No es lo mismo usar tu rostro con consentimiento para confirmar tu identidad a que empresas o gobiernos te confundan con un criminal sin siquiera tú tener poder de elección.
Al hablar de sistemas de identificación conectados al Internet, seguro vienen a tu mente ideas sobre qué tan seguros son y si tu información es manejada de forma correcta. Sin embargo, es importante reconocer las diferencias entre los usos del reconocimiento y autenticación facial; se parecen, pero son muy diferentes a la hora de ser aplicadas.
¿Cómo te sentiste la primera vez que tu smartphone te solicitó escanear tu rostro para que pudieras desbloquearlo sin tener que ingresar una contraseña? ¿Te pareció una función cómoda? ¿Desconfiaste del dispositivo y de la empresa detrás de su fabricación? No está de más tu preocupación, pero antes debes comprender que existen diferencias entre reconocer un rostro y verificarlo.
Parecen iguales, pero no lo son
El reconocimiento facial refiere a un programa de software capaz de identificar o verificar la identidad de una persona mediante la comparación y análisis de patrones en su rostro, corroborándolo con una base de datos.
Esta tecnología es la que causa controversia porque se puede usar en sistemas de monitoreo cómo cámaras viales para estudiar las caras de las personas que circulan en la calle. Por ejemplo, si las autoridades buscan a un delincuente, tu cara puede ser confundida con la de un maleante y por ende perjudicarte, ya sea que te arresten o sancionen dependiendo del delito, afectando tu reputación.
Respecto a esta modalidad de verificación de rostro, es importante destacar que tú no tienes poder de decisión contra las empresas, gobiernos o instituciones que apliquen programas de reconocimiento facial. Aunque quieras no puedes evitarlo, ni mucho menos obtienes un beneficio, tampoco sabes cómo son usadas, almacenadas o compartidas las imágenes.
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Por otro lado, la aplicación del reconocimiento facial no necesariamente lleva una connotación negativa. Entre otras posibilidades, puede usarse para:
- Identificar a personas extraviadas, víctimas de tráfico humano o ladrones en tiendas.
- Ayudar a los policías a confirmar la identidad de criminales sin arriesgar sus vidas o a estafadores en los casinos.
- Reconocer traficantes de drogas que pueden rondar las escuelas, entre otras opciones.
En cambio, la autenticación facial se usa para confirmar que tu rostro es el mismo que aparece en alguna de tus credenciales de identificación para determinar que eres quien dices ser. En concreto, si estás planeando un viaje, la agencia o el gobierno te pedirá que escanees tu pasaporte y posteriormente tu cara. Si hay una coincidencia, entonces tu solicitud será aprobada.
A diferencia del reconocimiento facial, en este caso tú obtienes un beneficio, además eliges confirmar tu identidad. Por otro lado, la información y las fotos quedan protegidas para cumplir con los reglamentos de protección de datos.
Otros casos en los que se pueda aplicar la verificación de rostro son:
- Mejorar la experiencia del cliente garantizándole seguridad a través de diferentes plataformas y velocidad sin riesgo de que se sea engañado.
- Detectar fraudes al ayudar a las compañías a evaluar riesgos e identificar robo de identidad, entre otras posibilidades para tomar decisiones más informadas.
- Ofrecer acceso a través diversas plataformas, con el cual los usuarios pueden usar la cámara de su laptop para confirmar su identidad. Posteriormente pueden hacerlo mediante sus dispositivos, ya sea para desbloquear la puerta del coche o reconfigurar la contraseña de alguna de sus aplicaciones con las cuales paga sus servicios.
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Las diferencias entre los usos del reconocimiento y autenticación facial son sutiles, al menos entre quienes no están familiarizados del todo con estas tecnologías. Sin embargo, comprenderlas puede ayudarnos evaluar posibles usos en nuestro entorno, así como a estar atentos en cómo se maneja nuestra la información.