El cambio no es opcional, hay que aprender a adaptarse a nuevas circunstancias con rapidez para continuar creciendo y transformándose para lograr resultados.
Crisis sanitarias, nuevos competidores, debacles económicas, escasez de chips, cierres de fronteras o cambio climático, son solo algunos de los factores que suponen retos para la supervivencia de las empresas. Los líderes no solo tienen que adecuar sus estrategias de negocios, sino que deben estar dispuestos a modificar prioridades constantemente para adaptarse a un futuro que mes tras mes parece incierto.
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Ante los entornos dinámicos, ya no solo es deseable que los altos mandos sean adaptables, más bien se vuelve una característica indispensable, vital y fundamental de su perfil. De esta manera estarán preparados para impulsar al resto de los colaboradores hacia nuevos horizontes de innovación a fin de que sus empresas no se rezaguen.
Esa capacidad de ajustarse a las circunstancias implica estar listos para desarrollar una gama de comportamientos que les faciliten experimentar nuevas formas de hacer las cosas a medida que evoluciona el entorno. Pero ¿qué deben tomar en cuenta?
Es importante aclarar que, en estas épocas, quien no se considera líder, se está perfilando para quedar fuera del escenario. Serlo es más cuestión de actitud y anhelo con el fin de sobresalir, que de contar con personal su cargo.
Ser flexibles para prosperar
Para que un líder sea adaptable, requiere acoplar su mentalidad y ajustar tanto sus prioridades como acciones al contexto presente. Sin importar que este pueda cambiar en cualquier instante, corren riesgos, son resilientes y se levantan con rapidez tras cada falla, la cual ven como una oportunidad para aprender y crecer.
A fin de ejercer un liderazgo adaptable, primero es necesario considerar tres clases de flexibilidad:
- Cognitiva: es importante incorporar diferentes estrategias de pensamiento y marcos mentales en la planeación, toma de decisión y gestión del trabajo diario. Además, es imprescindible administrar diversos escenarios de forma simultánea y evaluar cuándo es el momento de implementar cambios.
- Emocional: esto requiere la habilidad para gestionar sus emociones y las de los demás. En consecuencia, debe sentirse cómodo con los procesos de transición, incluyendo las quejas y la resistencia al cambio, e incluso con la sensación de pérdida; por ejemplo, en el caso del fallecimiento de un familiar.
- Disposicional: significa actuar con optimismo, pero con los pies en la tierra y con apertura mental. En caso de presentar una situación adversa, esta es tomada en cuenta, pero siempre visualizando un mejor futuro. ¡Cuidado! Esto no implica ser ciegamente positivos, pesimistas o derrotistas.
Una vez aclarado lo anterior, entonces es esencial que el líder tenga claro cómo gestionar tanto sus actividades como las que el resto de los colaboradores deben realizar para asegurar que la empresa enfrente cada desafío.
Generar el compromiso para transformarse
Ante las circunstancias cambiantes y las amenazas de cualquier clase que puedan afectar a la empresa, es importante que los líderes sean capaces de estar a la altura para resolver problemas y de paso inspirar el cambio dentro de la organización.
¿Qué debe considerar?:
- Aceptar la incertidumbre: reconocer que el cambio es constante, que puede traer cosas buenas o malas. Se requiere aprender a vivir en este escenario y a disfrutarlo, aquí es cuando se generan las mayores oportunidades de crecimiento. Además, es vital identificar las preocupaciones de los demás ante este proceso; al final son seres humanos con temores. Una vez aclarado esto, se debe comunicar qué se espera de ellos al actuar como equipo.
- Asumir una mentalidad adaptable: es necesario que vean los retos como oportunidades para mejorar y aprender. También requieren desafiar sus ideas con la intención de aprovechar cada error a fin de mejorar en la siguiente ocasión, ya sea para innovar o ser más productivos, por ejemplo.
- Escuchar diversas opiniones: en un contexto cambiante, el expertise puede quedar obsoleto en poco tiempo. Por ello, es importante considerar los puntos de vista de otros líderes para retar la propia perspectiva, evitando sesgos que impacten no solo en la persona sino en toda la organización.
- Generar seguridad psicológica: esto implica crear un ambiente amigable para que los demás puedan expresar sus opiniones, ser creativos e incluso cometer errores sin miedo a ser juzgados. Los líderes deben promover el intercambio de ideas, aunque estas puedan contraponerse o incluso ser controversiales.
- Desarrollar inteligencia emocional y agilidad: resulta fundamental estar conscientes de las emociones y saber controlarlas. Hay que saber gestionar pensamientos y sentimientos, mas no suprimirlos porque resulta contraproducente. De igual forma, es necesario transmitir estas ideas al resto de los colaboradores.
- Priorizar iniciativas: es imprescindible identificar iniciativas que deben comenzarse a trabajar inmediatamente y cuáles pueden postergarse según su nivel de importancia. Para ello, es importante evaluar si apoyan estrategias clave del negocio o son secundarias.
- Enfocarse en lo que pueden controlar: hay que tener claro qué es lo importante y transmitir esta idea a los colaboradores. Es factible para los líderes considerar ser flexibles tanto ellos como los demás para realizar las tareas en el horario que mejor les convenga, pero cumpliendo con las entregas.
- Actuar con el propósito en mente: es importante que los líderes tengan claro cuál el motivo por el cual existe la empresa y cuál es su misión con los clientes. De esta forma podrán prosperar y atraer a inversionistas que sintonizan con los mismos valores y que impulsen a la organización en tiempos complicados.
- Crear una cultura organizacional poderosa: los altos mandos necesitan establecer los comportamientos, rituales y experiencias que definan la manera de hacer las cosas en la empresa, más allá de las circunstancias que se enfrenten día con día, además de impulsar la innovación constantemente.
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Los líderes que asuman el reto de adaptarse a un nuevo futuro, más allá de la pandemia y con los diferentes desafíos que se presentarán, serán quienes estén preparados para los cambios acelerados e incluso contra posibles situaciones naturales adversas.