Hay momentos en los que es necesario replantear la gestión del talento, adecuándolo a circunstancias de cambio o inciertas y al mismo tiempo hacer los ajustes correctos que permitan llevar el barco a buen puerto.
El entorno económico y organizacional es impredecible y en ocasiones, caótico. No es susceptible a predicciones basadas en ejercicios habituales de análisis por escenarios ni metodologías tradicionales de planificación. Programar por objetivos expone sus debilidades ante los retos impuestos por un contexto en permanente transformación. Ante este panorama, ¿cómo mantener al equipo enfocado?
Un nuevo enfoque sobre la administración del capital humano, dotará a la empresa actual de mayor agilidad, flexibilidad y versatilidad ante la incidencia de procesos de cambio acelerado y eventos disruptivos.
Veamos entonces las cuatro dimensiones que caracterizan a ambientes de inestabilidad y lo que se puede hacer para lograr que la gestión del personal supere con éxito cada caso y se mantenga al equipo enfocado:
- Volatilidad: el reto de afrontar los tiempos de crisis puede surgir de manera inesperada creando condiciones de inseguridad de duración incierta. Aunque las causas del desequilibrio son fáciles de comprender, el entorno es excesivamente dinámico. Lo que en un momento dado se asume como una certeza, puede dejar de serlo de un instante a otro.
- Recomendación: identificar un pool de personas talentosas con las habilidades y competencias relevantes, para intervenir en escenarios de tiempos de crisis, minimizando el riesgo de eventuales pérdidas de capital humano y por ende, financiero.
- Incertidumbre: hay un factor de riesgo generado por la expectativa, la predicción del futuro puede ser irrelevante e inútil cuanto mayor sean las inquietudes que se presentan.
- Recomendación: implantar una cultura de aprendizaje que gestione el conocimiento como una ventaja competitiva a través de redes de colaboración, ecosistemas de innovación y comunidades de práctica.
- Complejidad: los hechos se intensifican por numerosos cambios que se interrelacionan. Aunque se conozcan los fundamentos de la situación y la naturaleza de las variables presentadas, las circunstancias pueden ser complejas.
- Recomendación: reestructurar la arquitectura organizacional para motivar personas, afrontando con agilidad y flexibilidad un contexto complicado, enfocándose hacia el desempeño. Desarrollar las competencias de la gente clave, para convertir la gestión de la complejidad del ambiente en una ventaja competitiva a través de las personas.
- Ambigüedad: las relaciones causa-efecto pueden ser desconocidas por completo y en ocasiones sus resultados pueden acarrear consecuencias para las empresas. Las decisiones tomadas en circunstancias dudosas suelen ser riesgosas.
- Recomendación: conformar equipos de innovación con la libertad de generar y probar hipótesis, que conduzcan al establecimiento de relaciones causa-efecto, contribuyendo a disminuir el riesgo implícito en la toma de decisiones. Es fundamental implantar prácticas que posibiliten el aprendizaje y la mejora continua a partir de errores cometidos durante la fase de experimentación.
La transformación, es la clave:
El potencial de una compañía para ser competitiva y rentable en un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo como el actual, dependerá de su anticipación y habilidad para modificar amenazas en oportunidades reales a través de las personas.
La competitividad y la rentabilidad sostenible de la empresa va a estar supeditada al desarrollo de una cultura de innovación, apalancada con la visión de los líderes, siendo movida por la pasión y el compromiso del mejor talento y un equipo enfocado, con la destreza de tener claridad del rumbo para poder innovar en modelos de negocio, productos, servicios, y por supuesto, a una mayor velocidad que la competencia.
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