Las empresas deben apostar en estos momentos por invertir en crecer sus departamentos de I&D. Así lograrán adaptarse con mayor velocidad a un mercado que estará cambiando constantemente.
En medio de la crisis sanitaria por el Covid-19, con su respectivo impacto económico, se ha modificado el panorama para las organizaciones. Esta las ha afectado sin importar su tamaño, ya sean pequeñas o grandes; es más, ni siquiera las startups se salvan de esta situación apremiante. Ante este escenario, deben apostar por la inversión en investigación y desarrollo (I+D) para garantizar su futuro.
Si bien la tendencia es que al experimentar dificultades, las empresas restrinjan la inversión en I+D o tal vez la suspendan. En consecuencia, los procesos de innovación quedan truncados, peligrando la continuidad de los negocios ante la imposibilidad de sacar nuevos productos que permitan competir y adaptarse a las circunstancias actuales y por ende estar mejor preparados.
Entre los procesos de I+D que se encuentran en mayor peligro están las alianzas empresariales-universitarias, que buscan cooperar y compartir conocimientos para innovar; actividades comerciales previas al lanzamiento de un nuevo producto; así como el desarrollo y difusión de la tecnología1.
Al apostar las empresas por fortalecer su I+D no solo se fortalecerán para mantener su permanencia y crecimiento, ya que representa el camino de la salvación para salir adelante ante la crisis sanitaria e iniciar su recuperación económica, pero además estarán estableciendo un mecanismo que los mantenga en la vanguardia a través del tiempo.
Garantizando un mejor porvenir
El desafío que presenta el coronavirus obliga a las organizaciones a definir acciones que permitan, más allá de ser más ágiles y adaptarse a las nuevas necesidades de los consumidores, potencializar la investigación y desarrollo que les garantice un mejor futuro. Para logarlo, deben darle pronta respuesta a una serie de problemas.
A pesar de que el mundo presenta retos modernos, el área de I+D opera bajo modelos organizacionales del siglo pasado. Por un lado, este departamento no está diseñado para responder con velocidad y con alto nivel de interdependencia a un entorno volátil, sin dejar de lado que se enfocan más en lograr soluciones que operen y no en lo que realmente el consumidor quiere.
Por el otro, actualmente las empresas enfrentan la presión de rivales comerciales que son nativos digitales, obligándolas a presentar nuevos productos y servicios de forma más veloz. Ante esta situación, no pueden darse el lujo de rezagarse y esperar a que las condiciones del mercado mejoren, porque esto puede tomar más tiempo de lo esperado.
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No importa el sector en el que se desenvuelvan las empresas, todas cuentan con la posibilidad de atender los desafíos que presenta el entorno y ganarles paso a sus competidores. Un reto importante y punto de partida en todos los casos es mantenerse cerca del cliente y conocer realmente sus necesidades.
Si bien no existe una receta ideal para estructurar al departamento de Investigación y Desarrollo, hay una serie de principios básicos que funcionan por igual para todas2.
El primero es definir responsabilidades tanto para los sistemas como el trabajo de punta a punta. Esto implica dejar a un lado la operación bajo el concepto de silos, lo que lleva a desarrollar productos inadecuados en un ambiente donde no hay transparencia entre los equipos de trabajo, lo que ocasiona un desperdicio de recursos y tiempo.
Por lo tanto, las organizaciones deben asignar responsabilidades a todos los involucrados en el proceso de I+D para rendir cuentas respecto al resultado final. Para lograrlo se requiere alinear desde la prueba de concepto, el desarrollo, lanzamiento al mercado y actualizaciones posteriores.
De esta manera se agiliza el proceso y se atienden inconvenientes en el momento en que surgen sin incidir en los tiempos de entrega, además de validar que la solución cumple con todos los requisitos y procedimientos.
En segunda instancia es fundamental, de preferencia, mantener los procesos lo más que sea posible en el mismo lugar. Esto quiere decir que es necesario tomar decisiones para no solo reducir costos, sino también asegurar que las tareas se realicen de preferencia en un único lugar. De esta forma, además de que los equipos de colaboradores trabajan con mayor eficiencia, se evita duplicar tareas.
Si se da el caso de trabajar a distancia es posible lograr efectividad si se cuenta con las herramientas de comunicación virtual adecuadas, donde todos los involucrados participen bajo un esquema de igualdad a la hora de compartir ideas e información que contribuya a la toma de decisiones.
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Un tercer principio para tomar en cuenta es sincronizar el desarrollo de software y hardware, cuando se trata de empresas que utilizan estas tecnologías para desarrollar sus productos, ya que estos dos procesos cuentan con diferentes ciclos de producción y requieren de enfoques distintos.
Si a la hora de generar inversión en investigación y desarrollo no se consideran aspectos esenciales como hitos en la creación de productos, es posible que se presenten problemas de integración que deriven en retrasos.
Bajo esta visión es importante recordar que los productos o servicios no son desarrollados únicamente por ingenieros. También es posible que se involucre el área de TI, lo que implica a otros responsables, por lo que es imprescindible la buena comunicación de esta área con la de I+D.
Es cuarto lugar es necesario balancear las viejas y nuevas tecnologías. Al desarrollar nuevas soluciones como parte de buscar garantizar el futuro de investigación y desarrollo en las empresas, es posible tomar tres caminos:
- Separarlas por completo: esta opción permite dividir presupuestos, además de aislar a la nueva tecnología, de tal forma que no se vea afectada por los proyectos existentes. No obstante, esta ruta puede elevar los costos y generar más trabajo, lo cual puede incidir en el desempeño del departamento de investigación y desarrollo.
- Integrarlas en la gestión de I+D: esto facilita escalar con mayor velocidad, aunque existe el riesgo de que puedan ser descartadas rápidamente por los responsables del proyecto, quizá porque no cuentan con el conocimiento o expertise indicado para gestionarlas.
- Apostar por un modelo híbrido: elegir un término medio es lo más adecuado, donde las nuevas soluciones sean asignadas a equipos independientes, pero exploradas por todo el departamento de I+D.
Hoy o nunca
Definir cuánta deber ser la inversión en investigación y desarrollo no es sencillo, especialmente en tiempos de pandemia. No obstante, el mejor tiempo para hacerlo es ahora a fin de garantizar no solo el futuro en investigación y desarrollo en las empresas, sino su permanencia en el mercado, manteniéndose relevantes para los consumidores cuyas necesidades se han modificado de forma abrupta.
De hecho, invertir en nuevos productos o servicios se convierte en la mejor “vacuna” de las empresas contra el Covid-19. De paso serán más resilientes para situaciones posteriores en las que la producción pueda verse afectada. ¿Cómo está tu empresa en cuanto a inversión en investigación y desarrollo?
Referencias: 1.Royal Academy of Engineering, 2.McKinsey