Tantas juntas virtuales drenan tu energía, encima familiares o amigos esperan a que te conectes. Gestiona correctamente el tiempo que pasas frente a las pantallas.
El coronavirus nos alteró la forma de trabajar, además de tener que adaptarnos al home office (si fue el caso), también implicó que la casa se convirtiera en centro de trabajo. Con ello, las videoconferencias se volvieron parte fundamental de las actividades de oficina y hay quienes pueden pasar todo el día en juntas virtuales para ver pendientes, contactar con clientes o, al finalizar la jornada, platicar con familiares o amigos. Al final te sientes fatigado por tantas videollamadas.
¿Por qué de pronto el cansancio se apoderó de nosotros a la hora de interactuar a través de las pantallas? En primera instancia esta actividad requiere de mayor concentración para poder procesar la comunicación no verbal, el tono de voz de los interlocutores, el lenguaje corporal, entre otros elementos. En consecuencia, esto implica consumir más energía al interactuar con los demás.
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Otro factor que incide en esta problemática es el hecho de estar frente a una cámara. De pronto nos sentimos obligados a “actuar”, ya sea decir algo o simplemente movernos porque quedarse quieto solo genera un silencio incómodo. Encima, no sabemos si mirar al lente como señal de que observas a la otra persona o poner atención a la pantalla para realmente verla, situación que produce un estrés que al final contribuye al agotamiento.
Además de realizar videollamadas por cuestiones de trabajo, también se hacen para platicar y convivir con familiares y amigos. De pronto nos sentimos obligados a conectaros después de jornadas extenuantes para socializar durante varias horas, ya sea mediante una conversación o sesiones de juego; por ejemplo, ¡Jeopardy!
A lo anterior se suma la asistencia a servicios religiosos, citas con los doctores, webinars o incluso estar al pendiente de las clases de los niños. Salvo algunos, estos eventos se mezclan con el ámbito profesional, por lo tanto, resulta extenuante, ya que todas las facetas de la vida giran en torno a pantallas prácticamente en la misma ubicación, cuando lo normal sería andar de un lado para otro y tener encuentros cara a cara.
Combatiendo el cansancio
Cuando estás en una videoconferencia, resulta tentador abrir otras ventanas o seguir con otras actividades. Sin embargo, esto es contraproducente; por lo tanto, evita realizar otras tareas en la computadora y no revises tu celular. La idea es estar presente y concentrado en la junta virtual, ya habrá tiempo para contestar mensajes. Pon tu smartphone en silencio y solo responde si realmente es importante atender la llamada.
Si te sientes fatigado por tantas videollamadas, agenda descansos entre cada una y encuentra la forma para despejar tu mente al menos unos instantes.
De igual manera, considera la posibilidad de avisar a los participantes que no es necesario tener la cámara encendida, sobre todo si serán juntas de más de 40 minutos. Así cada participante cuenta con la posibilidad de mirar a otra parte o incluso caminar cerca del escritorio. Recuerda que pasamos más tiempo sentados y esto resulta agotador.
Otro punto para tomar en cuenta es agendar videoconferencias dentro de horarios laborales, por decir antes de las 5:00 pm. Si bien se entiende que son momentos de dar el extra, es mejor que cada uno se organice y esté libre de pantallas después de cierta hora. Es importante evitar lo más que se pueda mezclar la vida personal y profesional.
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Por último, no hay que sentirse obligados a reunirse virtualmente con amigos o familiares. Hay que descansar la vista y optar por otras actividades lúdicas que no impliquen estar frente a una pantalla. Por ello es fundamental reconocer cuando es bueno decir “no” y rechazar una invitación social.
Si estás fatigado por tantas videollamadas, es momento de tener una pequeña estrategia para reducir el cansancio y evitar que impacte en tu productividad.