Por Redacción TNE
La tolerancia, generosidad y practicar la meditación son algunos de los componentes que te ayudarán a conseguirlo.
La espiritualidad es aceptar el mundo tal y como es, aprender a disfrutarlo y agradecer lo que se tiene. Aunque en muchas ocasiones se relaciona con la religión, se puede elevar el espíritu sin ser seguidor de alguna de las que existen en la sociedad.
Steven Aitchison, autor del bestseller “100 Ways to develop Your Mind” define la espiritualidad como un estado en donde la persona logra conectarse por completo con sus pensamientos, dejando que fluyan y le den buenos consejos de cómo actuar en la vida cotidiana; además afirma que al llevarla a cabo se generan beneficios físicos. ¿Cómo hacerlo?
Practica la tolerancia: el ser humano es un ser social por naturaleza, sin embargo el ritmo de vida actual y la necesidad de “sobrevivir” lo ha convertido en un ente individualista. Sal de tu mente y rodéate de otras personas, incluso de aquellas con las que no tienes una buena relación. La tolerancia es una virtud que debes practicar en el lugar donde vives, tu trabajo y en tu círculo social.
Deja que tu conciencia te aconseje: el tiempo que pasas en el tráfico o esperando ser atendido en una oficina no lo destines a pensar en lo mal que está el mundo, mejor utilízalo para concentrarte en ti mismo: ¿eres la persona que siempre has querido ser? ¿Qué quieres mejorar de tu vida? ¿Qué te falta para ser realmente feliz? Cuando logres hablar con tu conciencia por lo menos 10 minutos cada día tomarás mejores decisiones y conseguirás poder concentrarte adecuadamente en tus tareas cotidianas.
Haz cosas que ames para liberar tu mente: el tiempo libre que tienes aprovéchalo para realizar todas las actividades que te gustan y que la carga de trabajo y responsabilidades no siempre te permiten hacer. Lee un libro, ve una película, baila, haz yoga, corre, pinta, canta, etc. Cuando adquieres y realizas un hobby liberas tu mente por un tiempo, recargando energía para enfrentar nuevos retos.
Haz algo por los demás, sin esperar nada a cambio: ¿hace cuánto no haces un favor sólo por el hecho de estar ayudando a alguien? Deja a un lado el egoísmo y no “cobres” lo que puedas llegar a hacer por alguien más. Ayuda, provee, apoya, soporta… en muchas ocasiones lo único que requieren las personas es alguien que las escuche. Empieza con algo tan sencillo por darle un dulce a tus compañeros de oficina en un día cualquiera.
Desconéctate de la tecnología: las redes sociales y medios de comunicación han aislado a los individuos. Por lo menos una vez a la semana, durante una tarde apaga todo y relájate. Sal a pasear, siéntate y ve a través de una ventana o mejor, junta a tu familia y platica con ellos.
Lee más: la Sociedad Española de Neurología (SEN) considera a la lectura como el mejor ejercicio de gimnasia cerebral que puedes realizar para garantizar que tu mente permanecerá fuerte. No importa que leas, pero hazlo. Si no tienes el hábito de leer, empieza por textos pequeños o revistas que hablen de temas que te interesen y poco a poco ve aumentando el número de páginas que consumes hasta que un libro de más de 500 páginas no sea nada para ti.
Medita diariamente: si no tienes el hábito de desconectarte completamente del mundo para sólo estar contigo mismo, posiblemente sea complicado realizarlo como una actividad diaria, pero empieza cuanto antes y verás que en menos de lo que te lo imaginas necesitarás esos minutos para relajarte. Los expertos en este tema recomiendan que por lo menos sean 15 minutos los que te adentres en tu propia mente, al realizarlo se alivia la tensión, mejora tu estado físico (disminuye la presión y los riesgos de padecer una enfermedad cardiaca hasta en un 48% de acuerdo con la Asociación Americana del Corazón) y mejoras tu rendimiento.
No dejes que las tareas que tienes que realizar diariamente te consuman, ante todo date tiempo para estar contigo mismo y cuidar tanto tu cuerpo como tu mente. Cuando consigas ese balance, tu vida mejorará considerablemente.