Por Carlos Treviño Gutiérrez
El inicio de un ciclo es el momento adecuado para evaluar qué se debe cambiar para mejorar.
Un nuevo año es siempre una buena oportunidad para hacer un examen de conciencia y autoanálisis; preguntarnos si lo que estamos haciendo nos está ayudando a llegar al lugar en donde queremos estar. El siguiente ejemplo explica con claridad la necesidad de autocrítica a la que debemos someternos todos los seres humanos constantemente, aprovechemos este nuevo comienzo para ponerlo en práctica:
Hace poco compartía con un empresario algunos logros de otros dueños de negocio. Cuando le pregunté sobre su empresa y qué le gustaría cambiar me dijo: “¿por qué cambiar las cosas si están funcionando?” Noté cierto aire de satisfacción y seguridad en sus palabras, entonces le cuestioné: “¿qué significa para ti que las cosas están funcionando?” Y me dio una explicación que en pocas palabras decía que estaba obteniendo una utilidad “razonable” desde hacía 5 años, que le daba ingreso suficiente para mantener su nivel de vida actual y que no le veía sentido cambiar por cambiar.
Déjame ver si entendí: me dices que tus ventas y utilidades se han mantenido constantes durante los últimos 5 años, dándote apenas lo suficiente para mantener tu nivel de vida y por eso no tiene sentido hacer algo diferente. Parece que olvidaste esa ley de la vida que dice: “lo que no está creciendo, está muriendo.”
En la vida y en los negocios la única constante es el cambio. Y el crecimiento está sujeto a esa misma lógica. Como dijo alguna vez Tomás Alba Edison: “locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes.”
Imagina que vas haciendo un viaje por carretera con tu familia, le dije. Sales de la ciudad con un clima seco, despejado, a 30°C por una carretera recta de 4 carriles, manejando a 130 Km/hr. Te sientes muy bien en estas condiciones de manejo pues llegarás a tiempo a tu destino, con comodidad y seguridad.
Pero hay cosas fuera de tu control en el camino. Un poco más adelante están reparando un puente y hay una desviación de un solo carril por terracería. Esto te obliga a cambiar tu velocidad de manejo para lograr tu meta más importante: la seguridad de tu familia. Luego baja la temperatura ambiente a 5°C con neblina y llovizna, y eso te obliga a modificar de nuevo tu aceleración, prender la calefacción, encender las luces y las intermitentes, todo para lograr tu objetivo primordial.
Igual pasa en tu empresa. Tú eres el líder (el conductor) que maneja el negocio del cual depende toda tu familia para vivir (tu equipo de trabajo incluido). Tu rol es llevarlos a un mejor lugar, a una mejor calidad de vida, con seguridad y en un tiempo razonable a pesar de las cosas que sucedan en el mundo y que están fuera de tu control. Por tal motivo debes aprender a vencer la resistencia al cambio de todos, comenzando por ti.
Si tu negocio no crece más que la inflación y que el crecimiento natural del mercado, estás fallando a tu familia y a la sociedad. Si tus utilidades no crecen cada año, le estás fallando a tus empleados que no mejorarán su nivel de vida trabajando para tu empresa.
Tienes razón al decir que no hay que cambiar por cambiar. Primero debes tener un para qué muy claro e importante para ti. Luego fijar una meta muy específica en un periodo de tiempo definido.
Después mide todo y analiza en qué cosas hay que mejorar. Haz cambios a manera de prueba y evalúa el resultado. Involucra a tu equipo en la mejora continua y pide ayuda externa si lo requieres.
Ahora te vuelvo a preguntar: “¿por qué cambiarías las cosas en tu negocio si están funcionando?”