decidió plantarlos al revés, y es que su apariencia poco frondosa hace que sus ramas parezcan raíces. Por ello, dicen que fueron alguna vez los árboles más hermosos, con un exuberante follaje y flores, pero desde que les dieron la vuelta sólo se pueden observar algunas flores en su tronco y ramas en ciertas semanas del año.
Además, a unos siete kilómetros de la avenida se encuentran los famosos baobabs enamorados. Pareciera que ambos crecieron entrelazados, por eso dicen que se trata de la reencarnación de unos jóvenes que no pudieron casarse ya que sus respectivas familias tenían destinada a la pareja de cada uno. Por ello, pidieron ayuda a Dios, convirtiéndose en árboles y disfrutando de la eternidad juntos.
La amenaza de los baobabs
Aunque las personas de las comunidades aledañas caminan a diario por la carretera, los viajeros pueden recorrer la avenida en carro, bicicleta o a pie. Al principio encontrarán puestos de comida o artesanías, como la zona no tiene costo por entrada y los residentes reciben pocos ingresos por el turismo, comprar alimentos o productos sería una forma de contribuir a la conservación de los majestuosos baobabs.
Aunque en julio de 2007 se le otorgó un estatus de protección temporal a la avenida por el Ministerio de Medio Ambiente, Aguas y Bosques, aún sigue en constante peligro por los campos de arroz y plantaciones de caña de azúcar, además de los incendios forestales. Actualmente, Conservation International en conjunto con Fanamby, diseñaron un proyecto de ecoturismo para salvaguardar la zona e implementar mejoras económicas para la comunidad local.
Los viajeros de todas partes del globo se reúnen para ser testigos del espectáculo en el amanecer y atardecer, cuando el cielo se pinta como un cuadro con tonalidades rojizas que se funden con las nubes. Por las noches está completamente oscuro, permitiendo ver a detalle cada una de las estrellas.
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