Los problemas siempre estarán ahí, resuelve lo que está en tus manos y continua, de otra forma sólo retrasarás lo inevitable.
Cuando se trata de completar objetivos y alcanzar tus metas, los pretextos sobran, pero los resultados a veces se quedan cortos. El empezar siempre cuesta, pero postergar lo ineludible no hará que las cosas se hagan solas, sólo ralentizará el proceso.
El terminar satisfactoriamente lo propuesto y generar los resultados esperados, produce un grado de responsabilidad que motiva el compromiso, la resiliencia, el sentido de pertenencia en los ámbitos que frecuentas y una costumbre de aprendizaje continuo. Estas herramientas serán útiles en el momento en que un reto toque a tu puerta y prefieras evadirlo en lugar de afrontarlo.
Para ejercitar y acostumbrar a tu cerebro a ir por tus metas es necesario conocer qué te detiene para trabajar en ello.
Aprende a delegar tareas
No sirve de nada que acapares y retrases una actividad demandante. Cada quien debe conocer sus limitaciones, así como las fortalezas de su equipo de trabajo. No es posible terminar los grandes proyectos en sólo unas horas, pero tampoco puedes desecharlos por ser una carga abismal para realizarlos por ti mismo.
Pide ayuda y distribúyela. Identifica el área de expertise de los que te rodean y la voluntad que tienen a la hora de ayudar y hacer las cosas. Esto te facilitará la organización de actividades a sabiendas de que se cumplirá el objetivo.
Admite la responsabilidad de tus actos
El reconocer el impacto de nuestras acciones en los demás o en el entorno brinda un alto rendimiento a la hora de ejecutar trabajos. Cuando estás seguro de las capacidades que aportas y de lo que puedes hacer te sientes más preparado para entregar resultados.
Se trata de una mentalidad y una elección antes que una habilidad. Es necesario trabajar en ello todos los días, para generar confianza y reflejarla en tu trabajo.
Deja a un lado los distractores
El sufrimiento no viene de la realidad, sino de la historia que se inventa a partir de esta. El lamentarte y quejarte por lo que tienes que hacer sólo provocará una pérdida de tiempo, aprovéchalo para sacar adelante tus tareas. ¡Comienza de una vez!
Lleva un calendario en donde especifiques todos tus objetivos, crea una lista y empieza a trabajar en ellos. Te sentirás más productivo y entusiasmado por cumplir con cada aspecto al tacharlo de los pendientes.
Acepta tu suerte
Si piensas que todo lo que te sucede es negativo, así será, porque es la representación de lo que quieres ver en cada situación. Si no te gusta, cámbialo. Empieza agregando a tu vocabulario adjetivos que describan las circunstancias de una forma más positiva o al menos incluye ambos lados del espectro siendo neutral.
Si esperas a que todo sea perfecto, te quedarás ahí por siempre. Las personas productivas actúan a pesar de la adversidad, pues sino ¿qué quedaría por resolver si no son problemas o pendientes?
Reconoce que no lo sabes todo
Aprende a admitir cuando no conoces algún dato que te impide proseguir, pero no te detengas, investiga. ¿Cuánto se pierde por miedo a preguntar? Se prefiere poner la ignorancia como excusa cuando todo está al alcance. Tal vez te den más ganas de hacer algo al conocer lo sencillo que es.
Esfuérzate por lo que quieres, aprende a distribuir tu tiempo. No te desgastes pero tampoco lo desperdicies, acomódalo de manera en que lo aproveches. Utiliza tu imaginación para alcanzar resultados sorprendentes.
Las personas que son productivas realizan su trabajo sin importar que existan obstáculos, si no tienen la respuesta la buscan y si sus prioridades son muchas, delegan. La clave reside en organizarse y afianzar tu fuerza de voluntad para comenzar y terminar con tus objetivos.
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