Cientos de barcos con contenedores varados en los puertos, fábricas que detienen su producción y consumidores ávidos de volver a comprar ahora que se acerca la Navidad, ¿qué sucede?
A medida que se acelera la recuperación económica tras la crisis sanitaria, se incrementa el consumo más de lo esperado. En consecuencia, las cadenas de suministro global, especialmente las de China, se ven afectadas e incapaces de satisfacer la demanda, perjudicando las ventas con miras a ver pocos regalos de bajo del árbol navideño.
Actualmente, hay cuellos de botellas en los puertos, ferrocarriles, aviones de carga y bodegas en general. Como resultado, se está generando un retraso en las entregas de los productos. A esto se suma que los países han abierto sus economías a un ritmo diferente, mientras el precio de los combustibles aumenta e impacta a la industria del transporte.
A finales de septiembre, alrededor de 73 contenedores estaban en stand by en la Bahía de San Pedro, en California1. De estos, 36 fueron forzados a alejarse un poco de la costa debido a que los fondeadores estaban llenos.
Previo a la pandemia, un barco tenía un máximo de 24 horas para desembarcar todos los contenedores, mientras que ahora tarda hasta una semana2.
No por nada, el 85 % de los retailers creen que sin duda le fallarán a los clientes en la entrega de productos durante esta próxima Navidad3.
Aumentan las ganas de comprar
Al menos en Estados Unidos, la demanda de productos se incrementó en un 22 % con relación a los niveles previos a la pandemia. Los ciudadanos de este país han aumentado la demanda de juguetes y artículos deportivos (74 %) y electrodomésticos (49 %)4, por lo que están dispuestos a comprar más cosas que viajar o tan solo ir a comer a algún restaurante.
Por otro lado, con el regreso a las oficinas, hay un incremento en la demanda de computadoras, impresoras y de otros artículos, incluidos aquellos enfocados a reducir la propagación del COVID-19.
Todo lo anterior va de la mano con los programas de estímulos fiscales, entre otros factores, que países como Estados Unidos, Canadá, entre otros, han otorgado para reactivar la economía. Sin embargo, todas estas iniciativas se han topado con el hecho de que hay poco personal en los puertos para descargar contenedores, tampoco hay suficientes transportistas debido a la crisis sanitaria, porque muchos de ellos han decido retirarse.
Una agravante a la complicada situación es que las fábricas en China han suspendido operaciones debido al impacto que generan en el medio ambiente. Además, en algunos casos, el gobierno chino ha limitado el suministro de energía eléctrica, afectando la producción de las plantas y reduciendo la disponibilidad de componentes necesarios para crear nuevos productos.
Actualmente, todos estos artículos se encuentran varados en contenedores en diferentes puertos de Asia y hay retrasos en las entregas que van de 30 a 90 días. Sin duda, esto podría afectar la disponibilidad de mercancías para eventos como El Buen Fin o la Navidad, por lo que los consumidores tendrán que planear mejor sus compras si quieren que los regalos lleguen a tiempo a sus allegados.
Asimismo, debido a los recortes que hubo durante la pandemia, ahora las fábricas no cuentan con el personal suficiente para cumplir con las metas de producción o empresas no pueden cumplir con sus fechas de envíos. Por ejemplo, en Reino Unido hay escasez de conductores lo que impacta en la logística y distribución de los productos.
¿Se verá la luz al final del túnel?
No está claro si la crisis en las cadenas de suministro terminará a mediados del 2022 o incluso hasta entrado el 2023. Sin embargo, todo apunta a que la situación podría empeorar antes de mejorar.
Esta incertidumbre y desequilibrio en la apertura económica está relacionada con las restricciones de movilidad, así como en la falta de un pasaporte de vacunación global para facilitar traslados de personas. Cada país se maneja de manera diferente; por ejemplo, Estados Unidos es más flexible al permitir que los ciudadanos salgan a las calles, mientras que en el continente asiático las limitaciones son más estrictas.
Por otro lado, la economía se estresa porque, si bien hay consumidores con dinero para gastar, no hay productos o los que existen resultan más caros.
China está enfrentado problemas con el crecimiento de su PIB, el cual solo creció en un 4.9 % durante el tercer trimestre de 2021. Esto debido a que la actividad industrial aumentó menos de lo esperado en septiembre, alrededor de un 3.1 % por debajo del 4.5 % esperado5.
La disrupción en las cadenas de suministro durará mientras los precios del transporte se mantengan altos, los tiempos de entrega sean más largos y continúe la escasez en los medios de transporte y la falta de chips permanezcan siendo un factor crítico para industrias como la de los automóviles y las telecomunicaciones. En el caso de Alemania, los cuellos de botella seguirán afectando la producción, obstaculizando el crecimiento en una economía basada en las exportaciones.
Con los problemas y la crisis en las cadenas de suministro, los consumidores tendrán que prepararse para una disminución en la oferta de productos. Sin embargo, a pesar de que no hay una clara solución al problema, este tampoco será permanente.
Referencias: 1Marine Exchange of Southern California, 2CNN Expansión, 3Bloomberg, 4Capital Economics, 5Reuters