Ahora existe una nueva alternativa, sustentable y accesible, para las piedras preciosas que llevas en tu anillo de bodas.
Transparente y brillante, símbolo de estatus y poder, el diamante es el mineral más duro del planeta y también el mejor conductor térmico. Pero ahora estas piedras preciosas no provendrán de la naturaleza, sino de un laboratorio. Así es, ahora existen los diamantes artificiales.
Diamond Foundry es una de las empresas pioneras en el tema. Utilizando un reactor de plasma que alcanza temperaturas tan altas como la capa exterior del Sol, en un mes puede producir mil quilates, lo que se traduce a entre 150 y 330 gemas por quincena.
La idea nació en 2013 cuando Nanosolar, la compañía de energía solar de Martin Roscheisen, cerró sus puertas. Buscando un nuevo proyecto sostenible, y tras dos años de investigación, encontró que era posible crear diamantes por medio de energía solar e hídrica.
Así, con ayuda de diseñadores y cortadores, lanzó en noviembre de 2015 sus primeros anillos de compromiso y diamantes sueltos en línea.
Adiós a las controversias
Por muchos años, la industria diamantífera ha estado relacionada con los “diamantes de sangre” que salen de las minas de países como Angola, República Democrática del Congo, Sierra Leona, Costa Marfil y Liberia, entre otros.
Detrás de los niños soldados, las condiciones de esclavitud, las mutilaciones y violaciones de estas naciones, se encuentran gobiernos corruptos y grupos rebeldes que cambian directamente las gemas en bruto por armas.
En 2003, buscando una solución para este problema, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas impulsó el Proceso Kimberley, un sistema de certificación para el comercio internacional de diamantes en bruto.
Tras años de operación en 49 países, y de acuerdo con la misma iniciativa, los diamantes de sangre representan hoy menos del 1% de la producción mundial.
Sin embargo, Global Witness, ONG que se retiró del programa en 2012 acusando a empresas de lavado de gemas, cuestiona si existen los suficientes controles para asegurar que la compraventa de la materia no se produzca en terceros países y se lleve a talleres de tallado aprobados que le otorguen el certificado correspondiente.
La mejor alternativa
Producir diamantes artificiales que sean indistinguibles de sus contrapartes naturales es la misión de empresas como Diamond Foundry.
“Nos gustan los negocios que hacen el bien, además de ser rentables”, explicó su CEO Martín Roscheisen a CNN. Es por eso que “tenemos diamantes sustentables que no están involucrados en ninguna de estas prácticas”, complementó.
La compañía ha reunido más de 100 millones de dólares de capital con la inversión de multimillonarios como el fundador de Twitter Evan Williams y el actor Leonardo DiCaprio.
“Nuestros diamantes vienen certificados por el Instituto Gemológico de Estados Unidos y son tan reales como los que salieron de la tierra”, dijo Roscheisen.
Otras opciones
Actualmente, diversas empresas incursionan para crear piedras preciosas con las mismas características físicas y composición química que los diamantes naturales.
De Beers, el titán de los diamantes naturales, lanzó en 2018 un minorista de joyería cultivada en laboratorio llamado Lightbox Jewelry.
Este negocio va dirigido a consumidores más jóvenes pues un quilate de diamantes artificiales cuesta 800 dólares, es decir, una décima parte del precio de una gema natural similar.
Hoy, estas piedras representan sólo el 1% del mercado mundial, pero se espera que ese número aumente a 7.5% en 2020.
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