A medida que la inteligencia artificial avanza, los estándares de belleza ya no se definen por modelos ni revistas de moda, sino por algoritmos, rostros sintéticos y filtros que modifican la cara en tiempo real.
En la era digital en la que vivimos, donde cada vez se difuminan más las barreras entre el mundo físico y el virtual, la inteligencia artificial ha comenzado a reescribir los estándares de belleza. Una industria que durante mucho tiempo había sido influenciada por celebridades, íconos culturales o tendencias de moda, hoy está siendo moldeada por filtros, modelos de IA y rostros que son editados o generados digitalmente.
Lo que alguna vez fue una construcción cultural, hoy es el resultado de complejos algoritmos que reinterpretan el rostro humano con base en criterios numéricos, patrones y datos estadísticos. Es por eso que en 2025, al hablar de la evolución de la industria de la belleza es imposible dejar a un lado a la inteligencia artificial, ya que esta tecnología está revolucionando cómo los seres humanos definen y perciben la belleza estética.
A medida que interactuamos cada vez más con plataformas digitales y redes sociales, la belleza ya no está definida por lo que somos, sino por lo que la IA dicta que deberíamos ser. En este nuevo paradigma, la belleza se ha convertido en un producto sumamente idealizado y hasta cierto punto inalcanzable.
Filtros de IA: un espejo que engaña
El auge de los filtros de belleza que son impulsados por IA en redes sociales ha sido un factor determinante en cómo las personas perciben la belleza estética hoy en día.
Estas herramientas, presentes en plataformas como TikTok, Instagram y Snapchat, ya no solo limpian la piel o agrandan un poco los ojos. Gracias a los avances de la inteligencia artificial, en 2025 han evolucionado en complejos sistemas que reconstruyen rostros en tiempo real para crear versiones “mejoradas” de las personas, las cuales son irreales pero a la vez convincentes, basándose en métricas como simetría, proporción, tono de piel o juventud.
Con sólo unos cuantos clics o descripciones en texto mediante un lenguaje coloquial, las personas pueden manipular imágenes para verse más delgadas, con una mandíbula más definida, ojos más brillantes y una textura de piel perfecta, entre muchas otras modificaciones estéticas, con una facilidad sin precedentes.
Influencers virtuales: rostros sintéticos que dictan tendencias
En paralelo al auge de los filtros de belleza, los influencers virtuales también han emergido como un factor clave en la redefinición de los estándares estéticos. Entre los influencers sintéticos más populares se encuentran Lil Miquela, una personalidad virtual que ha colaborado con firmas de lujo como Prada y Calvin Klein; Imma, un icono de la moda japonesa y Aitana López, una creación española diseñada para impulsar campañas de temas relacionados con la salud y el ejercicio.
Estos personajes digitales, creados mediante inteligencia artificial, no solo acumulan millones de seguidores en plataformas como Instagram y TikTok, sino que además no envejecen o se cansan, ni presentan imperfecciones como acné o arrugas, lo que significa que básicamente son estéticamente perfectas porque son generadas con IA.
Los modelos digitales
Por otro lado, algunas marcas también han propiciado que el impacto de la inteligencia artificial sea cada vez mayor en la industria de la belleza, apostando por la eficiencia y la perfección de modelos virtuales, por encima de los humanos.
Recientemente la famosa tienda de fast fashion, H&M, desató una fuerte controversia al anunciar que comenzaría a emplear versiones sintéticas y fotorrealistas de sus modelos humanos, creadas con inteligencia artificial, para distintas campañas publicitarias. Sin embargo, las críticas no detuvieron a la compañía, que hoy en día utiliza estos gemelos digitales para modelar sus artículos en las tiendas en línea.
Levi’s, por su parte, tomó una decisión similar a la de H&M. A finales del año pasado, la reconocida marca californiana comenzó a desplegar réplicas generadas por IA de sus modelos humanos, asegurando que esto les permite mostrar mayor diversidad de cuerpos y razas en sus catálogos.

Miles de usuarios en redes sociales se manifestaron en contra de la decisión de Levi´s de recurrir a estos modelos de belleza generados con inteligencia, señalando que aunque los avatares representan a diferentes tallas, etnias y culturas, siguen siendo estéticamente perfectos bajo los parámetros de los algoritmos.
Filtros de IA: un espejo que engaña
La exposición constante a estos estándares de belleza virtuales e inalcanzables, ha desencadenado una ola de problemas de autoestima e inseguridad en muchas personas. Según una investigación reciente del Royal College of Psychiatrists, se ha incrementado en un 30% la cantidad de jóvenes que expresan ansiedad al verse en el espejo sin filtro. Los psicólogos han llamado a este fenómeno “AI-face syndrome”.
Por otro lado, de acuerdo con un estudio reciente realizado por Dove, una de cada tres mujeres siente ansiedad por cambiar su apariencia tras ver imágenes generadas por inteligencia artificial o modificadas por filtros de IA, incluso cuando saben que no son reales.
Esta presión está motivando a muchas personas a someterse a procedimientos estéticos basados en sus propias versiones digitales de las personas. De hecho, muchos cirujanos plásticos afirman que la mayoría de las peticiones de procedimientos faciales que han realizado en 2025 están inspiradas en selfies con filtro, no en imágenes reales.
Desafortunadamente, el contraste entre cómo las personas se perciben a sí mismas a través de un filtro y al verse al espejo, está generando un sentimiento generalizado de insuficiencia, ansiedad e inseguridad.
¿Qué están haciendo las plataformas para combatir esta problemática?
Ante las crecientes preocupaciones en torno a los efectos nocivos que los filtros de belleza impulsados por IA pueden tener en la salud mental de los usuarios de redes sociales, algunas plataformas digitales han comenzado a implementar medidas para mitigar su impacto.
TikTok, por ejemplo, ahora muestra una pequeña descripción que indica cuando un filtro está siendo utilizado, con el objetivo de ofrecer mayor transparencia a los usuarios. Por su parte, Instagram ha eliminado algunos filtros que simulan procedimientos estéticos, como aquellos que inflan los labios o adelgazan los rostros de las personas.
Por su parte, Dove ha lanzado campañas globales en colaboración con psicólogos, influencers y expertos en tecnología, para concientizar sobre los peligros de la belleza digitalmente distorsionada.
Además de lo anterior, legisladores en países como Francia y Noruega han propuesto leyes que obligan a las empresas y creadores digitales a declarar públicamente si sus contenidos han sido modificados con inteligencia artificial o si han añadido filtros de belleza en ellos, en busca de proteger la salud emocional de los usuarios.
Está claro que la inteligencia artificial está transformando redefiniendo los estándares de belleza, a través de filtros, influencers virtuales y modelos generados por IA, entre muchas otras cosas. Sin embargo, al hacerlo también ha desatado una crisis de identidad y baja autoestima nunca antes vista, por lo que es importante cuestionarnos: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a dejar que los algoritmos dicten cómo deberíamos lucir?