Por Redacción TNE
El uso de la tecnología representa una oportunidad para salir adelante en una sociedad conservadora.
Nacida en Irán de padres afganos que huyeron de la invasión soviética en Afganistán para luego regresar a este último, Roya Mahboob, de 29 años, tuvo la valentía de escoger una profesión y decidir luchar contra una sociedad conservadora que delega a la mujer a un segundo plano.
En un café internet de la ciudad…
A los 16 años Mahoob fue consciente de querer iniciar una carrera en la tecnología después de ver una computadora en el único cibercafé de Herat, Afganistán. Esto la llevaría a iniciar, en 2004, sus estudios en Ciencias Computacionales.
En 2010, con tan solo 23 años de edad, se convirtió en la primera Directora Ejecutiva de Tecnología cuando, junto con sus hermanos, fundó Afghan Citadel Software (ACS) con el objetivo de involucrar y hacer partícipes a las mujeres en el creciente mercado de la tecnología del país.
Tecnología para la equidad
“Considero que la alfabetización digital da voz a las mujeres en la conversación global. Posteriormente, pueden desarrollar distintas habilidades que les permitan lograr su independencia financiera”, explicó Mahboob.
El interés por el impulso y empoderamiento de las mujeres en Afganistán, se debe a la sociedad conservadora del país donde, comúnmente, las mujeres se quedan en casa, interactuando solo con los miembros de la familia y amigos cercanos. “No socializamos. Se supone que tampoco debemos reír mucho, no es algo bueno en una mujer”.
A pesar de encontrar obstáculos tales como la falta de confianza para los negocios por parte de sus pares masculinos; ser espiada, así como amenazada de muerte, ella no se dio por vencida en su lucha.
La perseverancia de tocar puertas en poco más de 500 empresas en el exterior, rindió frutos cuando conoció a Francesco Rulli, un hombre italiano de negocios y filántropo que se encontraba en Nueva York.
Con su ayuda, Mahboob fundó la Digital Citizen Fund (DCF), una asociación no lucrativa que ayuda a mujeres y niñas, en países en vías de desarrollo, a tener acceso a la tecnología y conectar con el resto del mundo.
La DCF enseña a niñas de entre 12 y 18 años de edad lo básico en temas digitales y financieros, así como clases de codificación o redes sociales. Cada año, 2 mil 400 niñas toman los cursos.
La organización ha establecido 11 centros tecnológicos en 11 escuelas y ha capacitado a más de 8 mil estudiantes femeninas. Entre los planes de la institución se encuentra el plan de expandirse a otros países, como México, donde contemplan instruir a 5 mil estudiantes.
La distancia no es pretexto
Después de ver en peligro su vida y la de su familia, Mahboob decidió en 2014, irse a vivir a la ciudad de Nueva York, desde donde continúa en su lucha por contribuir al empoderamiento de la mujer y evitar la fuga de talentos donde los jóvenes, ante alta tasa de desempleo, son propensos a abandonar el país o, en el peor de los casos, ser reclutados por los grupos armados.
Mediante este proyecto Mahboob comparte su experiencia que le mostró que el mundo puede ser mucho más grande de lo que realmente es: “En cualquier sociedad conservadora no hay igualdad para la mujer. La tecnología puede cambiar eso —cambió mi mundo”.