Cuando el ingenio del ser humano se acaba y se quiere obtener algo realmente funcional y original, el mundo natural viene al rescate de la creatividad presentando innumerables ventajas.
Por Redacción TNE
La naturaleza es para la humanidad una de las principales fuentes de inspiración que permite desarrollar modelos innovadores que utilizan mejor los recursos y son mucho más eficientes.
Un ejemplo de esto es la estructura de la icónica Torre Eiffel, basada en uno de los sistemas biológicos más complejos: nuestros huesos, ya que éstos por fuera son de una masa fuerte y compacta, mientras que en su interior son de un aspecto más esponjoso y frágil que permite un mejor aprovechamiento del material y así provee una distribución más resistente sin utilizar enormes cantidades de hierro.
A este proceso en el que el hombre copia los procedimientos de la naturaleza se llama biomimesis, en cambio cuando se analiza un proceso biológico y se mejora para crear un producto o diseño nuevo, se le llama bioinspiración.
Resulta útil para el ser humano copiar a la naturaleza porque ésta por instinto es más inteligente en muchos aspectos; trabaja para autoabastecerse y subsistir, además de que es eficiente, confiable, innovadora, creativa y resistente.
Todo lo que se ha creado naturalmente representa cualidades resilientes ya que las especies han tenido que aguantar las inclemencias de catástrofes o ecosistemas cambiantes y han sabido lidiar diariamente con depredadores, lo cual ha hecho que sólo los más fuertes evolucionen para volverse más rápidos, eficientes, multifuncionales y que aprovechen mejor los recursos; todo esto para un simple objetivo: obligarlos a sobrevivir.
Por miles de millones de años, los animales y plantas continúan mejorando para evolucionar y no quedarse rezagados ante su competencia, lo mismo ocurre con grandes empresas que optimizan sus procesos para que sus productos no terminen siendo obsoletos u olvidados, por lo que con la biomimesis y bioinspiración se basan en especies altamente progresivas para crear inventos que no son capaces de idear por su cuenta.
Millones de ejemplos se han dado desde el siglo XV, en el que inventores utilizaron ambos métodos para crear artículos revolucionarios e innovadores con los que se rompieron paradigmas en la historia, como lo intentó Leonardo Da Vinci al analizar a los pájaros para perfeccionar sus máquinas de vuelo.
Fue hasta la década de los 90, que Janin Benyus acuñó el concepto “Biomimicry” para darle un nombre a esta técnica, utilizada para mejorar el diseño industrial, crear nuevos materiales y usarlos eficientemente.
Por décadas, la raza humana siguió sus propios instintos para construir artefactos que no eran totalmente funcionales, que desperdiciaban recursos y tenían un diseño imperfecto o poco eficiente; sin embargo aquí es donde tanto la bioinspiración y la biomimesis resultan útiles para solucionar problemáticas modernas y crear productos innovadores, disruptivos, sustentables, redituables, competitivos, eficientes, progresivos y sobre todo perdurables.
Evolucionando a prueba y error
Después de años de investigación, científicos, diseñadores e ingenieros han encontrado una excelente manera de resolver inconvenientes, sin embargo no es tan fácil como parece; Robert Full, profesor de la Universidad de UC Berkeley indica que al contrario de lo que muchos piensan la naturaleza no es totalmente perfecta, por lo que no siempre es útil imitarla al 100%.
De aquí parte el desarrollo de la bioinspiración, misma que analiza los métodos con los que animales y plantas funcionan y logran destacarse, para de ahí partir e intentar mejorarlos haciendo que trabajen de forma superior, disminuyendo el margen de error e integrando dos fuerzas potenciales: la biología con la investigación.
Después de haber avanzado tanto, la raza humana ha regresado a sus orígenes para que animales, plantas y organismos les enseñen a utilizar mejor los recursos.
Son ellos los que han evolucionado discerniendo entre qué características perduran y cuáles no, pues saben cómo utilizar sus fortalezas y las ponen en práctica. Se trata de mirar a todas las buenas ideas que han surgido en los pasados 3.8 miles de millones de años y que ya han atravesado el proceso de “prueba y error” que los seres humanos evitan por miedo a fallar.
“Los animales pueden hacer cosas que nosotros simplemente no podemos; vuelan, además de que corren y nadan con una capacidad superior. No podemos siquiera acercarnos a crear algo tan rápido o maniobrable como lo son algunas especies de la naturaleza, así que si extraemos esos principios, seremos capaces de diseñar algo totalmente diferente y funcional” afirma Full.
Gracias a la bioinspiración, tanto animales como plantas se han convertido en los maestros de científicos y diseñadores que han logrado replicar la simplicidad y funcionalidad de sus sistemas para mejorar aún más lo que el hombre podría haber logrado.
Innovación sustentable
Las nuevas generaciones buscan procesos más responsables con el medio ambiente, lo que aumenta la popularidad de la biomesis y la bioinspiración como estrategia de las empresas para crear técnicas más sostenibles con mayor eficiencia en los recursos y confiabilidad para sus consumidores.
Un ejemplo es el robot creado por la Universidad de Stanford, basado en las habilidades de la lagartija “gecko” que cuenta con millones de micro pelos en sus dedos llamados setas que le permiten adherirse a cualquier superficie y trepar incluso con una sola pata, sin necesidad de usar pegamentos dañinos para el ecosistema.
Reduciendo gastos
Debido a su valor agregado, los productos basados en innovación bioinspirada favorecerán el sector económico, ya que para el 2030 se estima que generarán 1.6 billones de dólares del PIB mundial1, además de crear aproximadamente 2 millones de empleos en países como Estados Unidos2.
Los negocios modernos identifican formas de solucionar sus problemáticas mediante la bioinspiración, creando departamentos que ideen estrategias para obtener mejores diseños y ayuden a reducir riesgos y gastos al disminuir el consumo de toxinas, energía y materiales, justo como se hace en el mundo natural, teniendo como resultado un producto innovador, económico y ecológico.
Entre más se parezca nuestro mundo al universo natural, podremos tener una mejor oportunidad de desarrollar algo atractivo y diferente. Las organizaciones deben buscar cómo descatarse creando productos verdaderamente eficaces, funcionales y resistentes, al fusionar los avances tecnológicos con la practicidad de los modelos del medio ambiente lograrán dar un paso adelante de la competencia.
EJEMPLOS POPULARES: |
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– El ingeniero suizo Georges de Mestral se inspiró en los cadillos que se pegaban al pelo de su perro para patentar el velcro en 1952. |
– Speedo ha creado tejidos basados en la piel de un tiburón para reducir su fricción al máximo, aumentando la velocidad del nadador. Es utilizada también en trajes de buzo. |
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– La pintura Sto Lotusan repele la suciedad y el agua como la flor de loto, misma que se autolimpia sin necesidad de algún tipo de jabón. |
– El tren bala japonés Shinkansen copió la forma del pico del pájaro martín pescador, reduciendo el ruido que causaba por la presión del aire, empleando 15% menos energía. |
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– El edificio Eastgate Centre de Harare en Zimbabue está construido con tecnología basada en los nidos de termitas. No necesita aire acondicionado y ahorra 70% de energía respecto a otro inmueble de semejantes características. |
– Redes eléctricas basadas en la infraestructura de los panales de abejas para mejorar la comunicación y reducir un uso excesivo de energía no necesaria. |
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Referencias:
1BIOINSPIRATION: An Economic Progress Report, 2Fermanian Business & Economic Institute
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