Hacer equipo con tu competidor para un fin en particular se puede escuchar bonito mercadológicamente, pero es un arma de dos filos que de no hacerlo correctamente, puede perjudicar más que beneficiar.
Estamos acostumbrados a escuchar las palabras “trabajo en equipo”, “dos cabezas piensan mejor que una” o “solo se llega más rápido; juntos, más lejos”. Sin duda, esto aplica también para las empresas que crean alianzas con la competencia para producir valor; es un riesgo calculado que no debe de tomarse a la ligera, pues así como hay casos de éxito, también hay los que no llegaron a buen término. Es importante definir reglas claras que fomenten la transparencia, eviten pérdidas millonarias y afecten la reputación.
Se viven tiempos dinámicos, ya sean políticos, sociales y económicos; pero sobre todo, tecnológicos.
Las organizaciones enfrentan el reto de transformarse o quedarse rezagadas, también pueden encontrar afinidad en algún tema en particular que justifique el riesgo de colaborar con un competidor.
El principal objetivo de la cooperación es reunir los atributos que distinguen a las compañías −que se complementan entre sí− para desarrollar algo que por sí solas no podrían; esto permite agregar valor.
“La colaboración entre competidores tiene sentido cuando justifica una conveniencia para ambas partes, tiene estructura y claridad e implica procesos que no son diferenciadores”, de acuerdo a Evan Rosen, autor del libro The Culture of Collaboration.
En 2011 BMW y Toyota unieron esfuerzos para crear un vehículo de lujo amigable con el medio ambiente a través de un proceso que mostró sus ventajas, ya que compartieron costos y conocimiento.
“Fundamentalmente somos compañías de ingeniería y hemos encontrado que hablamos el mismo lenguaje”, comentó Didier Leroy, Vicepresidente y Miembro de la Junta de Directores de la Toyota Motor Company. “Por supuesto que continuaremos siendo competidores, pero la colaboración ha sido excelente hasta ahora y entregaremos lo que los socios y el mercado esperan”.
Para que la sinergia sea efectiva debe ser abierta y flexible, manteniendo intactos los valores centrales de las partes. Se requiere de una visión clara de lo que se necesita y reunir a un grupo de colaboradores adecuado para lograrlo; además de tiempo para comprender y apreciar la perspectiva, intereses y necesidades de la otra parte; por último, entender y valorar sus diferencias también son factores críticos para el éxito.
Microsoft trabaja con Dell, Samsung y otros fabricantes para llevar sus productos a usuarios de Android. “La colaboración con Samsung es emblemática de nuestros esfuerzos por traer lo mejor de los servicios de productividad de Microsoft a todos”, declaró Peggy Johnson, Vicepresidenta Ejecutiva de Desarrollo de la compañía.
Con el objetivo de llevar una colaboración a buen puerto, se requiere definir con precisión los alcances de la cooperación y evaluar la situación como verdadera competencia; definir objetivos por lo que las metas estratégicas deben de convergir, pero las competitivas no.
Por ejemplo, empresas como Coca Cola, PepsiCo, Red Bull y Unilever participan junto con el Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas, en la iniciativa Refrigerants Naturally, con el fin de desarrollar tecnologías de refrigeración más sustentables. La cadena de valor de estas compañías depende de ese proceso, pero de ninguna manera se interfiere con los mercados meta de cada una.
Además, lo ideal es definir un procedimiento, así como establecer funciones y responsabilidades de todos los involucrados. El Harvard Business Review, por ejemplo, sugiere que los empleados en todos los niveles estén atentos a la información que se va a compartir y cuál no, pues la de naturaleza confidencial debe de salvaguardar la seguridad de la empresa, pero debe de facilitarse aquella que propicie el desarrollo de un proyecto específico.
Entre los beneficios que se obtienen a través del trabajo en conjunto se encuentran el acceso al conocimiento para operar y reducir el margen de error; experiencia técnica al reunir a distintos profesionales; efectividad con la creación de productos y servicios, así como lograr estabilidad e impacto a largo plazo.
No todo es miel sobre hojuelas
La colaboración entre competidores también tiene sus contras, pues de no haber acuerdos correctamente establecidos, se pierde autonomía en las decisiones. Si bien, éstas deben de tomarse en conjunto, las partes tienen que estar conscientes de ello, pues esto puede generar conflictos de interés, fuga de recursos, ya sea en tiempo y energía del equipo de trabajo, lo cual al final incide en la reputación de las empresas.
Los malentendidos pueden ser cruciales para el fracaso. En 1999, la NASA perdió 125 millones de dólares en su alianza con Lockheed Martin, empresa aeroespacial, por la pérdida del Climate Orbiter, sonda espacial que realizaría estudios de la atmósfera marciana. ¿A qué se le atribuyó el error?
Dos sistemas métricos distintos, derivados de una falta de comunicación. De acuerdo al New York Times, los ingenieros de Lockheed Martin configuraron el sistema métrico en libras, pero los científicos de la NASA creyeron que estaba en newtons.
La transparencia y la confianza no se dan por sí solas, hay que construirlas. Ésta se manifiesta en las formas de trabajo y en la consideración de las posibles eventualidades que puedan surgir. En 2011, Ford y Toyota, a través de un Memorándum de Entendimiento, acordaron colaborar para desarrollar sistemas híbridos para camionetas de tracción trasera (RWD) y mejorar los sistemas tecnológicos de telemática. Dos años después, la situación cambió.
Ford decidió trabajar en los desarrollos por su cuenta en 2015. Esto tomó por sorpresa a Toyota: “Nosotros propusimos todo. Desconozco si hubo robo de información, nosotros aportamos la tecnología que teníamos, incluso hasta los diseños”, declaró Koei Saga, Senior Manager Officer de la Toyota Motor Company. Al abandonar el acuerdo, Ford se quedó con las ideas.
Mientras que el fin sea específico, se seleccionen los socios correctos, se tomen precauciones y se definan claramente los términos esperados (como valor y esfuerzo conjunto), la colaboración permite mejorar los ingresos, aportar a la sociedad y al planeta, al tiempo que satisfacen las necesidades de sus clientes, cada vez más demandantes.
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