El comportamiento que se tiene en casa influye considerablemente en cómo será el trato con los integrantes de los equipos de trabajo, reflejándose en el nivel de productividad.
Por María Isabel Vela Saro
Existe un fuerte lazo entre la vida en familia y la clase de adultos en que se convierten los hijos de ésta, ya que es un microcosmos donde se viven situaciones críticas como el poder, la intimidad, la autonomía, la confianza y la habilidad para la comunicación; éstas son partes que fundamentan nuestra forma de ser en el mundo.
La gente que vive con humanidad está dispuesta a correr riesgos, ser creativo, competir y cambiar cuando la situación lo amerita. Siempre encuentran medios para adaptarse a cosas nuevas y distintas.
El desarrollo de una familia es una tarea difícil y complicada, ya que la convivencia insatisfactoria es tan común que a menudo se cree que no existe otra forma de cohabitar; sin embargo si entre cada uno de los miembros se tiene una elevada autoestima, respetando el valor de sí mismo y de los demás, van a irradiar confianza y esperanza.
Cuando la gente siente que vale poco espera el engaño, maltrato y desprecio de los demás, esto abre la posibilidad de convertirse en víctimas. Es necesario que dentro de este núcleo se desarrollen personas lo más congruentes, fuertes y empáticas posibles, ya que todo inicia ahí.
La sociedad actual quiere rendimiento, no vínculos; nuestra cultura está haciendo desaparecer la solidaridad. Cuando la persona es incapaz de evitar un estallido de ira o ser sensible por las actividades de los demás, tiene efectos nocivos en el equipo de trabajo, esto se ha incrementado por la presión de la globalización y las tecnologías de la información. Es importante salir de esa zona de confort y no dejarnos atrapar por la rutina, el reto es descubrir nuevos horizontes de manera permanente.
A medida de que el desempeño laboral es satisfactorio y se alcanza el éxito, es común que se pierda de vista la importancia de la familia, dejándola en segundo plano.
Se cree que siempre estará y que habrá tiempo para fomentar vínculos una vez que se tengan cubiertas las metas laborales, pero desgraciadamente no es así. Requiere de un trabajo diario, una dedicación aparte, tendría que ser nuestra mejor empresa y no sólo eso, el lugar óptimo para sentirnos aceptados y amados.
No podemos afirmar que por el hecho de tener o pertenecer a una familia, siempre será armónica o funcional. Cada miembro tiene la responsabilidad de fomentar los vínculos para que esto suceda.
Dale tiempo a la vida familiar
¿Te agrada vivir con los tuyos?, ¿sientes que estás con amigos, con personas que te agradan y en quienes confías?, ¿ser integrante de este grupo es divertido y emocionante? Si puedes responder “sí” a estas preguntas vives dentro de una familia nutricia; si contestas “no” o “no mucho”, es posible que estés en una que tiene ciertos conflictos; lo cual no significa que sea mala, sólo que los miembros no son felices ni han descubierto la forma de amar y valorar abiertamente a los demás.
Los adultos están tan enfocados en decir a los hijos y a ellos mismos lo que deben y no hacer, que jamás aprenden a disfrutarse como personas.
En una familia nutricia es sencillo asimilar el mensaje de que la vida y los sentimientos humanos son más importantes que cualquier cosa.
Vivimos a un ritmo tan agitado donde las demandas externas llenan nuestro día a día sin espacio para el seno parental; cada integrante está ocupado en sus propios diálogos de manera personal sin la oportunidad de comunicarse con los demás. Las conversaciones se vuelven monosilábicas, vacías e impersonales; la comunicación funciona al estar frente a otro expresando nuestro sentir ante ciertas circunstancias.
Ocupamos nuestros momentos familiares para hablar de las personas, de sucesos que algunas veces no tienen relación con el núcleo y el miedo a ser juzgados impera. La falta de tiempo y de propiciar espacios para dialogar son problemas esenciales, ya que vivimos siempre contra reloj haciendo de la casa un lugar para cohabitar.
Disponer de tiempo no garantiza que la empresa familiar se desarrolle sin problemas. Cuando están reunidos ¿qué sucede?, ¿gran parte de la conversación se centra en los defectos de otras personas?, ¿alguien monopoliza el tiempo con recitaciones de malestares y enfermedades?, ¿impera el silencio?, ¿están callados en sus sillas esperando una oportunidad de escapar? Es importante cómo se puede aprovechar ese tiempo para conectarse con los tuyos, entrar en contacto con lo que es la vida de cada uno; es en este momento en el que pueden emerger y manifestarse las alegrías y frustraciones individuales, así como los fracasos y sufrimientos.
Las relaciones interpersonales son los eslabones vivos que unen a los integrantes de este núcleo.
Al explorar las partes de estas relaciones, podremos alcanzar un mayor entendimiento del sistema familiar en el que vivimos y despertar en los demás vitalidad y alegría de trabajar en equipo.
La clave es estar presente
Las relaciones exitosas pueden describirse de una manera simple: dentro de la familia, los adultos trabajan en equipo, permanecen abiertos a otros, demuestran su presencia como individuos, su respeto y estimación hacia los demás, tratan a los miembros como seres únicos, tienen conciencia de sus semejanzas y edifican su relación sobre este fundamento, a la vez que crecen y aprenden de sus diferencias.
Todo integrante necesita tener cierto espacio para su intimidad, no importa que sea grande o pequeño, siempre y cuando que sea privado. Resulta más sencillo valorar y respetar un lugar propio y así apreciar el de los demás.
Es importante contar con la capacidad de administrar tus cosas y participar en las decisiones que afecten el modo y el momento en que otros lo utilizarán, esto puede brindar la sensación de ser valioso como parte del grupo.
En casa como en una empresa para realizar una tarea se requiere de la administración del tiempo, espacio, equipo y energía de las personas. Es indispensable determinar cuáles son los recursos de cada uno y compaginar con las necesidades que se presentan.
Uno de los problemas que se observa con mayor frecuencia es que los integrantes tienen que hacer muchas cosas y responder a demandas en poco tiempo. Parte de esta carga puede disminuir si se encuentran métodos más eficaces para cumplir con los requerimientos de la ingeniería entre parientes.
Existen cuatro temas que muestran nuestra temperatura familiar:
Aprecio: es compartir sentimientos de estima por los demás; se logra expresando y no dando por un hecho lo que se siente.
Quejas sobre aspectos negativos e inquietudes: hay que invitar a una persona que tiene un comentario a presentarlo con una recomendación para cambiar y, si se requiere pedir ayuda para lograrlo.
Enigmas: son los vacíos que aparecen de manera natural cuando hay mucha gente reunida, las personas olvidan, se expresan mal o no escuchan con atención. Lo importante es conservar claras las cosas y dar nueva información; ésta es más fácil recordarla si se cuenta con una estructura que te permita no olvidarla.
Esperanzas y deseos: muchas veces, nos engañamos porque preferimos no expresar con palabras cuáles son nuestras esperanzas y deseos por temor a que no ocurran; jamás sabremos qué puede pasar hasta que hayamos verbalizado nuestros anhelos.
Es importante fomentar y fortalecer los vínculos dentro de la familia para que sea un apoyo, un lugar donde podamos refrescarnos y recuperar energías para enfrentar con mayor eficacia el mundo exterior.
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