Por Fabio Riyoiti Irino
En la actualidad, 80% de las organizaciones no están satisfechas con el enfoque tradicional para hacer presupuestos e invierten grandes sumas en adecuaciones de último momento en tecnología, reingeniería de procesos y actividades contables.
Según un estudio1, las empresas mexicanas suelen utilizar el enfoque tradicional y basan su información en datos históricos, sin considerar información externa o algún otro tipo de escenario que permita responder al entorno cambiante y a las diferentes tendencias del mercado.
Cada organización es distinta, no existe un esquema establecido para adaptar los presupuestos a las necesidades del momento, realmente el enfoque se debe orientar a modelos de planeación dinámicos, flexibles y con alta capacidad responsiva.
Los ejercicios financieros deben hacerse de acuerdo a la industria y el comportamiento de la empresa basados en expectativas de mercado, tendencias externas y escenarios probabilísticos.
En el marco económico actual, la información y su disponibilidad suponen más que una necesidad, una ventaja competitiva. En una economía expuesta a la volatilidad financiera, el hecho de reportar la información de manera rápida y transparente es una forma de diferenciar a las empresas.
Se ha comprobado que para ganar competitividad es necesario tener en mente una planeación proactiva con una profunda transformación en su ciclo presupuestario tradicional que genere mayor eficacia en la consolidación de información. Si una organización considera dar este gran paso debe:
· Ser capaz de obtener información en tiempo real (presupuesto vs. pronósticos) en su plataforma tecnológica.
· Dar seguimiento real por rubro, enfocado en resultados históricos, proyecciones y su índice desempeño-presupuesto con metas hombre-corporación.
· Utilizar una perspectiva flexible que permita eventos basados en excepciones o desviaciones relevantes.
· Ser capaz de destacar las principales variaciones presentadas y las causas raíz de las mismas.
Los responsables de la función financiera están encargados de la gestión óptima de los recursos disponibles para garantizar la operación del negocio, por lo tanto, es vital que en épocas de recesión se disponga de una estrategia que supere los problemas originados por el cambio de ciclo económico.
Este planteamiento será posible si la organización cuenta con elementos de gestión global, un plan claro apoyado por la alta dirección y con una visión estratégica del futuro inmediato del negocio o al menos al mediano plazo.
Es clave que la disponibilidad de autonomía financiera otorgue la flexibilidad necesaria para navegar en tiempos de crisis, la cual debió ser construida en los momentos de expansión del negocio.
Esta situación requiere de una mezcla adecuada de fuentes de financiación “propia vs. ajena”, plazos de amortización de la deuda que permitan una devolución operativamente admisible, costo de capital razonable y una constante en el tiempo de manera que los retornos de inversión se cumplan en los plazos establecidos para las diferentes inversiones acometidas.
No podemos olvidar la presión a la que ha estado sometida la función financiera en los últimos años, derivada del establecimiento de un marco global, nuevas normas contables y la actuación del propio regulador a través de los conocidos “Códigos de Buen Gobierno”, “Sarbanes/Oxley”, entre otros, que protegen los intereses de la empresa y a los accionistas.
Lo anterior ha marcado los entornos corporativos y de mercado en los últimos tiempos y ha obligado a las compañías a un proceso de actualización de su estrategia financiera, adecuación operativa de la función y la implantación de nuevas tecnologías de soporte que den la cobertura requerida a la misma.
Por ejemplo, el hecho obligatorio para muchas compañías de presentar un Informe anual de gobierno corporativo en cumplimiento a la regulación dirigida a reforzar la transparencia de las sociedades cotizadas; para el conjunto de las empresas este requisito es una buena práctica de negocio cuya ausencia es difícil de justificar.
Tras asegurar la aplicación de las nuevas normas y criterios de gestión corporativa, la perspectiva de las Direcciones Financieras y de Control es retomar su posición estratégica creadora de valor para el negocio, especialmente, a través del soporte al proceso de decisiones prestado a la Dirección General y Consejo de Administración.
Este soporte implicará el establecimiento de una serie de prioridades de la función financiera que permitan generar información necesaria para poder tomar decisiones en tiempo y forma adecuada.
Prioridades de la función financiera
En épocas de cambio de ciclo económico se establecen una serie de factores para alcanzar el óptimo estratégico, operativo y tecnológico. Así, se producirá una adaptación urgente al nuevo entorno socio-económico a favor de una alineación con las necesidades del negocio:
Es un hecho que el entorno evoluciona a cada instante y aunque las empresas manejan esquemas distintos, deben buscar siempre que su plan de negocio vaya enfocado hacia la sustentabilidad del mismo, para que el ejercicio financiero cumpla su función y logre superar los tiempos de crisis.
1 Accenture