Aunque algunas situaciones laborales dejan tus sentimientos a flor de piel, éstas deben controlarse para no dañar tu desempeño e imagen profesional.
Por Redacción TNE
¿Cómo reaccionas cuando te dicen que ese ascenso que tanto anhelabas por fin llegó? o ¿cuándo te avisan que ese proyecto en el que tanto has trabajado se canceló? Este tipo de situaciones dentro de la oficina son detonadores para que las emociones afloren poniéndote en la encrucijada de cómo debes actuar sin que se vea afectado tu estado de ánimo o imagen profesional.
Los humanos son seres capaces de expresar sus sentimientos tanto positivos como negativos a cualquier hora del día como respuesta a la llegada de un agente externo que provoca alegría, tristeza, ira, etc. Las emociones ayudan a las personas a adaptarse al medio que las rodea y, aunque se le da mayor importancia a la parte racional del ser humano, el estado afectivo es digno de subrayarse porque indica cuál es la situación de su ánimo real y no del que quiere mostrar a otros.
Sensibilizarse hasta las lágrimas o enojarse hasta los gritos ¿es bueno o malo cuando se está en la oficina? De acuerdo a Bruce Clarke, especialista en Recursos Humanos de la firma CAI, lo importante es utilizar las emociones de forma inteligente para que trabajen en beneficio personal y no en contra. Así que es posible que haya ocasiones en las que sea válido derramar una lágrima o reír a carcajadas, sin embargo las reacciones coléricas deben evitarse a toda costa porque pueden malinterpretarse.
Anteriormente los abuelos decían que había que actuar con madurez, ahora se dice que se debe adquirir inteligencia emocional.
Para conseguirlo hay que acumular experiencias y reflexionar sobre éstas, para manejar todas las situaciones con sabiduría y prudencia.
El psicólogo estadounidense Daniel Goleman define a la inteligencia emocional como el conjunto de habilidades que sirven para expresar y controlar los sentimientos de forma adecuada, dependiendo si se está en un terreno personal o profesional1.
De acuerdo al reporte Future of Jobs2, la inteligencia emocional será una de las 10 habilidades más valoradas por los empleadores al momento de contratar nuevos trabajadores en el 2020.
Reconoce lo que sientes y exprésalo
Lo primero que debes considerar es que las emociones se controlan, no se evitan ni se guardan. Sin embargo, mantenerlas al margen no es una tarea fácil, sobre todo cuando tu personalidad es demasiado sensible o explosiva ante la menor provocación.
Anne Kreamer, especialista en clima laboral y autora del libro “It’s Always Personal, Navigating Emotion in the New Workplace” destaca que las personas deben reconocer lo que sienten y nunca ignorar sus emociones o de lo contrario se estará poniendo una limitante para tenerlas bajo control y al no hacerlo pueden explotar en cualquier momento.
En ocasiones la gente se guarda lo que está pasando por su mente y se desahogan hasta que llegan a su casa, según la autora no está mal, siempre y cuando se canalice el sentimiento de forma correcta (por ejemplo hablando con la pareja) para no afectar la dinámica familiar. Lo ideal es enfrentar las situaciones complicadas en ese momento, pero sin actuar por impulso.
¿Cuál es la mejor manera de conseguirlo? Cuando la emoción que necesitas demostrar es positiva (alegría) casi nunca hay problema al expresarlo, cualquier jefe o compañero tendrá una buena actitud ante un ataque de risa, un abrazo o hasta un pequeño grito de emoción.
Sin embargo, cuando es negativa, como tristeza o ira, se complica porque simplemente no puedes ponerte a llorar en tu espacio de trabajo. En este caso, sugiere Kreamer, lo ideal es retirarse a un lugar tranquilo, como el baño o un parque cercano a la oficina, y tomar algunos minutos para controlarse. Debes aprovechar ese tiempo para desahogarte y respirar hondo hasta que sientas que el control vuelve a ti.
Identifica tus detonadores
¿Te has preguntado qué hace que tus emociones afloren? Es básico identificar los factores que te afectan para que de esta forma sea más sencillo mantener los sentimientos a raya.
Por ejemplo, cuando sabes que la junta con tu equipo de trabajo te hace sentir frustrado o molesto y es inevitable no asistir, pon en práctica tu inteligencia emocional para manejar lo malo que puede surgir, escuchando atentamente con una actitud positiva sus ideas o comentarios, aunque no estés de acuerdo con ellos; ya habrá tiempo de respirar y dar tu opinión o retroalimentar para llegar a un consenso.
En este sentido Barbara Lee Fredrickson, profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de Carolina del Norte afirmó en una investigación que aquellas personas que acostumbran a tener pensamientos positivos, desarrollan y potencializan su creatividad al mismo tiempo que mitigan las emociones negativas, que son las más complicadas de mantener al margen y pueden ocasionarte problemas laborales, por ejemplo cuando gritas por un enojo o lloras ante la frustración.
El estrés es una causa frecuente de que las emociones se muestren fácilmente, sobre todo las negativas como la ira, la desesperación o el miedo.
Una encuesta de TalentSmart mostró que el 90% de los empleados con alto desempeño, también son los mejores en manejar sus emociones durante una crisis, ya que siempre tienen presente que no todo lo que pasa a su alrededor es controlable o depende de ellos, a pesar de que cuanto más estresados estamos, menos capacidad de reacción tenemos.
Las personas que tienen una alta inteligencia emocional están en mejor disposición de poner sus propias emociones y sentimientos a un lado para tomar en cuenta las de otros.
Un beneficio para todos
En su investigación Goleman también encontró que con el buen uso de la inteligencia emocional los ingresos de una empresa pueden crecen considerablemente al mejorar el ambiente afectivo y anímico del personal.
Harvey Deutschendorf, experto en inteligencia emocional y autor del libro “The Other Kind Of Smart”, considera que cuanta más cooperación haya entre los equipos de trabajo, se tienen mejores habilidades para controlar las emociones, por lo que es tarea de los jefes la promoción de la tolerancia y una mejor relación entre todos en la organización.
Cuando se es más tolerante, empático y abierto a la retroalimentación, será automático detenerse a pensar claramente cómo reaccionar ante una situación complicada, estresante o no planeada. Al conseguirlo nuestra reacción, física o verbal, será la indicada para el momento y nuestro estado anímico permanecerá intacto.
Así que valora lo que tienes y evita preocuparte por cosas que no están a tu alcance, de esta forma tu nivel de estrés no se elevará y tus emociones estarán bajo control.
Referencias:
1Libro “Inteligencia emocional en la empresa”, 2World Economic Forum 2016
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