Por Redacción TNE
Muchos afirman ser líderes, sin embargo hay pocos que realmente logran un verdadero cambio en su organización.
El escritor y orador, retirado de la Naval de Estados Unidos Jocko Willink afirma que “no hay malos equipos, tan sólo malos líderes”, aquellos que en realidad no se preocupan tanto por el bienestar del equipo y solamente se enfocan en alcanzar el objetivo, sin importar las circunstancias.
La realidad es que se debe tener un balance entre los dos factores y asegurarse de que todos los del equipo alcancen verdaderamente la meta, desarrollando capacidades y talento.
Existen muy pocos líderes reales, pues un jefe no es un líder, y tampoco necesariamente lo es un CEO, sólo algunos pueden imponerse por algo que es importante que respete todos los estándares, o que se atreven a poner todo sobre la mesa por lo que creen, o que crean el cambio y lo dirigen.
Asegúrate de ejercer un buen liderazgo para que los beneficios sean notorios y beneficiosos para la empresa:
Las cosas se hacen bien
Todo lo que realizas es el ejemplo para los demás, así que debe ser la máxima prueba de excelencia; si de entrada tu trabajo es deficiente o si no estás prestando suficiente atención en los detalles a diferencia de tus colaboradores, entonces las cosas no están marchando bien después de todo.
Tu desempeño será imitado por otros, sea bueno o malo, así que tus fallas se volverán replicas dentro de tu equipo. Concéntrate en mejorar y en mover a los demás hacia delante en vez de retroceder.
Se genera una cultura de cambio
El equipo hará lo que respire en su área de trabajo, si de entrada se generan conductas negadas a cambiar para bien, probablemente estés teniendo un problema de actitud de su parte. Lo que hacen las personas comunes es enfocarse en su comportamiento, sin embargo un buen líder se dirige a la naturaleza humana, e intenta cambiar el ambiente y valores para que quienes lo rodean se sientan cómodos y cedan a cambiar. No es fácil lidiar con un grupo grande de individuos con diferentes comportamientos, pero si aprendes a conocer la raíz de la forma de ser de cada uno, será más fácil ponerlos a todos en sintonía.
Las metas son alcanzadas
El primer factor para lograr que un objetivo se alcance es comunicarlo bien desde un inicio y plantear métricas claras de lo que es un buen desempeño, uno regular y uno malo. Los “líderes” comunes se olvidan de dejar especificadas esas medidas o lo hacen de manera incorrecta plasmándolas en una hoja de papel y no transmitiéndolas de persona a persona. Cuando los colaboradores deben reportar sus avances individualmente y además a un líder que admiran, su trabajo progresará considerablemente.
Se mantiene una constancia en el trabajo
La mayoría de la gente no puede lidiar de forma estable con el éxito o el fracaso. Si fallan, se deprimen, se sienten presionados y bajan su desempeño, sin embargo si las cosas van extremadamente bien entonces se confían y llegan a ser demasiado flojos. Un líder debe saber analizar esto y mantener constante su mentalidad y comportamiento en el trabajo a pesar de que el negocio vaya bien o mal.
Adoptan una mentalidad ganadora
No importa si no han obtenido nada o no han alcanzado las metas planeadas, los verdaderos ganadores actúan como tal antes de llegar a la cima, pues esa es la manera para enfrentar adversidades. Una postura optimista es mejor que esperar siempre por lo peor. Quien eres en tu mente es en quien al final terminas convirtiéndote, si crees que lo lograrás y que todo es posible, tu comportamiento cambiará automáticamente, así como el de todo tu equipo.
Como diría Robin Sharma “el liderazgo real no requiere ningún título formal”, así que no esperes a que alguien tenga que nombrarte como líder, el cambio empieza por ti, si es que tú decides tomar una mentalidad positiva y de mejora continua.