Desarrollar programas de ejercitación mental en la organización aporta beneficios que no sólo aumentan la productividad, sino que también aceleran el retorno de inversión.
Es muy frustrante para algunos colaboradores estar impulsando tanto una mentalidad como prácticas ágiles cuando se topan con que la alta dirección se mantiene tan rígida como en el siglo pasado. En aquel entonces funcionaba,
ahora no. Por lo tanto, se debe empezar por la cabeza.
Con frecuencia se escucha a algunos mandos medios o contribuidores individuales decir que lo bueno de esta dificultad es que a quienes les cuesta modificar su forma de pensar les quedan, cuando mucho, 10 años para jubilarse y retirarse del mundo organizacional.
Sin embargo, lo cierto es que hay personas con una estructura rígida de pensamiento — poco ágil— en todas las edades y generaciones.
Además, esperar una década para empezar a transformar la mentalidad y la cultura empresarial, en esta segunda decena del siglo XXI, resulta una eternidad y un gran riesgo para su sobrevivencia.
Ejercitar al cerebro para elevar su potencial a favor de la organización
Como primer paso para obtener una empresa con cultura y mentes ágiles, que además funcione para todas las edades y características personales, es necesario practicar con frecuencia el Neurofitness, una serie de acciones que trabajan directamente con las redes neuronales, y que producen cambios positivos en el cerebro que están científicamente demostrados. Entre las técnicas está la de atención plena (mindfulness en inglés).
En los últimos 20 años, tan sólo en Estados Unidos, el número de estudios científicos referidos a este tema se ha incrementado en más de un 3300%.
Dicho porcentaje demuestra que el mundo atestiguó sus beneficios y se enfocó en demostrar por qué funciona; y lo ha conseguido.
Mindfulness dejó de ser un tema espiritual para convertirse en una práctica de Neurofitness respaldada por la ciencia, que ayuda a transformar el cerebro. Son múltiples los beneficios para desarrollar mentes ágiles al llevarlo a cabo de manera regular. Además, aporta cuatro grandes ganancias que se obtienen y son indispensables para implementar una mentalidad ágil en las organizaciones:
- Permite desarrollar la capacidad de aceptar las cosas como son sin producir distrés (estrés negativo).
- Abre la mente para no juzgar.
- Ayuda a ser flexible para mantenerse en el presente sin aferrarse al camino que se deberá seguir mañana.
- Mejora la capacidad cognitiva y por ende la toma de decisiones, disminuyendo el miedo innecesario.
En segunda instancia, lograr una mentalidad ágil requiere trabajar con los altos mandos, con la finalidad de atender a toda la organización.
Para esto, es recomendable diseñar un programa de transformación cultural enfocado hacia la agilidad, incluyendo los procesos de gestión del cambio que se requieran según las características de la empresa. Algunos factores clave para garantizar su éxito son:
- Una clara definición de las conductas y capacidades que se esperan lograr.
- Modelación de comportamientos y capacidades por parte de la alta dirección.
- Herramientas y entrenamiento adecuado, individual y colectivo para conseguir el cambio de mentalidad.
- Seguimiento constante a todos los aspectos del programa.
- Reconocimiento público y privado de los pequeños y grandes logros.
- Acceso a tecnologías que faciliten las
conductas y mentalidad ágil.
Consolidar un programa de “mente ágil” es una gran tarea de alta prioridad que demanda una cantidad considerable de recursos.
Sin embargo, bien diseñado e implementado, brindará resultados y beneficios que muy probablemente consigan un retorno de inversión en menos de tres años.
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