¿Crees que no tienes lo suficiente para guiar el cambio en tu organización? Es hora de que dejes de creer en simples leyendas y comiences a tomar acción.
Por Redacción TNE
Con el paso del tiempo, las organizaciones han evolucionado al grado de que los atributos clásicos del liderazgo ya no son los de antes, aunque sigan aferrándose a no desaparecer. Los modelos tradicionales de comando y control se tambalean, incapaces de adaptarse a la necesidad de más colaboración e inclusión. Hasta que avancemos más allá de algunos de nuestros mitos acerca de lo que significa ser un líder, será difícil generar un cambio real.
Mito #1: Un líder nace, no se hace
Una idea común es que las personas destinadas a ocupar puestos de mando poseen un conjunto cualidades especiales intrínsecas de su personalidad. Libros y estudios enumeran constantemente rasgos que encontrarás en alguien exitoso: visionario, enérgico, dinámico, inspirador, valiente, carismáticos, entre otros.
Es cierto que algunas personas pueden tener una inteligencia más natural, ser más extrovertidas o tener una destreza innata para el habla; pero las habilidades de liderazgo se aprenden, no leyendo y tomando notas, sino a través de la experiencia, el diálogo, la retroalimentación y el coaching. Después de todo, ¿cómo sabrías potencializar a una persona o acordar un importante trato si nunca lo has hecho antes?
Mito #2: Un líder tiene todas las respuestas
En el pasado, se solía caracterizarlos como gente que proporciona soluciones a problemas difíciles en un instante y sin dudar. En realidad esta es la antítesis de la colaboración y la inclusión, ya que produce soluciones que a menudo son superficiales o unidimensionales porque no han sido sometidas a un debate riguroso. La curiosidad y las preguntas son una parte crítica del liderazgo efectivo.
Aquellos que tiene una comprensión clara de sus propias limitaciones es un verdadero ejemplo para los demás, ya que saben que el éxito es un deporte de equipo. Este tipo de personas se dan cuenta de que se necesita un conjunto diverso de talentos a fin de poder innovar.
Como diría Michael Forbes: “Nunca contrates a alguien que sepa menos de lo que tú sabes sobre el puesto para el que lo que hayas contratado”.
Mito #3: Un líder siempre debe ser el foco de atención
Es cierto que ser la cabecilla de una compañía viene con la expectativa de que también debe ser su vocero. Fuera de eso, el liderazgo viene de la mano con ser humilde: tu objetivo es conseguir resultados, no que la gente te reconozca.
Jim Collins, en su libro Good to Great, comenta que alguien excepcional canaliza las necesidades de su ego lejos de ellos mismos y hacia el objetivo más amplio de construir una gran empresa. “No es que no tengan un interés propio por sobresalir, de hecho son increíblemente ambiciosos, pero canalizan ese apetito hacia su organización, no a ellos mismos”.
Mito #4: Un líder lo es debido a su puesto
Esta creencia viene derivada de la disyuntiva entre ser jefe o líder. Mientras el primero ejerce poder sobre su equipo de trabajo, el segundo empodera a sus colaboradores y gana su respeto de manera orgánica, ¿esto qué significa? Que tener un título no te convierte automáticamente en la persona más apta para guiar a buen puerto los objetivos de la empresa. Recuerda que influenciar y crear relaciones son buenos indicios de liderazgo, al contrario de sólo controlar y dar órdenes.
“El problema es que, si bien la autoridad puede obligar a la acción, hace poco para inspirar a alguien a creer en algo. No es suficiente hacer que la gente haga lo que quieres, también deben quererlo por su cuenta. Si no es así, cualquier cambio será efímero”, dice Greg Satell en su obra To Create Change, Leadership is More Important than Authority.
El éxito en generar un compromiso efectivo entre los colaboradores se relaciona directamente con el tamaño del desafío y los resultados con los que estás comprometido. Aprende a liderar a partir de la experiencia y lleva a tu equipo contigo.
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