29/11/16 | Por Noticias TNE
La empresa enfrenta juicio que pone en riesgo las regulaciones de la economía colaborativa.
Uber tendrá que probar que es un servicio digital y no una compañía de transporte ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, con el objetivo de confirmar si la empresa californiana es una competencia desleal para los taxistas tradicionales.
Un revés para la empresa la obligaría a acatar normas más estrictas, costos operativos adicionales y la disponibilidad de conductores se reduciría. Además, se abre la posibilidad de que se regulen otros servicios similares, tales como Airbnd, Deliveroo y Hassle.
“Por supuesto que hay implicaciones para otras plataformas de economía colaborativa, ya sea un servicio de bicicletas, limpieza del hogar o de ensamblaje de mueblería”, declaró Debbie Wosskow, fundadora de Sharing Economy UK. “Europa es un mercado importante para todas las compañías en esta zona y la reglamentación representaría un reto para ellas”.
La empresa de San Francisco alega no ser de transportación, que únicamente se apoya en herramientas tecnológicas para contar con una base de operadores e intermediarios. Para los jueces no será una decisión fácil ya que no es propietaria de coches, pero sí un prestador de servicios.
En relación al último punto, lo único que hace es enlazar conductores con pasajeros quienes ingresan a la aplicación y seleccionan su destino, mientras que los primeros deciden si aceptan o no llevarlos de un punto a otro.
Los que están a favor ven una plataforma tecnológica; la mayor parte de su nómina está integrada por ingenieros de software que la diseñan y le dan mantenimiento, hecho que, en teoría, demuestra que sólo se dedica a la tecnología.
Por su parte, quienes están en contra sugieren que el no clasificar a los conductores como empleados de tiempo completo es parte del problema. Por el hecho de contar con estándares de mantenimiento para los vehículos y un código de vestimenta, la empresa actúa como una transportista tradicional.
La Unión Europea permite a las compañías de servicio operar libremente en los países miembros pero algunos sectores, como el de transporte, aún enfrentan regulaciones nacionales estrictas.
Han transcurrido cinco años desde que inició la batalla entre Uber, las autoridades europeas y las compañías de taxi, desde que llegó al viejo continente en 2011. Los servicios, en algunos casos, han sido prohibidos o limitados en países como Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos y España.
Incluso sus oficinas en Ámsterdam han sido allanadas y en Francia sus directores han sido amenazados con ir a la cárcel.