Maximiza el potencial de esta herramienta para medir la productividad, entre otros indicadores, con el fin de elevar la eficiencia de la organización.
Como cualquier cosa nueva, el Internet of Things (IoT) es un concepto que creemos conocer, pero en realidad no alcanzamos a entender su significado ni cuál será su impacto en la gente “de a pie” con trabajos normales.
Lo que platicamos entre cuates sobre el Internet de las cosas significa que vas a poder prender, apagar las luces y aire acondicionado de tu casa con tu celular desde cualquier parte del mundo. Por otro lado, el refrigerador indicará si te falta leche o cuántas calorías contienen los productos que usarás para preparar la cena.
Si bien esas aplicaciones son atractivas, no se verán en el corto plazo en nuestros hogares, simplemente porque no es rentable pagar por un software que evite la molestia de asomarte al refrigerador y contar los litros de leche. Sin embargo, el IoT sí crece a pasos agigantados en el mundo de los negocios y la manufactura. Mencionaré algunos ejemplos que están a la vuelta de la esquina (o inclusive ya entre nosotros):
- Visibilidad: si hay algo que mata a las empresas, es la falta de claridad, es decir, la capacidad que tiene un director de saber qué ocurre en tiempo real en todos los procesos críticos de su compañía. Esto incluye entradas y salidas del personal, insumos y procesos. Imagínate que en cualquier momento puedas saber si el pedido X fue pagado, inspeccionado, entregado e incluso firmado por el cliente. Suena maravilloso, pero lo más fantástico es que esto es posible gracias a la facilidad de las soluciones IoT de conectar cada uno de los procesos, mejorando la toma de decisiones.
- Calidad: la captura de datos que se hacía en papel, ahora pasa de manera automatizada dando en tiempo real la información estadística.
Con un sistema inteligente basado en Internet of Things se identifican errores en la línea de producción en el momento preciso en que suceden, pudiendo corregir antes de que llegue al cliente.
- Producción: cada vez se utilizan más robots en la industria manufacturera. Su sistema de sensores permite indicar si las cosas van por buen camino. Algunos ejemplos son: detectores de presión, temperatura, flujo, peso, entre otros. El problema es que aunque las máquinas hablen, no necesariamente sabemos entenderlas IoT crea los “traductores” que convierten su lenguaje en datos con los que puedas tomar decisiones; si el proceso va bien, si los aparatos requieren mantenimiento, o si es momento de evacuar al personal ante el riesgo de una explosión (un poco dramático, pero hay que prevenir).
- Recursos humanos: otro factor medible es la eficiencia laboral, desde cualquier punto de vista: cuánto tiempo el personal se pasa en el baño o en la cafetería, la productividad por hora e incluso los errores que tenemos en nuestro output. Este punto es en general el más controversial porque a nadie nos gusta ser evaluados. “Premio o castigo” puede ser las dos caras de una misma moneda: si utilizamos esta tecnología para crear un sistema de gratificaciones medible y cuantificable, es más probable que nuestro staff quiera cumplir las metas, a diferencia de antes, donde toda recompensa dependía del criterio subjetivo del jefe.
El concepto IoT ha llegado para quedarse al ser una nueva etapa de la evolución tecnológica que nos ayuda de una forma muy económica a evaluar lo que nos hace más eficientes e incluso felices. Solamente identifica esa tarea tediosa en tu vida o trabajo y tarde o temprano una solución con esta tecnología la resolverá por ti.