¿Recuerdas cómo te imaginabas hace 30 años que iba a ser el mundo? Seguramente a tu mente vienen muchas imágenes que en los años 80 parecían una locura. ¿Coches voladores? ¿Videollamadas? ¿Comida encapsulada?
Programas de televisión como los Supersónicos y una gran variedad de películas de ciencia ficción, se encargaron de crear en nuestras mentes mundos alternativos y futuristas que parecían nunca llegaríamos a ver; sin embargo, actualmente estamos frente a un panorama en donde todo es posible.
Aunque los coches aún no vuelan, cada vez es más frecuente escuchar de nuevos robots dotados de Inteligencia Artificial que llegan al mercado con el objetivo de hacernos la vida más sencilla, incluso pronto veremos que desarrollarán sentimientos propios de los humanos… ¿serán nuestros próximos mejores amigos?
Alrededor del mundo, científicos e investigadores están desarrollando sistemas para “entrenar” a las máquinas con situaciones que las personas viven cotidianamente para que puedan actuar como éstas, tanto al tomar decisiones, como al expresar sus sentimientos.
- Peter Norvig, Director de Investigación de Google, declaró que actualmente estamos en un punto en el que no hay límites en las cosas que los sistemas artificiales puedan llegar a hacer, “cada vez son mejores y con el tiempo van a ser capaces de actuar igual que una persona enamorada”.Sí, sienten
En el 2014 la película Her ganó el Oscar al mejor guión original al narrar el enamoramiento que un hombre siente por un sistema operativo informático —similar a las asistentes virtuales Siri o Cortana— que le hablaba y decía lo que él necesitaba escuchar en un momento de depresión.
El filme de ficción parece estar siendo alcanzado por la realidad sólo dos años después, pues ahora los desarrolladores de máquinas de Inteligencia Artificial se están enfocando en crear sistemas “humanizados” que realicen actividades del hombre, pero también que piensen, razonen y hasta sientan como éste.
En 1972, Ira Levin publicó el libro Las esposas perfectas, narración que ha sido llevada al cine en diferentes ocasiones; la última en 2004 en un filme protagonizado por Nicole Kidman. Aquí se narra la vida en un pueblo en donde todas las mujeres son sumisas y siempre hermosas por la sencilla razón de que son robots.
La realidad que puede superar esta ficción fue desarrollada por científicos de la Universidad Tecnológica de Nanyang (NTU), en Singapur, al crear una ginoide (robot antropomorfo de aspecto femenino) llamada Nadine. Ésta tiene una inteligencia similar a la de Siri o Cortana, pero también la capacidad de sonreír, saludar, recordar nombres y dar consuelo en situaciones complicadas, todo aprendido del mismo comportamiento de las personas que la rodean, sin contar que su apariencia es la de un maniquí.
Angelica Lim, experta en robótica evolutiva, explica que para lograr este tipo de avances, en donde la máquina comprende al humano, primero es necesario entender cómo se crea una emoción en el hombre, para luego enseñárselo con Inteligencia Artificial al androide para que lo reproduzca y mejore con el paso del tiempo.
Otro ejemplo se hizo en el Laboratorio de Ciencias Computacionales e Inteligencia Artificial (CSAIL, por sus siglas en inglés) del MIT, en donde se desarrolló una forma efectiva para enseñar a razonar como los humanos a los robots, para que tomen decisiones morales. El SME (structure-mapping engine) fue creado por Ken Forbus, profesor de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Northwestern, conocido por ser el hombre que está cerrando la brecha entre humanos y máquinas.
Con este sistema han aprendido sobre el comportamiento de las personas, no conviviendo con ellas, sino viendo series como The Office y Desperate Housewives; así son capaces de predecir qué pasará cuando se encuentran dos individuos y emitir un juicio.
¿Te suena familiar esta historia? En el 2015, el filme Ex Machina nos contó cómo una genoide se enfrentó al dilema moral de saber que en el laboratorio en donde fue creada estaban haciendo daño a terceros; aunque pensamos que esto jamás pasaría, ahora los robots están trabajando como asistentes de abogados y jueces, tomando decisiones y haciendo juicios de ciertas acciones.
Algunos estudios afirman que pronto veremos en la realidad algo que el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov, plasmó en su obra Tres Leyes de la Robótica: 1) Un robot no puede hacer daño a un ser humano, o por su falta de movimiento, permitir que un hombre lo sufra. 2) Un robot debe obedecer las órdenes de una persona, a no ser que entren en conflicto con la primera ley. 3) Un robot debe autoprotegerse, a no ser que entre en conflicto con las otras dos leyes. ¿La pregunta es qué tan graves serán los problemas que podrían suscitarse?
¿Pueden sentir amor?
El filósofo Daniel Dennett describió dos posibilidades en el artículo Can Robots Fall in Love, and Why Would They?, la primera es que la Inteligencia Artificial programe a las máquinas para que actúen ante lo que creen que es el amor o bien, que lo finjan.
“Andrew”, el personaje central de la película El hombre bicentenario, estrenada en 1999, fue el primer gran ejemplo de esto. Hace 17 años era impensable que un robot entendiera a las personas, comprendiera su sentir, las confortara y hasta sintiera amor por ellas; ahora es una realidad.
Otro aspecto en el que casi nos igualan los robots es que ya pueden sentir dolor físico. Investigadores de la Universidad de Leibniz, en Hannover, crearon una “cubierta” para las máquinas que las hace ser sensibles al tacto; así éstas pueden anticiparse ante una situación de riesgo o peligro, de la misma forma en que nosotros respondemos ante este tipo de estímulos en nuestro cuerpo.
A pesar de que las máquinas están avanzando y cada vez se comportan más como humanos, aún les queda mucho por aprender para tener un comportamiento socialmente aceptable y evitar un momento vergonzoso como el que Microsoft pasó cuando su chatbot llamado Tay hizo comentarios ofensivos en Twitter. ¿Tú hasta que punto dejarías que una máquina decidiera por ti?
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