Investigación asegura que los chicos se dejan llevar por lo que los androides les dicen, en comparación con los adultos quienes son tan fáciles de disuadir.
17/08/18 | Por Noticias TNE
El estudio Children conform, adults resist: A robot group induced peer pressure on normative social conformity publicado por el diario científico Science Robotics aseguró que los niños son más susceptibles que los adultos a sufrir la presión por parte de los robots para elegir algo. De acuerdo a los investigadores, los hallazgos muestran que a medida que los autómatas y la IA se integren en los espacios sociales, debemos ser cuidadosos con la influencia que ejercen, especialmente en los jóvenes.
“Es bien sabido que las personas cambian su comportamiento y decisiones para ajustarse a los demás, incluso por hechos obviamente incorrectos”, se lee en el reporte. “Debido a los recientes desarrollos en inteligencia artificial, los robots se encuentran cada vez más en entornos humanos y forman una nueva presencia social. Todavía no está claro si estas máquinas son capaces de ejercer presión similar a la de humanos.”
La investigación, realizada con niños de entre siete y nueve años, se llevó a cabo en la Universidad de Plymouth, donde un equipo de científicos replicó el experimento mental del paradigma de Asch.
En el test original, se les pide a personas mirar tres líneas de diferente longitud y luego determinar cuál es la más cercana en tamaño a una cuarta línea separada. Los participantes suelen tener una alta probabilidad de obtener la respuesta correcta; pero cuando se les coloca en un grupo al que los científicos piden secretamente elegir una respuesta incorrecta, las probabilidades de que el sujeto se deje llevar por lo que dicen los demás aumentan considerablemente.
En este caso los compañeros eran robots, los cuales fueron colocados junto a niños y adultos. Cuando fue el turno de los chicos, en primera instancia obtuvieron un puntaje promedio de 87% en la prueba cuando estaban solos en la habitación. Sin embargo, en el momento en que los juntaron con las máquinas, la puntuación cayó hasta el 75%. De las respuestas incorrectas, el 74% coincidió con las de los autómatas. En el caso de las personas mayores, no se vio caso alguno de presión social.
“Lo que muestran nuestros resultados es que los adultos no se conforman con lo que dicen los robots, pero los niños sí”, comentó Tony Belpaeme, profesor líder de la investigación. “Los chicos quizás pueden tener más afinidad con los robots que los adultos, lo que plantea la pregunta: ¿qué pasaría si los robots sugirieran por ejemplo, qué productos comprar o qué pensar?”.
A pesar de lo mostrado, Belpaeme no descarta que si se utilizaran diferentes tipos de androides, los adultos también se verían influenciados. “Los que utilizamos no tenían suficiente presencia para ser influyentes. Eran demasiado pequeños, parecían juguetes”. Incluso, muchas personas asumieron que estaban fallando o no eran lo suficientemente avanzados para contestar las preguntas. El profesor de robótica sugirió que si intentaran de nuevo con otra clase de robots o si les dijeran “Esta es la mejor IA de Google”, los resultados podrían ser diferentes.
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