Comprender el funcionamiento del cerebro al trabajar en equipo ayuda a los líderes a formar grupos exitosos con base en la personalidad de sus empleados.
Uno de los aspectos que diferencian a la humanidad de las demás especies es nuestra capacidad de organización social. Mediante la cooperación y la comunicación las personas logran hazañas que en solitario serían imposibles.
Los seres humanos somos criaturas sociales y en general nuestro cerebro está diseñado para colaborar con los demás, por eso es importante para los líderes comprender el funcionamiento del cerebro cuando se trabaja en equipo, de manera que con base en las distintas personalidades de sus empleados logren formar la unidad perfecta.
El trabajo en equipo es una tendencia a nivel global
Un grupo de científicos del Instituto Salk encontró que al trabajar en equipo el cerebro genera nuevas redes neuronales para adaptarse al entorno social en función de las personalidades con las que colabora y el rol que le toca desempeñar, convirtiéndose en el mejor aliado de las personas para acoplarse a trabajar con distintas personas.
Por otro lado, la Dra. Britt Andreatta, directora ejecutiva de 7th Mind Inc. y autora de diversos libros enfocados en capacitación y consultoría en el tema de la neurociencia en el lugar de trabajo, reveló tras su más reciente investigación que actualmente el trabajar en equipo representa la principal forma para llevar a cabo las tareas y funciones en las organizaciones a nivel mundial.
El 90% de los empleados revelan que pasan entre un tercio y la mitad de cada día trabajando en grupo, por lo tanto, las organizaciones tienen el doble de equipos de colaboradores que hace cinco años. Sin embargo, pese a la gran cantidad de asignaciones laborales que se realizan en conjunto, el 86% de los ejecutivos mencionan que los problemas para trabajar en grupos de forma efectiva, son la causa principal de fallas en su organización, ocasionando que el 30% de los empleados haya considerado renunciar debido a entornos negativos relacionados con el trabajo en equipo.
Sin duda hoy en día, la colaboración empresarial se ha vuelto una competencia clave y una de las principales estrategias de miles de empresas en el mundo, pero para hacerlo exitosamente es esencial comprender cómo funciona el cerebro al momento de predisponerse a colaborar mientras se trabaja, con el fin de crear grupos balanceados en los que fluya la cooperación, armonía y equidad que ayuden a lograr los objetivos planteados.
Maximizar recompensas, minimizar amenazas
Es importante tomar en cuenta que el cerebro humano ha evolucionado mediante sus mecanismos de supervivencia basados en amenazas y recompensas que desencadenan reacciones emocionales dependiendo de lo percibido.
Cuando una persona se siente en riesgo o vulnerable, su cuerpo se pone en estado de alerta, gastando una cantidad considerable de energía al producir cortisol. Por otro lado, al recibir una recompensa el cerebro libera dopamina y se relaja, produciendo una sensación de seguridad y plenitud en las personas.
Diversos estudios demuestran que los humanos buscan constantemente un entorno que fomente una respuesta de recompensa social, evitando las amenazas. Otros incluso han comprobado que los estímulos sociales, tanto positivos como negativos, activan las mismas respuestas cerebrales del circuito neuronal que generan por un lado las recompensas físicas como el dinero y por otro las amenazas físicas como un golpe o dolor.
Ciertos comportamientos de otras personas pueden desencadenar reacciones positivas dentro de los sistemas sociales del cerebro humano que pueden mejorar el compromiso, pero también hay otros que pueden desconcentrar rápidamente a las personas y bajar la moral.
Cuando una persona percibe una amenaza social, por ejemplo, es menos probable que participe en el trabajo y se retraiga, se ponga a la defensiva o se cierre a la retroalimentación. Sin embargo, cuando se siente en confianza con su entorno y su equipo le genera seguridad, el rendimiento aumenta ya que el cerebro deja de consumir energía al abandonar su estado de alerta, permitiendo a la persona enfocarse en impulsar su lado creativo.
Es por eso que los líderes y empleados deben tomar medidas para minimizar y eliminar las amenazas, a medida que maximizan las recompensas para fomentar el éxito del trabajo en equipo.
Los cerebros similares son más compatibles
Diversos experimentos de neurociencia social han demostrado que cuanto más similar funciona el cerebro de dos humanos, mayor es la probabilidad de que se entiendan y trabajen bien en equipo. Sin embargo, aunque los procesos de pensamiento de dos personas sean distintos, el cerebro encuentra la manera de aumentar la motivación y disposición para trabajar en equipo, fomentando la formación de lazos más profundos con los compañeros.
Los vínculos cercanos con otras personas liberan oxitocina en el cerebro, un neuroquímico que recompensa emocionalmente las señales que son socialmente relevantes.
Investigaciones demuestran que la oxitocina aumenta la conciencia en los grupos y las diferencias fuera de este, así mismo nos alienta a sentirnos positivos sobre las personas que son como nosotros y a rechazar a aquellos que percibimos diferentes.
Debido a lo anterior, no solo es importante escoger personalidades y mentes compatibles, también es fundamental desarrollar la apertura y lazos de confianza entre los distintos miembros del equipo, de manera que influyan en sus compañeros para dar lo mejor de sí mismos con el fin de adaptarse aun cuando haya que trabajar con personas con un perfil o personalidad diferente.
El método SCARF: una herramienta para lograr equipos exitosos
Mediante diversos estudios enfocados en el cerebro, el científico David Rock ha desarrollado uno de los métodos más reconocidos para optimizar al máximo el trabajo en equipo. El modelo SCARF, como se le conoce por sus siglas en inglés, explora la neurociencia social y se basa en la tendencia de las personas a buscar recompensas y minimizar el riesgo de amenazas.
El modelo establece que para que un equipo trabaje efectivamente en conjunto, un líder debe garantizar los siguientes cinco aspectos:
- Estatus:
Para incrementar la motivación de los equipos es importante que el líder defina bien los roles dentro del grupo y a la vez busque maximizar las aportaciones y el estatus de cada miembro mediante reconocimiento, agradecimiento, respeto, así como el incentivar los avances e incluso recompensar cuando se haga un trabajo excepcional.
Por otro lado, para evitar una amenaza de estatus, los líderes deben promover el autoaprendizaje en equipo y ofrecer oportunidades para que los empleados proporcionen retroalimentación.
- Certeza:
Por instinto humano el cerebro tiene la necesidad de anticiparse a lo que viene, por lo tanto, suele hacer predicciones del futuro a partir de lo que conoce por experiencias propias y ajenas, así como creencias previas. Además, busca patrones conocidos y evita lo impredecible, ya que provocan un estado de alerta y tensión emocional.
Este estado puede derivar en un exceso de estrés y desembocar en ansiedad. La inseguridad laboral, falta de comunicación y los cambios en el entorno de trabajo pueden aumentar la incertidumbre. Debido a lo anterior es importante para un líder establecer estructuras claras y ofrecer actualizaciones periódicas para brindar a su equipo una mayor claridad y seguridad.
- Autonomía:
Aunque se esté trabajando en grupo y para un mismo propósito, cada individuo tiene su propio proceso de pensamiento. Esto se debe a que somos seres sociales, pero independientes y auténticos a la vez.
Es importante que los líderes otorguen mayor autonomía a los miembros del equipo, brindándoles más libertad para el desarrollo de nuevas ideas. Es su labor empoderar a sus distintos grupos de trabajo, delegando, evitando establecer reglas estrictas e involucrando a todos en la toma de decisiones.
- Relaciones sociales:
El éxito del trabajo en equipo se basa en gran medida en la confianza y empatía que existe hacia los miembros. Para lograr entender el estado emocional de las plantillas y fomentar una sana relación entre los miembros, el líder debe escuchar con sinceridad, prestar atención a las necesidades del grupo y crear espacios o canales de interacción para fortalecer los lazos de confianza. Además, es importante establecer relaciones cercanas, practicar la escucha activa y crear espacios seguros para la comunicación.
- Justicia:
Está comprobado que cuando una persona es tratada de forma justa aumenta su confianza, compromiso y motivación. Es por eso que los líderes deben evitar cualquier comportamiento que genere sensación de injusticia en el entorno laboral.
Liderar con transparencia, esclarecer los procesos y establecer normas para favorecer la igualdad son comportamientos clave para formar un equipo exitoso.
Sin duda es fundamental comprender cómo funciona el cerebro al trabajar en equipo, ya que la colaboración se ha vuelto una de las competencias más requeridas en el entorno profesional actualmente.