Por Miguel Ramos Hernández
Las exigencias en términos de productividad y competitividad profesional son cada vez más altas. Trabajamos muchas horas, tenemos mayores responsabilidades y se espera de nosotros mejor preparación y compromiso total. Ante esta avalancha de demandas, ¿qué podemos hacer?
Antes se creía que la productividad y la efectividad estaban directamente relacionadas con la preparación, por lo que las empresas invertían fuertes cantidades de dinero en capacitación.
Después se comprobó la importancia del desarrollo de competencias y habilidades de comunicación, liderazgo, resolución de problemas, entre varias más. Hoy sabemos que nada de esto es suficiente si no contamos con la salud y el bienestar indicado para desempeñarnos en nuestras funciones.
Lo anterior puede sonar obvio, pero la realidad es que aunque existen muchas formas de tener un estilo de vida que nos permita ser tan productivos como queramos, pocos dedicamos el tiempo necesario a llevar a cabo esas rutinas que nos podrían ayudar para lograrlo.
Toma nota de estas pequeñas claves cotidianas para incrementar tu productividad desde hoy:
1. Date energía de calidad
– Nuestro cuerpo obtiene de los alimentos todo lo necesario para realizar sus funciones. El cerebro consume del 20 al 27% de la energía de nuestro cuerpo, así que si queremos rendir debemos empezar por nutrirnos.
– El desayuno es indispensable para iniciar bien la jornada de trabajo, reserva unos minutos para tomarlo en casa. Lo mejor es consumir carbohidratos que te brinden energía: pan integral, tortilla de maíz, fruta. Evita los jugos y no tomes azúcar en el café o té, pues la energía que te proporcionan es de poca duración. Añade algo de proteína: claras de huevo, queso (de preferencia blanco) o leche. Con esto estarás listo para comenzar.
– Para activar tu metabolismo y mantener la energía, deberás tomar colaciones: una a media mañana y otra por la tarde. Puedes comer alguna fruta, verdura, barra de cereal, semillas o frutos secos, que son excelentes proveedores de vitamina B.
– A la hora de la comida, haz un esfuerzo por tomarte el tiempo necesario para disfrutar de tus alimentos y distraerte un poco. Comer en el escritorio y de prisa es muy mala opción. Si no puedes comer en casa o llevar tu propia comida, asegúrate de comer en lugares donde puedas elegir platillos balanceados. Si abusas de los carbohidratos y las grasas, es casi un hecho que por la tarde te estarás durmiendo y adiós productividad; en la medida de tus posibilidades, asegúrate de comer verduras, proteínas y cereales. Equilibra tu alimentación todo lo que se pueda.
2. Mantente en acción
En la actualidad es muy poco el tiempo en que estamos físicamente activos, cada vez es más frecuente que pasemos de 9 a 10 horas sentados frente a la computadora, 2 horas trasladándonos de un lugar a otro, 6 a 8 horas durmiendo y otras tantas viendo la televisión.
El ejercicio nos ayuda a mantenernos en nuestro peso, oxigenar la sangre y liberarnos del estrés. Junto con una buena alimentación son tantos sus beneficios que por lo menos deberían hacer que te preguntes por qué no has comenzado a ejercitarte.
Rompe con la tiranía sedentaria de la silla de tu oficina, por muy ergonómica que sea, genera estragos en tus músculos. Cada hora, levántate a dar una vuelta, usa las escaleras en lugar del elevador, y después de comer camina un rato por la zona. Sé creativo y encuentra más formas de mantenerte en movimiento.
Recuerda que el ejercicio debe ir acompañado de correcta hidratación. Bebe de 2 a 3 litros de agua natural al día, esto más una alimentación baja en grasas y carbohidratos, te ayudará a estar más ligero y ágil en el momento de activarte.
3. Duerme bien para rendir bien
Mientras duermes, tu mente y cuerpo se recuperan para que estés alerta y puedas concentrarte a lo largo del día. La falta de sueño está asociada con problemas de memoria, irritabilidad, dificultad para aprender, accidentes y errores en el trabajo.
Respeta tus horas de sueño: duerme mínimo 6 horas y máximo 9. Es fundamental que establezcas un horario para ir a la cama y despertar, y que te apegues a él.
· Si te cuesta trabajo conciliar el sueño, el plátano, la miel, la leche caliente y el pollo, son alimentos que estimulan la producción de melatonina que es la responsable de ayudarnos a dormir.
· Cuidado con el café. A veces lo tomamos para mantenernos despiertos por la tarde o noche y acabar algunos pendientes más, pero a veces sus efectos duran más allá de lo que hubiéramos querido, impidiéndonos conciliar el sueño. Suspende el consumo de este tipo de bebidas 6 horas antes de ir a dormir.
· A la hora de la cena es importante que tomes algo ligero, bajo en grasas pero que contenga carbohidratos (tortilla, pasta o pan), esto ayudará a tu organismo proporcionándole energía para realizar sus funciones mientras duermes.
4. Ahuyenta el estrés
Aparte de las presiones laborales, no podemos olvidar las preocupaciones por nuestros familiares, compromisos sociales, cuentas por pagar, reparaciones en casa, entre otras. Nuestro cuerpo no está diseñado para aguantar tanto estrés y menos de manera constante.
Resuelve los problemas y pendientes mientras puedas, dejar las cosas para después es una de las principales fuentes de estrés. Si surge alguna dificultad, resuélvela y conclúyela cuanto antes. De igual forma, si hay alguna tarea pendiente que puedes terminar hoy, ¡hazlo! Saber que tenemos cuestiones pendientes nos desgasta, aunque sean pequeñas o sin importancia.
· Si tu trabajo implica mucho desgaste mental o emocional, considera incrementar tu consumo de vitamina B, que se encuentra en vegetales de hoja verde y leguminosas, así ayudarás a reducir el desgaste del sistema nervioso.
· Para mantener la concentración y atención, se recomiendo tomar de 6 a 8 nueces o almendras diariamente, esto resulta muy bueno para la memoria.
Si te fijas, con algunos cambios en tu estilo de vida podrás alcanzar los resultados que necesitas y ser mucho más productivo. ¡Comprométete contigo! No se trata de descubrir el hilo negro o de hacer esfuerzos extraordinarios: sólo es cuestión de ser constante y eficiente contigo mismo en las pequeñas cosas. ¡Invierte un poco cada día y gana mucho más!