Empresas y gobiernos tienen a su disposición datos con los que pueden decirles a las personas qué ver y/o comprar. ¿Pronto podrá decirles por quién votar o quién será la pareja ideal?
Con toda la información que las empresas pueden obtener de las personas, existe el riesgo de que puedan hackear a las personas. Así lo aseguró Yuval Noah Harari en entrevista durante el programa 60 minutos de CBS, al decir que Silicon Valley y China están en una carrera tecnológica para usar algoritmos que controlan las decisiones de las personas.
“Ciertamente estamos en un punto en el que necesitamos cooperación global”, comentó el autor de Homo Deus: Breve historia del mañana. “No es posible regular el poder explosivo de la inteligencia artificial (IA) a nivel nacional. Tampoco quiero profetizar qué sucederá. Intento advertir a la gente sobre cuáles son las posibilidades más peligrosas”.
Aplicaciones como Instagram y WhatsApp se vendieron en miles de millones de dólares no por su capacidad para generar ingresos, más bien porque permiten controlar los datos que los usuarios generan con cada interacción.
Harari señaló que, debido a que las computadoras ya ejercen cierto poder sobre las personas, los países y las empresas que cuenten con la mayor cantidad de información, tendrán más capacidad de influencia a nivel global en el futuro. De igual manera, sugirió que los datos son usados por los bancos y los prestamistas con la intención de afectar los mercados financieros internacionales.
Las decisiones de muchos a merced de pocos
El escritor advirtió que el alcance de la IA podría poner la información de las personas en las manos “de unos cuantos poderosos”. La situación cobra sentido cuando algunas de las grandes empresas del momento ya demuestran esa capacidad para influir en las decisiones de la gente.
“Netflix nos dice qué ver y Amazon qué comprar”, explicó. “Eventualmente, dentro de 10, 20 o 30 años estos algoritmos también podrían decir qué estudiar en la universidad, dónde trabajar, con quién casarte o por cuál candidato votar”.
El uso extensivo de los datos biométricos eventualmente llevará a la situación en la que la información sobre el cuerpo humano ya no será un secreto para quienes son sus dueños. La cuestión clave, según cree Harari, es “¿qué otra cosa se está haciendo con los datos? ¿Quién lo supervisa? ¿Quién lo regula?”.
Hasta ahora ya se ven organizaciones y gobiernos recolectando datos sobre a dónde van las personas, con quiénes se reúnen o cuáles son las películas que miran. “La siguiente fase será la vigilancia que irá debajo de nuestra piel”, precisó.
A fin de evitar que lo anterior se convierta en un problema grave, Harari hace algunas recomendaciones que contribuyan a solucionarlo.
“Una regla clave es que, si tú obtienes mis datos, estos deben ser usados para ayudarme y no manipularme”, sugirió. “Otra clave es que, cuando se incremente la vigilancia de los individuos simultáneamente debe aumentarse el monitoreo de las corporaciones y gobiernos, así como de las personas que están en los puestos más altos. Por último, nunca hay que permitir que todos los datos se concentren en un lugar”.
A medida que se incremente la capacidad de los algoritmos que controlan las decisiones de las personas, se requerirá de una mayor capacidad para regularlos. De lo contrario, ¿se perderá la libertad?