Evita los actos arrebatados, nunca sabes cuándo podrías arrepentirte de lo que escribes en la red.
La plataforma de Twitter ha conseguido gran parte de su popularidad gracias a su inmediatez, en segundos puedes escribir un tuit y publicarlo. Como consecuencia, en muchas ocasiones la gente lo hace sin pensar o estar conscientes realmente de lo que transmiten, ¿sabes qué tanto puede afectar un simple mensaje de 280 caracteres?, ¿dejas que tus impulsos dirijan tu tuiteo?
Ya sea que quieras establecer un punto de vista a algo que te molesta o responder a un ataque personal, escribir con la cabeza caliente nunca es una buena idea.
Ser impulsivo no es un problema en sí, pero cuando mezclas la incapacidad de medir las ramificaciones de lo que haces con un medio que te permite expresarte de forma instantánea, los resultados pueden ser desastrosos.
Aunque lo borres, queda para siempre
Puedes creer que vacías tu enojo hacia una sola persona; sin embargo, eres visible ante todos en el Internet, una plataforma en donde lo que expreses tiene impresiones que son permanentes e imborrables.
En un mundo donde queda el registro de todo lo que hacemos, dejar tu huella en la web sin medir lo que puede suceder es de poco criterio. Sólo bastan minutos para que alguien le tome una captura de pantalla a lo que escribiste, por lo que puede salir caro que tus impulsos dirijan tu tuiteo.
La Carnegie Mellon University realizó una investigación para medir el nivel de arrepentimiento de la gente después de hacer un comenta-rio impropio en Twitter, resultando que el 18% de los que lo hicieron a través de esta red social, calificaron como alto o muy alto su grado de remordimiento.
En otro punto de la investigación, resultaron como mayores razones para querer borrar un mensaje al día siguiente de publicarlo, el criticar a alguien con el 20% y el ataque directo a una contraparte con el 13%.
Como ejemplo, al reportero deportivo Terry Frei se le ocurrió tuitear hace poco: “me hace sentir muy incómodo que un japonés haya ganado la (carrera) Indianápolis 500 durante el fin de semana de Memorial Day” después de la victoria de Takuma Sato. El periodista recibió miles de respuestas de fanáticos enojados durante la hora que el post estuvo activo. Tan solo un día después fue despedido.
Después, Frei se disculpó ante la gente citando que justo esos días había visitado la tumba de su padre quien había luchado y sobrevivido la Batalla de Okinawa durante la Segunda Guerra Mundial, expresarse en un momento emotivo le había cobrado factura.
Tuitear enojado parece ser incluso el deporte favorito de Donald Trump quien en varias ocasiones se ha metido en problemas por escribir con el “hígado”. Reporteros, celebridades e incluso oficiales electos han sido víctimas de sus mensajes.
Expertos consideran que sus palabras son más peligrosas de lo que él piensa, pues asumiendo el rol de “la persona más poderosa del mundo” pueden ser tomadas como un llamado a la acción por parte de sus seguidores o como un ataque de estado por sus contrapartes.
La Covfefe Act, propuesta por un miembro del Congreso, permitiría a todos sus mensajes por redes sociales ser regulados como declaraciones oficiales de la nación, bajo la consigna que debe tomar responsabilidad de todo lo que escribe.
“Piensa antes de tuitear” se ha convertido en el nuevo “piensa antes de actuar”, reflexiona si en verdad lo que quieres desahogar vale la pena decirlo, nunca sabes quién podría leerlo.
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