Por Jaime Bárcenas Ramos
Alicia: ¿Podría decirme, por favor, qué camino debería elegir para irme de aquí?
Gato Cheshire: Eso depende de a dónde quiera ir.
Alicia: No me preocupa mucho a dónde.
Gato Cheshire: Entonces, no importa qué camino elija.
Extraído de: Alicia en el país de las maravillas “Alice’s
Adventures in Worderland” Mac Millan and Co. Londres 1865
Primeramente hay que entender que la planeación estratégica va más allá de un conjunto de conceptos, definiciones, y principalmente superar la trampa clásica de preocuparnos en exceso del “cómo” para centrarnos en el “por qué” y “para qué”.
Puedo afirmar que planeación estratégica hoy es: “Crear un sistema flexible e integrado de objetivos y de sus correspondientes alternativas para lograrlos, (iniciativas) que concreten y especifiquen la razón de ser y las ambiciones definidas para la empresa y sus negocios”.
Por lo tanto, lo más importante en un plan estratégico es la definición nítida y clara de los objetivos e iniciativas que permitan guiar la acción de la empresa.
Aquí surge la primera gran paradoja: a pesar de que el concepto pone énfasis en la estrategia – entendida ésta como la alternativa o camino para llegar al objetivo -, esto no es lo más importante.
La clarificación de objetivos en la mente del equipo gerencial facilita enormemente la elección de estrategias y no al revés, así como también de un análisis del entorno donde la empresa opera, y de un examen interno de sí misma para ajustar sus capacidades al logro de los objetivos.
La planeación estratégica significa también saber con cierta probabilidad, dónde estaremos en el futuro, en función de las decisiones que deben adoptarse hoy.
La posición que se tiene actualmente como empresa, es derivada de las decisiones que se tomaron hacia 2, 5 o más años atrás, al igual que la situación que se desea obtener en los próximos 2, 3, 5… años, depende de las decisiones que adoptemos hoy.
La planeación estratégica es un proceso que depende de diferentes factores, como:
• La estructura de las decisiones estratégicas para lograr objetivos en un entorno dado.
• La empresa como un todo, no de sus partes ni de sus funciones.
• El potencial de utilidades, y no sólo de los resultados del pasado o recientes.
• El futuro de la empresa con todas sus interrelaciones con el entorno y por lo tanto, de su sobrevivencia, continuidad y sustentabilidad.
• La búsqueda de la esencia del negocio (misión) y por lo tanto, de la mejor combinación de recursos y alternativas para lograr los objetivos.
• La empresa vista a través de sus “negocios” o portafolio y no a través de sus funciones de apoyo.
Todo lo anterior requiere de una metodología, de una disciplina, pero lo importante es crear una mentalidad estratégica que nos permita definir y concretar objetivos viables, innovadores y motivantes.
Recordemos que la estrategia más que el camino, es el cómo llegar a un objetivo, por lo tanto, si éste está definido y clarificado, es más fácil seleccionar el mejor camino para llegar a él.
Por eso es extraño que se enfatice en los libros tanto en el procedimiento y no en el qué es lo que se quiere lograr. A la larga esto produce confusión, porque centrarse en la estrategia es hacerlo en el medio y no en el fin, y por más que los planes se desarrollen de acuerdo a una metodología, los planes fracasan.
El éxito del plan estratégico no reside en la “calidad” del procedimiento seguido para confeccionarlo, sino en la capacidad de las personas de la empresa, mediante un sistema de pensamiento y de acción para llevar a término el plan, logrando sus objetivos determinados con anticipación.