Por David Laurence Vidales
Cada acción que realicemos define nuestro destino, por lo que está en nosotros alcanzar metas y objetivos que nos representan.
Se acerca el final de un año más. Podríamos decir que en muchos casos, estos días suelen traer pensamientos de ilusión, prosperidad y unión, pero en algunos otros, sentimientos de soledad, injusticia o desamparo. Si nos ponemos a pensar, qué es lo que marca la diferencia entre aquellas personas que perciben el término de un año como la entrada a una nueva vida o proyecto, en comparación con aquellas que lo perciben como el pago de algo que hicieron mal o inconcluso… ¿qué es verdaderamente lo que está sucediendo?, ¿por qué tanta diferencia entre unos y otros?
Evidentemente la historia de vida de las personas es tremendamente variada. Tanto existen algunas con una calidad de vida excepcional, como las que la están pasando abismalmente mal, pero que entran con la frente triunfante al siguiente año. Te preguntarás, ¿es directamente proporcional la ilusión de entrar a un nuevo año, con la felicidad adquirida en el presente? La respuesta es no.
Cada segundo le damos el significado a nuestras experiencias en la forma en que nosotros decidimos. El fracaso y el dolor son nada, si nuestra determinación por alcanzar nuestra meta es lo suficientemente poderosa. Y una vez posicionados nuestros sueños u objetivos, las probabilidades de alcanzar el éxito aumentan en un 1000%, porque claridad es poder.
La calidad de vida que tenemos es el resultado de nuestras decisiones y acciones pasadas. No hay errores y no hay culpables, simplemente hay expansión de conciencia.
¿Por qué es importante que conectemos mente-cuerpo-espíritu de manera holística al cumplimiento de nuestros objetivos y metas próximas? Antes de llegar a la respuesta vamos a recordar lo siguiente: somos el resultado de millones de años de evolución. Somos seres únicos e inimitables. Ni la computadora más avanzada del mundo, que ha llevado naves y gente al espacio, es capaz de llevar acabo procesos que hace tu cuerpo. Por ejemplo: llorar, sentir, amar, ilusionarse, reproducirse… qué maravilla ¿no crees?
Pero ese cuerpo tan magnífico que posees, si lo observas detalladamente para ver su composición, ¿qué es? Bueno pues, tu piel, órganos, cabello, etc. son sólidos o líquidos, que a su vez están constituidos por moléculas que están formados por átomos y estos por partículas subatómicas moviéndose a velocidades indescriptibles generando una sola cosa: energía. Entonces, ¿se pudiera decir que nosotros somos pura energía?, la respuesta es: sí.
Pero hay algo que va junto con esa energía, que es la mente o la conciencia. Es muy importante decir que el cerebro y la mente no es lo mismo. La mente o la conciencia es la sumatoria de todo lo que eres, de todo lo que has sido, lo que ha contribuido y contribuye a que tú existas. Decisiones, acciones, materia, sentimientos, vidas, anhelos, culpas, etc. Todo lo que te representa en este cosmos, es la conciencia.
Es tremendamente importante que nosotros tengamos claro cuáles son nuestros objetivos, metas y visión de vida, no solamente en vísperas de la entrada de un año nuevo, sino siempre. Y también emocionalmente hablando, porque la relación de la conciencia con los sentimientos es abismalmente grande. Si estás triste, contento, motivado o desilusionado, hay una relación directa con tu mente.
¿En dónde te encuentras?
Reflexiona con estos niveles de conciencia para llegar a tus objetivos.
Nivel uno o conciencia contraída: ante esta situación, tus deseos se ven frustrados y lo que quieres topa con una oposición. Sientes mucho conflicto y tremendo desgaste al seguir ese camino. Tienes miedo a tomar la decisión equivocada. No tienes paz interior y cada vez te sientes más cansado.
Nivel dos o conciencia expandida: La necesidad de luchar empieza a disminuir, tienes más ganas de socializar y empatizar con más gente. La decisión se torna clara y te motiva a llevarla a cabo. Ves de cara al miedo y te das cuenta que no existe, simplemente es algo que tenía que pasar, porque en tu evolución como persona ya no “cabía” en esa situación, ahora ya eres más. El conflicto interno ha desaparecido, pero tenemos que recorrer el camino.
Nivel tres o conciencia pura: no hay lucha porque todo marcha bien y espontáneamente. Las acciones que estás llevando a cabo te benefician y no solamente a ti, sino a los que amas y a tu medio ambiente. Te sientes bien, inspirado, amable, gustoso, alegre, estás enamorado de la vida y con los que en ella viven. Todo lo ves con optimismo. Quizá no hayas alcanzado aún tu objetivo, pero sabes que vas en el camino correcto.
Nivel cuatro o conciencia sustentable: no importa lo que suceda, lo triste que te sientas, lo incómodo, quizá lo inadaptado o lo insuficiente. Reconoces que esto que estás viviendo es un regalo de la vida, algo que tú has estado luchando por vivir por absurdo que parezca. Esa lección de vida, es una recompensa a tu esfuerzo, aunque te esté doliendo. Necesitabas pasar por ahí para comprender bien quién eres y a dónde vas. Entiendes lo que verdaderamente es la felicidad, lo que te lleva a conciliarte con tu verdadera misión.
¿Por qué es importante que llevemos a cabo nuestras metas? Porque son la senda de nuestra vida. Son el camino que nos describe como personas, un regalo que el universo ha puesto ante nosotros. Si traes en mente esas metas en particular y no otras, es porque tu evolución de conciencia te está pidiendo que camines por ahí. Quizá no logres todo lo que te propones o como tú lo quisieras, pero la persona en la que te vas a convertir al haber transitado tus horas de esfuerzo por conseguir aquello, va a ser alguien totalmente diferente a quien eres actualmente.
Hay metodologías para conseguir tus metas y por ende la evolución de tu conciencia. Recordemos que lo único que nos va a quitar un mal hábito es otro hábito, así que escojamos los buenos, cuesta lo mismo pero con resultados abismalmente diferentes.
¿Qué se necesita?
Tómate media hora para reflexionar introspectivamente tu vida. ¿Qué es eso que me está quitando paz y equilibrio? Identifícalo, muchas veces ni siquiera estamos conscientes de eso.
Toma una foto mental clara de tu meta y visualiza eso que quieres. Transmite el sentimiento de vivirlo en verdad.
Toma las acciones necesarias para conseguir eso que deseas, sin miedo al cambio, a lo nuevo o al proceso de recuperación. No confundas dolor con equivocación, porque primero tenemos que eliminar lo que nos está deteniendo para poder avanzar.
Las maneras, medios y tiempos de respuesta, están en tu determinación. Ve por tu sueño, porque esta es tu vida.
Inspírate con algo que te inspira, enamórate con lo que te enamora. Ya no hay tiempo que perder, ni felicidad ni alegría que no disfrutar.
Somos el resultado de nuestras decisiones y acciones pasadas, tomemos las correctas y vivamos nuestro sueño compartiéndolo con la gente que amamos.
Tú eres tu voz y tu líder, nada tiene la capacidad de detenerte. ¡Ve por todos y con todo!