Los regaños en la niñez por desarmar o desbaratar las cosas para descubrir su funcionamiento, puede ser que hayan valido la pena para quienes deciden emprender.
Hay una característica humana innata que para los emprendedores hoy más que nunca está marcando la diferencia entre sobresalir y alcanzar el exitoso o ser personas promedio: la curiosidad con un alto nivel de pasión y tenacidad para volverla un estilo de vida, profundizando en el funcionamiento de todo a su alrededor, lo que permite ir más allá de lo evidente al resolver problemas.
Esta cualidad obtiene mayor relevancia en la era de la transformación digital ya que son tiempos para generar mayor valor y entregar soluciones diferenciadas.
“No tengo talentos especiales. Solo soy apasionadamente curioso”, es una frase atribuida a Albert Einstein. Si así fue uno de los científicos más importantes de la historia, cualquier individuo, incluido tú, puede ser alguien que constantemente entrene su cerebro para cuestionar su entorno y desarrollar habilidades que lo lleven a innovar y desarrollar nuevos productos o servicios diferenciados.
Cuando las personas son frenéticas al estimular su curiosidad consiguen alimentar un círculo virtuoso de constante aprendizaje. Esto, al volverse una forma de vida y de ser, las lleva no solo a adquirir más conocimientos, sino a desarrollar nuevas destrezas que las vuelvan invaluables.
Bajo esta forma de vivir lo que se busca es conocer y entender la razón de ser del funcionamiento de las cosas sin caer en un conformismo, siempre con la mira a encontrar respuestas concretas, siendo más pragmáticos con esa inquietud que muchos desean, pero pocos adquieren.
Abriendo la mente se estimula la lógica, el juicio, el sentido práctico, la toma de decisiones, el entendimiento y la creatividad para alcanzar alternativas para lograr resultados tangibles.
Al faltar esa emoción por aprender de forma continua se corre el riesgo de simplemente aceptar las cosas como son, porque resulta más fácil caer en una zona de confort y continuar con el mismo patrón de comportamiento para actuar ante los obstáculos. Esto deriva en un estancamiento tanto en la forma de trabajar como al hacer negocios.
Hay que tener cuidado, ser curioso no significa caer en distracciones que no suman al objetivo que se quiere alcanzar teniendo como resultado que la mente divague. Al contrario, las personas exitosas son proactivas para dedicar su atención y energía cuestionándose el porqué de las cosas; en consecuencia, encontrarán soluciones distintas.
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De esta manera la curiosidad en los emprendedores se vuelve intrínseca, abandonando la seguridad del puerto con tal de aprender sobre aquello que tanto les genera inquietud a nivel casi obsesivo y no tienen tiempo para enfocarse en algo más.
Mentes inquietas para transformar
En un entorno dinámico que exige innovación, se requiere que las personas tengan un fuerte compromiso consigo mismas para apasionarse por ser curiosas, indagar hasta dar con la raíz de un problema con la intención de ver cuál puede ser la forma más creativa y sorprendente de solucionarlo. ¿Qué deben tomar en cuenta?:
- Capacidad para cuestionar el statu quo: resulta fundamental tener disposición por comprender cómo funcionan las cosas actualmente, haciéndolo parte de una forma de ser. La emoción del “como sí…” debe impregnar las mentes de los curiosos.
- Amar el aprendizaje constante: integrar conocimientos es un ciclo sin fin que va más allá de un título o puesto laboral. Por lo tanto, se necesita profundizar en aquello que genera una inquietud que no se va hasta que se satisface, por lo que es esencial clavarse con ahínco hasta “sacarse la espinita”. En otras palabras, la mente tiene que evolucionar constantemente.
- Mentalidad y apertura cerebral: es importante abordar cualquier situación con la disposición de que se puede hacer de otra manera novedosa. Inclusive esto puede requerir la capacidad para desaprender, modificar la perspectiva y tener determinación con la finalidad de generar propuestas atrevidas, sí, pero también innovadoras, especialmente si nadie más las ha pensado. Basta de esa frase trillada: “Aquí siempre se han hecho así las cosas”.
- Disposición para cooperar: conectar con los demás, por ejemplo, en eventos de networking, mediante la empatía y haciendo las preguntas correctas a las personas indicadas facilita saciar la curiosidad, porque hay un interés genuino por conocer el punto de vista de otro, lo que al final enriquece el propio. Así se obtienen ideas o es posible descubrir áreas de oportunidad que quizá no hubieran surgido a falta de una mayor disposición de conectar con otras personas.
- Favorecer la diversión, no el aburrimiento: encontrar respuestas debe ser algo que genere una satisfacción sin igual porque rompe con la rutina que en ocasiones provoca tedio. Jamás será algo aburrido, porque la idea es indagar hasta “dar en el clavo”. Ser insaciables con la curiosidad debe ser algo que provoque alegría y satisfacción por haber conseguido lo aparentemente imposible.
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La curiosidad en los emprendedores requiere de compromiso para pensar más allá de lo establecido y romper con paradigmas que contribuyan al desarrollo de su pensamiento crítico y a la toma de decisiones, de paso impulsando el crecimiento de su negocio.