Mientras algunos los consideran una mala influencia, hay otros que afirman que este tipo de entretenimiento es un factor clave para mejorar las calificaciones de los menores.
Por Redacción TNE
A lo largo del tiempo, los juegos de video han sido “satanizados” hasta hacerlos llevar etiquetas de ser malos para quien los utiliza, dañar el nivel cognitivo de las personas, provocar sedentarismo en los niños; además de disminuir su rendimiento escolar y sus habilidades para socializar, entre muchas otras.
Pero, aparentemente hemos vivido engañados. Estudios recientes coinciden en la afirmación de que su efecto es todo lo contrario: los videojuegos, utilizados a consciencia y por un determinado tiempo al día, que no exceda al que se destina a otras actividades, hace que los menores tengan mejores calificaciones en la escuela y en general, incrementen la capacidad cerebral de quien los usa, sin importar la edad o género.
Aunque el debate está abierto, actualmente son más los investigadores que se inclinan a decir que tienen un lado positivo con mayor peso. Por ejemplo, científicos del Instituto Real de Tecnología de Melbourne (RMIT), realizaron un estudio con estudiantes de 15 años que jugaban videojuegos en línea diariamente, para medir su desarrollo cognitivo e impacto en las calificaciones escolares.
El trabajo consistió en analizar los resultados de 12 mil australianos en el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (Prueba PISA, por sus siglas en inglés), aplicada a nivel mundial para conocer los niveles de lectura, matemáticas y ciencias naturales en alumnos de tercero de secundaria. Los resultados del estudio arrojaron que aquellos jugadores frecuentes tuvieron en promedio 15 puntos más en matemáticas y 17 en ciencias.
“Al usar juegos de video se está resolviendo un rompecabezas para poder pasar al siguiente nivel, lo que implica el uso de conocimientos generales y aptitudes, ayudando al desarrollo de las matemáticas”, afirmó Albert Posso, profesor asociado del RMIT. “Los maestros deben considerar la incorporación de videojuegos populares en la enseñanza, siempre y cuando no sean violentos”.
Otro estudio que sustenta la mejora del rendimiento escolar se basa en que jugar videojuegos aumenta la materia gris cerebral en el hipocampo, la corteza prefrontal derecha y el cerebelo, áreas que se encargan de la ubicación espacial, la formación de la memoria, la estrategia, la planificación y la motricidad fina de las manos. Simone Kühn, del Instituto para el Desarrollo Humano Max Planck, en Alemania, trabajó con dos grupos de voluntarios: uno jugó Súper Mario 64 por 30 minutos diarios durante 60 días y el otro nada. Al final del periodo se realizaron resonancias magnéticas a todos y aquellos que sí interactuaron con el videojuego mostraron un incremento en la masa cerebral.
Sin embargo, los beneficios de este tipo de materiales visuales no son únicamente en el rendimiento escolar; las habilidades sociales también mejoran en aquellos que juegan regularmente.
La experta en estudios sobre el comportamiento humano, Cheryl Olson, indicó en un paper publicado a finales del 2014 que los videojuegos mejoran la vida social de los menores, porque por instinto el niño buscará amigos con quien compartir su experiencia de usar cierto juego. Además, si las temáticas que se tienen incluyen mucho movimiento, deportes o se desarrollan en escenarios al aire libre, los niños elevan su gusto por la actividad física, para así poder imitar lo que ven en la pantalla; esto elimina el mito de que los juegos de video “invitan” al sedentarismo.
Incluso, en este mismo sentido, la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) cataloga juegos como el Guitar Hero o el Grand Slam Tennis —en donde el usuario debe realizar movimientos corporales— como los mejores para impulsar la actividad física.
¿Formando líderes?
Los buenos efectos de los videojuegos no son mágicos ni llegan solos. Las publicaciones que se han enfocado en este tema señalan que es mucho mejor cuando se utilizan rodeados de más personas con quienes se establezca una competencia.
Nick Yee, del Centro de Investigación de Palo Alto, afirmó gracias a un estudio que realizó en 2015, que los adolescentes que regularmente juegan videojuegos en grupo –más de tres veces por semana–, adquieren mayores capacidades de liderazgo, incluyendo mejor habilidad para persuadir, motivar y mediar en conflictos, porque jugar en equipo implica repartir turnos, ceder ante un problema o negociar para resolverlo de la manera más satisfactoria.
En este sentido, Olson destacó que no estar solo frente a la pantalla, sobre todo en los varones, siembra la semilla de la competitividad: para ganar más partidas, subir más niveles y obtener nuevos reconocimientos: “Este sentido de competir para ser el mejor puede forjar mejores adultos, que no se conformarán con lo básico sino que siempre querrán más”.
Establece límites y elije bien
Hasta ahora sólo se ha mencionado el lado bueno de los videojuegos, sin embargo, el exceso puede provocar que los efectos sean lo contrario. Por ejemplo, aunque es complicado establecer cuál es el horario y periodo de tiempo ideal para que los niños jueguen, la Universidad de Oxford realizó una investigación dirigida por el psicólogo Andrew Przybylski, en donde se encontró que al jugar entre 1 y 3 horas, tres veces a la semana, “se tienen efectos positivos en su vida y se vuelven más sociables; en cambio aquellos que dedican más tiempo limitan su vida social, aumentan de peso ante la nula actividad física y, además, se pierden de otras actividades que pueden enriquecer su desarrollo”.
La mala fama hacia los juegos de video radica en el crecimiento que han tenido aquellos en donde la violencia y la pornografía son protagonistas. La APA señaló que los menores que se exponen recurrentemente a este tipo de contenidos incrementan sus pensamientos agresivos, se vuelven hostiles y crean tendencia a pensar que la violencia es la mejor solución a los problemas.
Es tarea de los padres vigilar con qué están jugando los niños. Debe optarse por juegos de estrategia, que no excedan en violencia o exhiban imágenes sexuales. También es importante medir el tiempo que se pasa jugando frente a la televisión; una buena opción es negociar que por cada periodo de videojuegos, deberán hacerse otras actividades recreativas, de preferencia al aire libre para despejar la mente, así como académicas. Básicamente el secreto no es prohibir, sino medir.
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