Gobiernos han creado aplicaciones para monitorear el avance de la epidemia con el apoyo de los datos que generan los ciudadanos. Sin embargo, esto abre las puertas a medidas de control social que atenta contra los derechos humanos.
Con frecuencia escuchas cómo Corea del Sur logró combatir la epidemia de Covid-19 de forma efectiva, pero ¿a qué precio? ¿Afectando los derechos humanos de los ciudadanos? No hay duda de que la inteligencia artificial (IA) ayuda en el combate al coronavirus, sin embargo, impacta en la privacidad de las personas y quizá no debería ser así.
Mientras el uso de la tecnología en la nación asiática ha sido un factor esencial para frenar el avance de la epidemia, otros países se apoyan en la IA con la intención de impulsar la investigación a fin de crear soluciones que contribuyan a minimizar el riesgo.
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De acuerdo con Tech Crunch, Seúl ha recolectado forma extensiva e intrusiva datos personales de sus ciudadanos. Con estos, ha analizado transacciones de tarjetas de crédito, grabaciones de cámaras de seguridad y ubicación de las personas. Las autoridades incluso han desarrollado una aplicación que comparte la localización de los contagiados para saber si están cumpliendo con las restricciones de movilidad.
Países como China, Irán, Italia, Israel y Taiwán, entre otros, han implementado medidas similares a las mencionadas enfocadas al monitoreo y control social. Si bien, la intención es buena, también se abren las puertas para otras actividades que no serían bien vistas en sociedad democráticas.
Las acciones tomadas por los gobiernos pueden llegar a normalizarse. En primera instancia, el pedir a los ciudadanos que instalen aplicaciones no son lo suficientemente seguras, ya establece un precedente. Más allá de esto, los datos generados por dichas apps ofrecen insights sobre tendencias de movilidad ya sea en lugares públicos, oficinas o áreas residenciales.
A pesar de que existen lineamientos como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR, por sus siglas en inglés), vigente en la Unión Europea, los gobiernos pueden suspender su aplicación en caso de una emergencia nacional. A esto se le suma que no existe un marco legal sobre el uso ético de la inteligencia artificial.
Tras un debate público y de advertencias por parte de expertos, Alemania rechazó implementar una aplicación centralizada. Sin embargo, Francia y Noruega usan sistemas centralizados que usan datos sensibles, mismos que son almacenados en servidores centrales.
Comprometerse con la seguridad de la información
Ante dicho riesgo, es importante que las autoridades generen un pacto: que todas las aplicaciones desarrolladas para atender crisis de salud deben ser públicas, donde los datos y algoritmos, entre otros elementos, sirvan a los investigadores. Aludir al coronavirus para incumplir normas de privacidad y aprovechar la información, no debe permitirse.
Piénsalo, cuando la epidemia esté más controlada o incluso erradicada, ¿querrás de nuevo tu privacidad? La IA debe fomentar la buena gobernanza, no al revés. La inteligencia artificial ayuda a combatir el coronavirus, pero no debe poner en jaque la privacidad de las personas. ¿Estás de acuerdo?