Por Redacción TNE
Mujer talentosa menospreciada por pensar demasiado y olvidada por ser demasiado sexual para su tiempo.
Tal vez muchos grandes líderes se caracterizan por ciertas cualidades que son las típicas que se expresan comúnmente y que se han vuelto esenciales para cualquiera que busque sobresalir en su área: buen orador, humilde, inteligente, persuasivo, talentoso, carismático, emprendedor, arriesgado, etc., sin embargo hay algunos otros personajes en la historia que supieron ser grandes con hábitos poco comunes o tal vez no tan sonados.
Gabrielle Émilie le Tonnelier de Breteui, mejor conocida como Émilie du Châtelet fue una matemática, física y filósofa francesa del siglo XVIII, subestimada en su tiempo. Se obsesionó por el trabajo de Isaac Newton e incluso identificó errores en él y los resolvió, además se encargó de traducirlo del latín al francés, gracias a que hablaba ambos idiomas, así como el inglés, griego e italiano. Era extremadamente brillante, sin embargo tenía un “defecto” para la época: tenía demasiado sexo.
Émilie era una mujer muy adelantada a su tiempo, era considerablemente inteligente y se caracterizaba por tener una vida sexual muy activa que no era bien acepta durante ese época.
Muchas personas menospreciaron su talento por considerar que era demasiado liberal, ya que se encargaba de superar los estándares esperados para una mujer de su posición.
Su madre siempre estuvo preocupada por ella desde que era pequeña, su principal inquietud era que la joven aprendiera y leyera demasiado al punto de saber tanto que ningún hombre iba a querer casarse con ella.
La tarea de una mujer era sentarse, quedarse callada y verse bien, “pareciera que las mujeres sólo nacieron para aprender a coquetear” aclamaba.
Sin embargo sí tuvo un compañero que estaba a su altura -por lo menos durante 15 años-, el escritor, historiador, filósofo y abogado Voltaire, quien presuntamente fue el amor de su vida y su amante mientras ella estaba casada con Florent-Claude, Marqués du Châtelet-Lomont. Voltaire correspondía su amor, reconoció su intelecto y no la reprimió a que dejara de pensar, así como muchos de sus enamorados poco a poco fueron atrayéndose por sus capacidades, su libertad y además de su belleza y habilidad para sociabilizar, Émilie lo tenía todo.
Hasta cierto punto Voltaire no era un matemático, lo suyo eran las letras, por lo que se sintió inferior junto a du Châtelet en algún momento, fue ahí cuando empezaron sus problemas, aunados a algunos económicos y otras aventuras amorosas de ambos.
Lamentablemente, la vida sexual tan activa de Émilie fue lo que la caracterizó, no tanto su increíble intelecto; esto también tal vez la llevó a perder su prestigio y a que su trabajo no se le diera el mérito adecuado, a pesar de haber sido quien dio a conocer la investigación de Newton, ya que al traducirlo al francés muchos pudieron tenerla a su alcance para entenderla.
Diversos científicos utilizaron sus teorías y además se dieron cuenta de sus mismos errores gracias a ella, sin embargo nunca la reconocieron.
Émilie desarrolló el concepto moderno de la energía y jugó un rol crucial en la ciencia y las matemáticas.
Sin embargo, tal vez haya sido su maldición esa promiscuidad, o en cambio existe la posibilidad de que eso fuera lo que la haya llevado a ser tan brillante, de acuerdo a un estudio realizado por la Universidad Konkuk en Seúl, una vida sexual activa mejora la función cognitiva e impulsa la producción de nuevas neuronas mediante la supresión del estrés crónico, así que si pensabas buscar formas de aumentar tu inteligencia u otras habilidades, éste es un increíble y excéntrico hábito que recién ha sido descubierto por los grandes pensadores.