El volvernos más conscientes de nuestras emociones nos hace más atentos para encontrar limitaciones que nos separan de nuestros objetivos.
Las habilidades emocionales no sólo nos hacen más humanos, sino que en muchas ocasiones constituyen una condición base para el despliegue de otras capacidades que suelen asociarse al intelecto y que nos permiten tomar decisiones de manera más racional.
Para comprender el gran impacto que tienen las emociones sobre la mente, así como la causa del conflicto existente entre los sentimientos y la razón, debemos considerar la forma en que ha ido evolucionado el cerebro.
Con el paso de los años, el hombre se ha enfrentado de manera natural a un conflicto generado entre la parte primitiva del cerebro que se encarga de las funciones básicas de protección y supervivencia, brindando la capacidad de identificar los peligros y mantenernos alertas; por otro lado, a través de la evolución se ha desarrollado el neocórtex o cerebro racional, lugar en donde se diseñan las acciones para adaptarse a las exigencias de un entorno cambiante, característica que nos diferencian de todas las demás especies.
Diariamente nos enfrentamos con mensajes contrarios generados por ambas partes, es por esto que al hacernos conscientes de esta interrelación nos permite tomar las riendas de nuestros impulsos emocionales, ser más empáticos al entender los sentimientos de nuestros semejantes y manejar con mayor madurez nuestras relaciones; de lo contrario nuestra capacidad racional puede ser secuestrada y llevarnos a comportamientos indeseables.
El psicólogo estadounidense Daniel Goleman, en su libro Trabajando con la inteligencia emocional, define este concepto como la capacidad del individuo para identificar su propio estado emocional y gestionarlo de forma adecuada.
El autor asegura que el potencial del que disponemos para aprender las habilidades emocionales está basada en elementos como la conciencia, la motivación, el autocontrol, la empatía y la capacidad de relación.
Algunos de los signos de advertencia que debes de considerar en tu capacidad emocional y que nos permiten identificar una carencia en nuestra competencia cognitiva son:
Culpar a los demás de tus problemas
El primer síntoma de la inestabilidad es el repartir los problemas con quienes te rodean, lo que puede llegar a bloquear tu capacidad de crecimiento. Es importante que ante situaciones que nos ponen a prueba, se busque una salida productiva tomando el control de una manera más analítica. Culpar a los demás a menudo significa que estás evitando una verdad en ti mismo.
Considerar que tu punto de vista no es tomado en cuenta
¿La gente no conecta con tu forma de pensar? El punto de equilibrio está en trabajar tu capacidad de relacionarte satisfactoriamente con los demás, gestionar conflictos, comunicarte claramente e influir sobre las personas, es decir, trabajar en nuestras habilidades sociales.
Fallar en la empatía
En ocasiones se suele comentar o hacer cosas de manera involuntaria que lleguen a herir a otros, es decir con poca sensibilidad para expresarse. Las personas con estas características tienen poco tacto para desenvolverse, por lo que es necesario iniciar a trabajar en ello y pensar antes de realizar algún mal comentario.
Presentar dificultades para establecer relaciones cercanas
¿El tener pocos amigos o compañeros de trabajo es un problema con el que siempre has lidiado? Mantener un lazo con las personas de alrededor conlleva a una estabilidad, ayudando a tener un mejor desenvolvimiento y comprensión con los demás, así como conocer mejor nuestras cualidades y defectos.
Finalmente, las emociones no son buenas ni malas, sino que son positivas o negativas en función de que al mantener un control de ellas, nos permitan conseguir nuestros objetivos, el bienestar y el de los demás.
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