Por Redacción TNE
Éste seguro será uno de los principales regalos más solicitados durante las fiestas decembrinas. Más que evadirlo, es mejor pensar qué puedes hacer al respecto.
El 25 de diciembre está a la vuelta de la esquina; algunos niños escribieron con tiempo su carta a Santa Claus, quizá otros apenas lo van a hacer. Sin importar cuál sea el caso, es muy probable que pidan un smartphone nuevo; y seguramente lo quieren porque sus amigos ya tienen uno o también ya lo encargaron al señor del Polo Norte.
Es inevitable —y muy probablemente no tenga el caso— prolongar la adquisición de un nuevo dispositivo. Por lo anterior, es muy importante que los padres de familia estén al pendiente de sus hijos, pero sobre todo que, desde antes, comiencen a platicar con ellos para educarlos respecto al uso de la tecnología, pues ésta tiene tanto su impacto positivo como sus consideraciones negativas.
Los beneficios de los dispositivos
Por supuesto, los aparatos tecnológicos tienen sus ventajas. Para los padres representan una oportunidad de contar con tiempos de calma; existe toda una gama de aplicaciones que contribuyen al aprendizaje y que pueden entretener a los niños a la hora de estar en medio del tráfico o evitar que ellos hagan rabietas en lugares públicos.
Los gadgets contribuyen al desarrollo del cerebro, contribuyendo a mejorar en el aprendizaje (por ejemplo, el Sudoku). Las nuevas generaciones son, sin duda, nativas tecnológicas; hay un mar de información allá afuera que necesitarán consultar cuando entren a la secundaria y a la preparatoria. Por lo tanto, será mejor que desde temprana edad se familiaricen con la tecnología.
Además, una tablet, por ejemplo, representa una oportunidad para que el niño, a través de diferentes métodos, mejore su educación y memoria; hay audiolibros y contenido interactivo que estimulan sus sentidos, contribuyendo a su crecimiento.
Otros factores benéficos son:
· Mejoran su destreza manual.
· Dominar juegos aumenta la confianza y desarrolla la coordinación ojos-manos.
No todo es color de rosa
El uso prolongado y la excesiva exposición a los dispositivos pueden producir desorientación y ansiedad (los adultos también pueden padecer de nomofobia, el miedo a quedarse sin móvil), incluso pudiendo generar adicción a ella.
Entre los temas latentes se encuentran el ciberacoso y el bullying en línea. De acuerdo al sitio Do Something, 43% de los niños han sido molestados a través de la red; uno de cada cuatro confiesa que ha sido más de una vez.
Otro de los inconvenientes es que, al pasar muchas horas conectados, se deja a un lado tiempo valioso que contribuye a la socialización, no sólo con sus amigos, sino también con los mismos padres.
¿Qué se puede hacer?
Sin duda, lo primero es generar un ambiente de confianza que fomente la comunicación entre los miembros de la familia. Por un lado, los padres deben compartir tiempo de calidad con los hijos, dándose el tiempo para jugar con ellos, platicando en cómo se pueden usar los gadgets de forma saludable, incluso prescindiendo de uso para una mayor socialización.
Lo anterior permite conocer el uso que ellos le dan; así, los padres pueden saber qué contenidos son los correctos y qué otros deben ser regulados, incluso deben ser quienes instalen las aplicaciones y configuren la privacidad de las mismas. ¿Sabes cuáles son las que usan tus hijos?
La enseñanza todavía va más allá; los pequeños deben conocer las herramientas que les ayuden a navegar de manera segura (antivirus, por ejemplo). Además, ya vimos todo el problema que hay con las noticias falsas que circulan en la red; por ello, es importante enseñarles a reconocer información engañosa y cuáles son las formas en qué pueden ser víctimas de un ataque cibernético (no abrir correos desconocidos y evitar dar clic en los enlaces que vienen en los mismos).
Por último, crea algunas reglas simples, tales como respecto a los aparatos:
· No permitir que permanezcan en sus habitaciones durante la noche.
· Establece un horario para su uso.
La adquisición de un nuevo dispositivo es, quizá, una lucha perdida. Incluso a escondidas de los padres, pueden llegar a tener acceso a ellos. Lo mejor será fomentar y mantener una comunicación abierta sobre el uso, así como los contenidos que hay en la red.